Este Búho asiste a la crisis ciudadana desatada en Estados Unidos por la violencia racial de la policía contra ciudadanos negros. La noche del jueves, haciendo zaping, veía por CNN la masacre en Dallas de cinco agentes blancos por un francotirador que, además, hirió a otros siete efectivos y dos civiles. Era la consecuencia, obviamente injustificable, de una larga lista de asesinatos de norteamericanos ‘de color’ a manos de brutales policías blancos que en la última semana mataron a dos personas más. ¡Pese a que cuentan con el primer presidente afroamericano de su historia!
El homicida del jueves, un militar negro sin antecedentes policiales que defendió a su país en Afganistán, fue abatido finalmente por la explosión de un ‘robot bomba’ que la policía hizo llegar cerca de él. Esto me hace recordar la notable película norteamericana ‘RoboCop’ del holandés Paul ‘Bajos instintos’ Verhoeven, de 1987.
El filme se ubicaba en el nuevo siglo XXI, en un futuro no muy lejano. Se ambienta en la vieja ciudad de Detroit, emporio industrial automovilístico, que se ve sumida por una creciente corrupción de las autoridades del ayuntamiento, pero sobre todo porque la delincuencia se ha apoderado de la antigua ciudad y los policías se ven incapaces de enfrentar a gánsters que cuentan con armamento pesado, mientras ellos están mal pagados y sus integrantes caen como moscas ante las balas de los hampones. En ese contexto, los policías se van a la huelga, lo que agudiza aún más el conflicto.
El ayuntamiento aprovecha la oportunidad y firma un convenio con una gran corporación, la OCP (Omni Consumer Products), que pasará a encargarse de la seguridad de la ciudad y tendrá a su cargo a la policía. Dicha firma planea destruir la vieja Detroit y construir un megaproyecto urbanístico, ‘Ciudad Delta’, donde la seguridad no esté en manos de policías comunes y corrientes, sino de robots. Sin embargo, en plena prueba ante el directorio, el promotor de los policías de acero, el siniestro ‘Dick’ Lones, ve cómo su robot se desconfigura y mata a un desafortunado gerente. Enfurecido, el presidente y director general (Dan O’Herlihy) opta por un programa de cyborg, llamado ‘RoboCop’, dirigido por el joven y ambicioso yuppie ‘Bob’ Morton (Miguel Ferrer). ‘Dick’ Jones amenaza a Morton por haberlo dejado en ridículo.
El programa ‘RoboCop’ necesitaba a un policía muerto para poder fusionar las estructuras metálicas con el cuerpo de carne y hueso del efectivo. Justamente, Alex J. Murphy, un carismático agente, amoroso marido y buen padre, que patrullaba por la zona maleada de la ciudad con su compañera, la oficial Anne Lewis (Nancy Allen), es emboscado por la pandilla del ‘Caracol’ del viejo Detroit: Clarence Boddicker. Murphy muere y se convertirá en ‘RoboCop’, pero en la conversión no borraron todos sus recuerdos humanos. Él tiene evocaciones de amor filial, pero esto no le impide convertirse en un robot justiciero y terror de los hampones de la ciudad.
A medida que se convierte en una leyenda, su creador asciende a vicepresidente, pero el malvado ‘Dick’ Jones manda a un sicario que lo mata de manera horrible. Con la cancha libre, Jones, con la ayuda del jefe del crimen organizado, ejecuta un plan para destruir a ‘RoboCop’. Tráfico de armas, fábricas para la producción de cocaína, saqueos en las ciudades, violaciones, asesinatos, los malos son tan malos que hasta destruyen una tienda de discos con música de Bananarama. Solo ‘RoboCop’ puede lidiar contra tanta maldad en medio de una ciudad donde no hay estado y, en ese caos, son las corporaciones las que controlan todo según sus intereses.
Este filme fue considerado como uno de los mejores de la década de los 80. En la ceremonia del Oscar, en el año 1988, ganó dos estatuillas. El próximo año se cumplirán 30 años del estreno del filme y, así como se hicieron grandes festejos hace una década, en estos tiempos de violencia extrema, de todo tipo (común, política, terrorista), la visión de policías tipo ‘RoboCop’ ya no es vista sencillamente como ciencia ficción, sino como una necesidad. Policías superequipados y con valores superlativos. Servir al bien común. Proteger al inocente. Preservar la ley. Una película que le recomiendo al futuro ministro del Interior. Apago el televisor.
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