El Chato Matta llegó al restaurante por unas ricas lentejitas con pedacitos de chorizo, arroz blanco, una cojinova frita encima y salsa criolla. “María, me timbró Pancholón. ‘Chato, me dijo con una voz ronca por la resaca, ahora que se habla tanto de ‘El chapo’ y la actriz Kate del Castillo, yo tengo una historia alucinante que viví en Medellín, la tierra del sanguinario Pablo Escobar. Allá las mujeres, mi gran debilidad, son peligrosamente bellas. A la ciudad del ‘Patrón del mal’ viajé, muchos años atrás, por la Copa Libertadores, cuando era la mejor voz de las narraciones deportivas. En ese entonces, la plata de los ‘narcos’ mantenía excelentes equipos de fútbol y los mejores grupos y artistas llegaban a la ciudad. Esa noche sorprendí a los colombianos al narrar de forma dramática y emotiva el partidazo que jugó el Boys con Nacional, donde un chiquillo, ‘Kukín’ Flores, se jugó el partido de su vida. Los fanáticos picones irrumpieron en mi cabina de transmisión y me pusieron una pistola en la cabeza. Los colegas de radio me salvaron. ‘Emperador, tu relato nos hizo vibrar. Vamos a tomar aguardiente en la inauguración de la mejor discoteca’. El local era espectacular. Estaban los capos. Unos tíos feos y gordos, pero acompañados de las más bellas modelos de la ciudad. En un momento, el animador anunció que había periodistas peruanos. ‘¡Que suba el Emperador!’, gritó. Borracho cogí el micrófono y me puse a narrar el golazo a mi estilo. “¡Kukíiiinnnn, Kukíinnnnn. Ayayayayayayayay, ayayayayayay. ¡Golazoooooooo! Para ti, mi Callaoooo. Mi Perrrúuuuuuuuuuuuuu. Chimpum, Callaoooooooooooooo”.

Hasta los ‘nachos’ se emocionaron y me invitaron a su mesa. Vi que una belleza no me quitaba los ojos de encima. Se llamaba Lady. Yo le saqué la lengüita, sabiendo que estaba jugando con fuego. ‘Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida’, le dije. ‘Ay, mi hijo, berraco, usted a todas les dirá lo mismo. En Lima seguro tienes tu pelada (enamorada)’, me dijo coqueta. Mi amigo periodista se me acercó con cara de espanto. “Pancho, ¡¡estás coqueteando con la novia de ‘El chacal’!! Ese es un maldito. Desafiando a la muerte, al otro día la busqué y llevé a mi hotel. Fue una noche ardiente. ‘Peruano, usted sí es un berraco, un salvaje’, me dijo y eso me emocionó más. En la mañana, la mujer me despertó llorando. “Pancho, eres hombre muerto. Creo que yo me puedo salvar, porque ‘El chacal’ está loco por mí. Pero a ti no te va a perdonar”. Regresé al hotel y el conserje me dijo que tres tipos habían preguntado por mí. ‘Señor Pancho, llegaron en dos motos, mejor váyase a Lima’. Llamé a Lady y le dije para vernos. Pero de frente me gritó que me largue y nunca más la volviera a llamar. Me fui escondido en la maletera de un carro. Meses después recibí una llamada. ‘Emperador, ¿sigues mordiéndole las orejitas a las colombianas?’ ¡Era Lady! Me contó que se había quedado viuda, a su marido, ‘El chacal’, la policía lo mató de 20 balazos. Tengo mucho dinero. Me voy a Cartagena y quiero que me acompañes”, me dijo. Saqué la cola. Mujer de narco es cana”. Pucha, qué tal historia de Pancholón.

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El Chato Matta llegó al restaurante por unas ricas lentejitas con pedacitos de chorizo, arroz blanco, una cojinova frita encima y salsa criolla. “María, me timbró Pancholón. ‘Chato, me dijo con una voz ronca por la resaca, ahora que se habla tanto de ‘El chapo’ y la actriz Kate del Castillo, yo tengo una historia alucinante que viví en Medellín, la tierra del sanguinario Pablo Escobar. Allá las mujeres, mi gran debilidad, son peligrosamente bellas. A la ciudad del ‘Patrón del mal’ viajé, muchos años atrás, por la Copa Libertadores, cuando era la mejor voz de las narraciones deportivas. En ese entonces, la plata de los ‘narcos’ mantenía excelentes equipos de fútbol y los mejores grupos y artistas llegaban a la ciudad. Esa noche sorprendí a los colombianos al narrar de forma dramática y emotiva el partidazo que jugó el Boys con Nacional, donde un chiquillo, ‘Kukín’ Flores, se jugó el partido de su vida. Los fanáticos picones irrumpieron en mi cabina de transmisión y me pusieron una pistola en la cabeza. Los colegas de radio me salvaron. ‘Emperador, tu relato nos hizo vibrar. Vamos a tomar aguardiente en la inauguración de la mejor discoteca’. El local era espectacular. Estaban los capos. Unos tíos feos y gordos, pero acompañados de las más bellas modelos de la ciudad. En un momento, el animador anunció que había periodistas peruanos. ‘¡Que suba el Emperador!’, gritó. Borracho cogí el micrófono y me puse a narrar el golazo a mi estilo. “¡Kukíiiinnnn, Kukíinnnnn. Ayayayayayayayay, ayayayayayay. ¡Golazoooooooo! Para ti, mi Callaoooo. Mi Perrrúuuuuuuuuuuuuu. Chimpum, Callaoooooooooooooo”.

Hasta los ‘nachos’ se emocionaron y me invitaron a su mesa. Vi que una belleza no me quitaba los ojos de encima. Se llamaba Lady. Yo le saqué la lengüita, sabiendo que estaba jugando con fuego. ‘Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida’, le dije. ‘Ay, mi hijo, berraco, usted a todas les dirá lo mismo. En Lima seguro tienes tu pelada (enamorada)’, me dijo coqueta. Mi amigo periodista se me acercó con cara de espanto. “Pancho, ¡¡estás coqueteando con la novia de ‘El chacal’!! Ese es un maldito. Desafiando a la muerte, al otro día la busqué y llevé a mi hotel. Fue una noche ardiente. ‘Peruano, usted sí es un berraco, un salvaje’, me dijo y eso me emocionó más. En la mañana, la mujer me despertó llorando. “Pancho, eres hombre muerto. Creo que yo me puedo salvar, porque ‘El chacal’ está loco por mí. Pero a ti no te va a perdonar”. Regresé al hotel y el conserje me dijo que tres tipos habían preguntado por mí. ‘Señor Pancho, llegaron en dos motos, mejor váyase a Lima’. Llamé a Lady y le dije para vernos. Pero de frente me gritó que me largue y nunca más la volviera a llamar. Me fui escondido en la maletera de un carro. Meses después recibí una llamada. ‘Emperador, ¿sigues mordiéndole las orejitas a las colombianas?’ ¡Era Lady! Me contó que se había quedado viuda, a su marido, ‘El chacal’, la policía lo mató de 20 balazos. Tengo mucho dinero. Me voy a Cartagena y quiero que me acompañes”, me dijo. Saqué la cola. Mujer de narco es cana”. Pucha, qué tal historia de Pancholón.

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