Este Búho escuchó canciones de los desde que tuvo uso de razón. Me gustaban las melodías, pero no sabía quiénes las tocaban. La primera vez que supe que ‘esa’ canción era de un grupo llamado ‘The Rolling Stones’ fue a los diez años y estaba en quinto de primara en el colegio ‘Hipólito Unanue’. Los grandazos de quinto de media tenían la suerte de tener la radio del colegio a su disposición en las horas de recreo. Se computaban disjockeys y pasaban buena música. ‘Satisfaction’ y ‘Angie’ las tocaban hasta el hartazgo. Hasta mediados de los noventa los sentimos cerquita, en Argentina y Brasil. Pero a nuestro país solo llegaron Jagger y Richards como ‘mochileros’ a finales de los sesenta. En este 2016 por fin tocarán en Lima.

Este columnista cree que la llamada ‘mejor banda del mundo’ ofrecerá, este domingo, el mejor espectáculo en la historia de los conciertos en el país. Es tal vez su última gira. Los ‘dinosaurios del rock’ llevan tocando más de 50 años juntos. Aunque los terribles depredadores del mesozoico desaparecieron, los Stones continúan, desafiando al tiempo, a la naturaleza y hasta a la razón. Millones de hombres, a la edad de Mick y Keith, están jubilados, viendo crecer a sus nietos o internados en asilos jugando cartas. Pero los músicos ingleses siguen arriba de un escenario destilando horas de vitalidad y fuerza. Es un fenómeno a estudiar y admirar, en tiempos como los actuales, en que un hombre a los cincuenta ya es considerado ‘viejo’, y algunos quieren jubilarlo del trabajo a la fuerza o es motivo de burla de los ambiciosos ‘cachorros’ de veinte o treinta años, que reclaman protagonismo. Felizmente, en la música, como los vinos, las mejores cosechas son las más añejas.

Mick Jagger y Richards trabajan juntos desde 1960, cuando fundaron su banda ‘Little boy blue and the blue boys’, junto al recordado Brian Jones, quien salió de la banda después de una broncaza con Keith, porque este le quitó a su novia, la modelo italiana Anita Pallenberg. A partir de 1962 tomarían el nombre que hoy ostentan. Uno ve sus fotos y comprueba que solo sus cabelleras largas están como en los viejos tiempos, gracias a millonarios tratamientos capilares, hormonales y de reacondicionamiento. Pero sus rostros, como ‘El retrato de Dorian Gray’, la célebre novela de Oscar Wilde, sí se muestran ajados, maltratados, producto de su vida salvaje, llena de excesos de todo tipo: sexo, alcohol y drogas, no sé si es en ese orden. En 1967, Mick y Keith fueron arrestados por posesión de cocaína.

En 1973, en Toronto, la policía halló heroína en la habitación de Richards y fue arrestado y condenado a un año de prisión suspendida. Sin embargo, la mítica banda siempre fue más grande que sus problemas. Han editado 53 discos, vendieron más de 200 millones de copias y en sus últimas cinco giras mundiales recaudaron mil 600 millones de dólares. Pero los años no pasan en vano. Hoy, en sus tours, viajan con un equipo médico donde la estrella es un galeno geriatra. Cosas de la edad. Para calentar el ambiente previo al concierto, porque este columnista también estará en el ‘Monumental’, debo recomendar a los lectores ver la notable película documental ‘Shine a light’ (2008), de Martin Scorsese. La cinta, cuyo título es de una canción de 1972, los muestra tal como son.

Hay un genio, cerebro y dictador, Mick; mientras Keith Richards y Ronnie Wood se emborrachan y juegan billar. Jagger atormenta a Scorsese, porque no está de acuerdo con algunos decorados y luces del show, que se escenificaría en un pequeño teatro donde asistirían personalidades como el expresidente Bill Clinton y su esposa Hillary. Lo alucinante es que el director no podía establecer el tipo de cámaras que iba a utilizar, si es que no sabía la lista de canciones de la noche. Estaba loco, desesperado. Mick se encerró en su camerino y no le daba cara. En un último recurso, fue donde Richards, que seguía jugando y tomando un traguito con Ronnie. ‘Keith, ¿ya saben con qué tema van a abrir?’. ‘No, Marty. Mick todavía no nos ha dado la lista. Te toca taquear Ronnie, ja, ja, ja’. Así funcionan los Rolling Stones, tal vez ese es el secreto de su unión incólume de un siglo dividido en dos partes. Me quedé corto. Mañana continúo. Apago el televisor.

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