Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un churrasco jugoso con arroz graneadito, papas sancochadas, ensalada y un refresco de maracuyá. “María, revisando El Comercio vi las fotos satelitales que muestran la inmisericorde deforestación que la minería ilegal sigue perpetrando en la Reserva Nacional de Tambopata. Las imágenes muestran el antes y el después de esa zona de Madre de Dios afectada. En enero de este año se asientan en el lugar campamentos mineros ilegales y en abril, o sea solo tres meses después, 130 hectáreas de áreas verdes, casi toda selva virgen, es reducida a fango, árboles talados y residuos químicos que hacen imposible el resurgimiento de cualquier forma de vida.

Las fotografías son chocantes, indignan, por la magnitud de los destrozos. Es como ver las imágenes de un cáncer maligno y agresivo que crece y crece en el cuerpo de una persona, matándola de forma irremediable. Esas 130 hectáreas de bosque arrasados son equivalentes a ¡¡178 campos de fútbol!! El gobierno se jacta de que somos un país con una riqueza natural increíble, de las más grandes del planeta, pero somos incapaces de cuidarla.

Dejamos que criminales multimillonarios, en su búsqueda enloquecida de oro, utilicen a miles de personas pobres para destrozar un verdadero paraíso, que no solo pertenece a los peruanos, sino a todo el planeta. Y nadie es capaz de frenarlos. Esos individuos que han hecho su fortuna depredando la naturaleza solo merecen estar en la cárcel. Sin embargo, hasta han llegado a colocar a sus representantes en el Congreso para que defiendan sus intereses. ¡O sea que, encima, los financiamos! En casi cinco años, el gobierno de Ollanta Humala ha sido incapaz de frenar este crimen contra el mundo. Ni siquiera ha podido instalar una base militar en La Pampa para imponer el orden, pues los mineros informales se enfrentan con armas a la policía. Estas 130 hectáreas solo son una pequeñísima parte de la punta del iceberg.

En los últimos años, miles de hectáreas de bosques han sido destrozadas, y con ellas miles de animales desaparecieron. Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski están en la obligación de incluir en sus agendas la lucha contra las poderosas mafias de la minería ilegal, que apenas ven amenazado su multimillonario reinado de destrucción, organizan paros regionales en los que movilizan a miles de personas durante días y semanas. Trasladar, alimentar y pagar a estos ejércitos de hombres y mujeres cuesta muchísimo, pero plata les sobra. A esos sujetos el Estado debe enjuiciarlos, meterlos presos y hacerles pagar con sus fortunas todo el daño que vienen haciendo durante años”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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