Este Búho observa cómo estamos perdiendo la batalla contra la violencia y la inseguridad ciudadana. El último fin de semana, en plena Vía Expresa, unos malditos ‘marcas’ asesinaron al dueño de una casa de cambios para robarle 80 mil dólares. Todo a plena luz del día y en contados treinta segundos. Pero este es solo uno de los asaltos que ocurren a diario en la ciudad. En San Juan de Lurigancho los extorsionadores continúan lanzando bombas contra colegios, justo cuando se van a reiniciar las clases. En el Callao, los sicarios se burlan del ‘estado de emergencia’ y hasta mueren niñas inocentes. En pleno Metro de Lima, en la vía de San Juan de Lurigancho, una horda de pandilleros asaltaron y despojaron de sus bolsos y pertenencias a los pasajeros.
¡Increíble! ¿Qué está pasando en el país? Y lo peor, ¿qué hacen nuestras autoridades? ¿Dónde está Ollanta Humala? Ser presidente no es solo vivir la fantasía de estar viajando a provincias inaugurando obritas para engañarse que esos aplausos son de todo el Perú. Pero lo peor es que ni los propios candidatos, que aspiran a sucederlo, parecen percatarse de la dramática situación. Los favoritos se están sacando los ojos por asuntos espurios y vergonzantes: Keiko acusa a Acuña de reunirse en la salita del SIN con Montesinos y el ‘norteño’ la acusa de haber vivido con sus tías y ‘Vladi’. PPK, desesperado, hace que una señora le baje los pantalones para subir unos puntitos. Alan pierde los papeles y ataca a ‘El Comercio’ solo porque le preguntan si va a renunciar, mientras Toledo se mete sus ‘huaracazos’ en provincias, porque está a punto de pasar al rubro ‘Otros’. ¿Y la seguridad ciudadana? Por ningún sitio. Lamentable.
Este Búho se permite recordar lo que fue el plan ‘Tolerancia Cero’, que cambió la cara de una ciudad ultraviolenta como Nueva York, en 1989. Esta urbe era considerada ‘La gran manzana… podrida’. A finales de los ochenta, la metrópoli de ocho millones de habitantes había perdido su batalla contra la alta criminalidad. A diario se reportaban seis homicidios, ocho violaciones y 419 delitos violentos. El Callao es una correccional ante los ‘angelitos’ de Harlem, Brooklyn, Queen y los barrios latinos. ¿Las causas? 1: El incremento del accionar criminal de las pandillas. 2: Las guerras por el control de la comercialización del nefasto ‘crack’. 3: La corrupción policial. Visto fríamente, ¿no le encuentran un parecido a la situación del primer puerto, solo añadiendo la corrupción policial, la de malos fiscales, el Poder Judicial ‘aceitado’ y las autoridades políticas corruptas? El alcalde de la ciudad, el republicano Rudolph Giuliani, junto con el nuevo jefe de la policía de Nueva York, William J. Bratton, elaboraron un plan demoledor con lo cual se trazaron eliminar radicalmente la delincuencia en la ciudad.
A ese plan lo denominaron ‘Tolerancia Cero’. En primer lugar, como en Lima, se percataron que había un reducido número de efectivos para la voluminosa cantidad de delincuencia común, desde la juvenil hasta los asesinos y narcotraficantes. Por eso: 1.- Multiplicaron la presencia en la calle y sacaron a 37 mil policías que nunca más iban a sostener ese ‘dos por uno’. Descentralizaron los poderes de las comisarías centrales. Así el comisario en jefe de Queen o Harlem tenía autonomía, así como sus efectivos, para trabajar sobre el distrito sin que lo supervisen de otro poder policial. Con esto el policía se sentía identificado con su jurisdicción y establecía una interacción con los vecinos. 2.- Poner énfasis en la prevención del delito. Se comprobó que los delincuentes que cometieron homicidios y crímenes graves, no fueron apresados por cometer una infracción de tránsito, por beber en la vía pública o no tener documentos. Se inspiraron en la teoría psicológica de las ‘ventanas rotas’.
Según esta teoría, si se rompe una ventana en un edificio y no se la reemplaza a tiempo, los palomillas van a romperla por completo e ingresarán por allí a robar y de allí romperán otras ventanas y al final se destruirá el edificio. En base a esa teoría, la policía de Nueva York realizaba batidas y controles diarios, a cada hora. Encarcelaba a muchísimas personas, pero de allí encontraban a asesinos requisitoriados, violadores, terroristas o criminales en potencia. Los resultados fueron espectaculares: entre 1990 y 2007 se redujo el índice criminal en un 77%. Hoy, Nueva York es una de las ciudades más seguras. ¿Qué estamos esperando? Apago el televisor.