El Chato Matta llegó al restaurante por un lomito saltado con carne macerada en sillao y vinagre, arroz blanco graneadito y papas amarillas crocantes. También se pidió una jarrita de emoliente con hielo. “María, hasta ahora tengo la resaca del gran tonazo de Pancholón. Justo estaba manejando y sonó mi celular. ‘Chatito me dijo el abogado mujeriego, te espero en mi sauna privado. Canito le está poniendo bastante eucalipto, hierbaluisa, manzanilla, muña, romero y sus cascaritas de naranja y maracuyá. Vente volando’. Cuando llegué, el gordito se estaba sancochando en la cámara de vapor a más de 50 grados. En el cuello le colgaba tremendo cadenón de oro y sortijas en cuatro dedos de su mano. ‘Causita me dijo, estoy bajoneado. Acaba de partir al cielo un amigo de mil batallas y grandes jornadas deportivas, mi hermano Pepe Carrión, ‘La voz de la emoción’. Recuerdo que estuvimos narrando los partidos de Perú en la Copa América 91 en Chile y en Ecuador en el 93. Era un caballerito, diez puntos y siempre me daba consejos: Panchito, la vida es una sola, hay que trabajar y gozaaaaarrrr…’. Se puso melancólico. ‘Chato, recuerdo que tuve mi época de oro en la radio. Ganaba miles de dólares y viajaba por toda Sudamérica. Siempre estaba rodeado de un montón de hinchas a los que paraba trago y comida en juergas que duraban varios días. En ese tiempo me pegué a Marita, una flaquita del Callao que me calentó la cabeza. Pero, a la vez, desfilaban interminables mujeres por La Posaba. Estaba loco de lujuria. Las quería poseer a todas.

Mis amigos me cantaban el tema del gran Roberto Blades: Él es joven atractivo y tiene tremenda voz/ donde vaya le piden siempre por su autógrafo/ en las revistas populares publican su foto/ Y lo rodean mujeres y gente que dicen que son sus amigos/ Esa es la dicha de ser famoso/ mientras tengas dinero y la fama/ tienes de todo, tú ve/ Esa es la dicha de ser famoso/ mientras tengas dinero y la fama/ tienes de todo… Pasan los días, pasan los meses, pasan los años y canas han reemplazado aquel cabello negro/ y de aquella voz ya no alcanza el tono/ ya las revistas no publican su foto/ no es difícil creer que en esta vida/ al llegar las arrugas desaparece la envidia…. Pero dónde están mis amistades, dónde están mis amigos ahora que soy pobre…. Ahora estoy ganado, pero también pasé épocas duras, la publicidad de la radio se fue al piso y los dólares ya no entraban a caja. Casi me embargan mi carro del año. Ahí desaparecieron todos esos hinchas que vivían y comían con mi plata. Pero siempre fui recursero, hábil y me volví a levantar. En la vida hay que estar preparado para todo, Chato. A comer caviar, lenguado, lomo fino y también tu pan con huevo frito. El hombre debe ser parador, así como en el amor. El tramposo gana y pierde en la calle. Hay que tener corazón de piedra, estos ojitos han visto de todo. Hombres que se han derrumbado por una mala mujer. Por eso a mis discípulos siempre les digo que con la mujer, hay que tener un ojo abierto y otro cerrado. Nada de que ‘yo le doy su espacio’. Eso es para los idiotas. Ahí empiezan los cuernos. Las cosas son simples en la vida: blanco o negro, es o no es, me amas o no, estás conmigo, me sigues o más pallares con tallarines. Es preferible estar solo que dormir con el enemigo. A mi tono por mi cumpleaños llegó ‘Gracy’, una bebita hermosa, pero no me dejo comer el coco. Solo disfruto y dejo bien a los varones. No lo olvides, a la casa solo se lleva a una mujer decente”. Pucha, Pancholón se puso melancólico. Al final se persignó por su amigo ‘La voz de la emoción’, un tipazo. Me voy, cuídense.

Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por , , y puedes suscribirte a nuestro newsletter.

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC