Perú: ‘El Búho’ sigue revisando la violencia que se vive en el país

Este Búho continúa reflexionando sobre el principal problema del país: la inseguridad ciudadana. Nunca en la historia de nuestro Perú, todos los peruanos, de los distintos sectores sociales, han coincidido. El propietario de una casa en La Molina y el poblador de un asentamiento humano de Ate piden lo mismo: ¡¡seguridad, combate frontal a la delincuencia!! Una urgencia que democratizó la sociedad. Leo que el delincuente que entró a robar a mano armada a una pollería en Chorrillos y fue baleado por el entrenador de Valentina Shevchenko, estuvo preso por robo agravado en el penal de Lurigancho y había salido ¡¡solo hace seis meses!!

Es increíble que ese penal, como muchas otras cárceles temibles (El Milagro de Trujillo o Picsi de Chiclayo), se denomine ‘Centro de readaptación social’. De verdad, me río, pero también podría llorar. Aquí, señores, hay una sola verdad: el Centro de Readaptación para Menores, ‘Maranguita’, viene a ser para los delincuentes la ‘secundaria’. ‘Lurigancho’ y ‘Sarita Colonia’, las ‘universidades del delito’. Allí se ‘doctoran’ y salen a la calle a robar, a matar. Pero las prisiones han cambiado en Perú. Antes, cuando fui a una de mis comisiones más recordadas, en visita clandestina al penal de Lurigancho en 1990, nunca vi tanta miseria humana. Una veintena de ‘desechables de la Pampa’ perseguían con verduguillos un gato para almorzárselo. El olor a pasta básica inundaba los pabellones.

En esas prisiones, los ‘taitas’ dominaban la venta de droga, trago y comida. Hoy, los ‘capos’ manejan la mafia de los celulares. Dirigen las extorsiones, los asesinatos, los robos en el Perú. Antes las visitas eran el nexo entre los delincuentes y sus ‘baterías’ que estaban afuera. Ahora los rankeados están con la tecnología. Ni quieren salir. Adentro ‘tienen todo’. TV, droga, trago y hasta mujeres. En Estados Unidos, los sistemas de máxima seguridad sepultan a los delincuentes, bajo el concepto que no se van a redimir y deben salir para siempre de la sociedad porque la contaminan. O salen viejos, cuando ya no son un peligro. Los presos en USA salen con libertad vigilada y tienen que reportarse con un custodio. Deben conseguir un trabajo o se lo buscan.

Aquí los ciudadanos mantenemos con nuestros impuestos a delincuentes que no hacen nada. Los que verdaderamente trabajan en artesanías y talleres son una minoría. El temible ‘Caracol’ salió porque supuestamente ‘había trabajado’ en ‘Sarita Colonia’. Sí, ‘trabajaba’, pero mandando a matar, planificando extorsiones y grandes tráficos de droga a través del puerto del Callao. En otros tiempos, a los peligrosos delincuentes del Perú se les llevaba a ‘El frontón’, la isla al costado de la San Lorenzo. Imitamos a los gringos que tenían a la tristemente célebre ‘Alcatraz’, llamada la ‘Roca’, adonde fue llevado Al Capone. Una isla de donde nadie podía fugarse. Hasta que tres convictos lo lograron. Ese episodio carcelario fue extraordinariamente retratado en el filme ‘Fuga de Alcatraz’, con Clint Eastwood.

Pienso que en el tema de seguridad ciudadana y de la lucha contra la delincuencia en Perú, los candidatos deberían coincidir, pues hay una sola realidad. Ambos quieren erradicar ese flagelo, entonces hay que defender a la sociedad y las cárceles también están incluidas en el engranaje de los ‘Jinetes del Apocalipsis’ (narcotráfico, corrupción y crimen), como tipificó PPK. Keiko promete mandarlos a 4 mil metros de altura, donde hasta los cóndores usan chalina, perfecto. Los penales como ‘Lurigancho’, ‘Aucallama’ o ‘El milagro’ son centros de operaciones de los delincuentes más peligrosos del país.

¿Cuándo funcionarán los ‘bloqueadores de celulares’ que costaron tanto dinero al fisco? Me alegra que el tema carcelario se haya tocado en los debates porque es un problema nacional. De nada vale crecer económicamente si los generadores de riqueza, sean grandes, medianos o pequeños, viven amenazados, les roban, los extorsionan y matan. Espero que, desde el 28 de Julio, todo comience a cambiar. Apago el televisor.

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