Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una rica causa de atún con aceitunas negras y una jalea de mariscos con un refresco de maracuyá heladito. “María, hoy comienzan los feriados por Semana Santa y se calcula que cerca de 2 millones de personas viajará a cualquier destino del país. Qué bueno sería si gran parte de esos viajeros son familias enteras que aprovechan estos días libres para pasarlos juntos, para estrechar lazos, para dialogar. Estoy convencido que el aumento de la delincuencia, de la violencia en las calles, se debe en gran parte a la destrucción de muchísimas familias en todo el Perú. De esos hogares rotos, ya sea por la ausencia de uno de los dos padres o de ambos, salen la mayoría de los criminales que hoy azotan al país.
Pero aún los hogares donde están los dos padres presentes, pero en los que reina la violencia, la falta de respeto, el alcoholismo, la drogadicción o incluso la falta de vigilancia y diálogo, los hijos también corren grave riesgo de seguir esos patrones de conducta. Los padres tienen la obligación de guiar a sus hijos desde pequeñitos fomentando en ellos valores que los harán personas de bien. En esta Semana Santa, padres e hijos pueden hacer muchas actividades juntos. No hace falta salir de viaje ni tener dinero para pasarla felices. Por ejemplo:
Pueden preparar juntos el desayuno. Tal vez hacer algún platillo nuevo.
En el almuerzo pueden preparar juntos alguna comida tradicional de esta festividad.
Se puede visitar a los abuelitos para fomentar el cariño, consideración y respeto hacia ellos.
Evitar tomar bebidas alcohólicas en exceso, especialmente delante de los hijos. ¡No olvidemos que ellos aprenden con el ejemplo!
Si no pueden viajar y desean salir de casa, se puede jugar fútbol o vóley en el parque, dar un paseo a pie o en bicicleta. Visitar algún museo, iglesia, monumento arquitectónico.
Si quieren disfrutar de la comodidad de casa, pueden ver una película juntos, compartir un juego de mesa, contar chistes (sin burlarse de nadie ni ofender), adivinanzas, hacer un karaoke. También contar o leer historias (a los más pequeños les encanta).
Si es un hogar cristiano, se puede fomentar la espiritualidad asistiendo a misa o conversar acerca del significado de la vida, pasión y muerte de Jesús.
Es una ocasión para dialogar con los hijos y enterarse de cómo les va en el colegio o la universidad, preguntar si tienen problemas y saber más de sus expectativas a futuro para aconsejarlos o darles cualquier otra ayuda que necesiten”.
Gary tiene razón. Me voy, cuídense.