Este Búho se ve obligado a tocar un tema delicado, que involucra a la familia del presidente . Se trata de la muerte de su sobrino Daniel Inti Michael Seiffert Humala, de veintiocho años, en muy extrañas circunstancias. Para empezar, el joven no vive en el Perú, es hijo de la hija mayor del patriarca del etnocacerismo Isaac Humala y Elena Tasso, María Ivoska Humala de Seiffert, quien contrajo nupcias con un ciudadano suizo y adquirió la nacionalidad helvética y reside, desde hace décadas, en ese país. Resulta que Ivoska también está involucrada en el escándalo de las ‘Agendas’ de Nadine.

Pero ese es un caso aparte. Lo que sí es relevante es que Daniel llegó al Perú los primeros días de enero de vacaciones, y también para viajar a la Amazonia a ver un asunto de su carrera de ingeniería alimentaria, sobre las propiedades del gusano suri. El sobrino de Ollanta Humala se comunicó con su familia, la última vez, el 29 de enero. Desde esa fecha estuvo desaparecido y nadie de la familia presidencial dijo nada, ni siquiera sus padres llegaron al país para indagar sobre su situación. Dada su condición de sobrino carnal del presidente de la República, bien podía pensarse en un secuestro o una venganza.

¿Por qué la desaparición del sobrino de Ollanta Humala se mantuvo en el más absoluto silencio? Francamente, uno con todo derecho puede pensar que los Humala Tasso son algo misteriosos y oscuros. Daniel, durante los días que estuvo en el país, visitó en la cárcel a su tío Antauro. En esa oportunidad llegó con su abuelo don Isaac y las fotos que se tomaron las colgó en su Facebook. También visitó Palacio de Gobierno, el 23 de enero. El paradero del joven ingeniero nunca se hubiese conocido si la exesposa de Antauro, Isabel Paiva, quien estaba totalmente angustiada, no hubiera colgado la fotografía de su sobrino en las redes sociales, clamando por ayuda para ubicarlo.

Algunos malpensados, que creyeron que el familiar de Ollanta Humala andaba ‘perdido’ en las intensas noches peruanas con todas sus provocaciones, se fueron de cara. Al día siguiente, desde la Morgue Central de Lima, informaron que el cuerpo de Daniel se encontraba allí. Según el parte médico, el joven había llegado a la Morgue muerto por múltiples contusiones en la cabeza, producto del atropello de un vehículo.

Además, se informaba que su deceso se produjo en el hospital ‘Casimiro Ulloa’, a las dos horas de llegar, debido a un paro respiratorio. Pero el caso no es tan simple. El patriarca de los Humala, don Isaac, quien llegó a la Morgue a reconocer el cadáver de su nieto, sostuvo que su familia informó a la policía la desaparición de Daniel en la primera quincena de febrero.

¿Por qué no se distribuyó su fotografía a los medios, como se hace con toda persona desaparecida, más aún si era un sobrino carnal de Ollanta Humala? Lo más extraño del caso es que al indagarse la situación en la que llegó Daniel al nosocomio, se informó que fue llevado malherido en una ambulancia de ‘Suiza Lab’. A su vez, este vehículo llegó tras el aviso de dos policías, quienes dijeron que encontraron al ingeniero a las siete y treinta de la noche, deambulando por el cruce de la avenida Benavides con Higuereta, en Surco.

Sangraba de la cabeza y parecía gravemente herido, pero rechazó todo tipo de ayuda. Estaba en short, sin zapatos ni documentos personales. Existe un parte policial que certifica lo dicho por los uniformados. Aquí cabe la pregunta, ¿lo atropellaron o el muchacho fue víctima de un asalto ‘al paso’ y al ofrecer resistencia lo golpearon salvajemente? Las lesiones son totalmente distintas en cualquiera de los casos.

Si el sobrino de Ollanta Humala caminaba y rechazó la ayuda policial, ¿cómo es que murió a las dos horas en el ‘Casimiro Ulloa’? Fuera del comprensible dolor que debe sentir la familia del presidente por la irreparable pérdida de un joven con un futuro prometedor, no nos deja de extrañar la forma tan misteriosa como se ha manejado su desaparición y su posterior deceso. Creo que la familia de un ciudadano humilde, que vive en un asentamiento humano, no dejaría de pedir justicia y el esclarecimiento de los hechos ante una situación parecida, con mayor razón si la víctima era un Humala. Extraño, muy extraño. Apago el televisor.

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