Este Búho recuerda con nostalgia ese paraíso cultural llamado Quilca, en el Centro de Lima, donde más de una vez perdí el corazón y la razón. Ya no es el point de antes, es evidente. Pero tampoco ha perdido esa mística subte, donde hasta ahora se reúnen esos vampiros bohemios del siglo pasado. Además de hallar verdaderas joyitas literarias, uno podía actualizarse con la movida musical que existía en el mundo. Eran los 90 y en ese jirón oscuro, rodeado de bares y librerías, escuché por primera vez a Nirvana, la emblemática banda estadounidense liderada por . La voz del cantante salía del parlante de una radio como un grito desgarrador, que estremecía las entrañas.

Era ‘Something in the way’, una canción que Kurt Cobain escribió sobre sus noches bajo el puente de la calle Young, en su ciudad natal Aberdeen, una pequeña localidad situada en el oeste del estado de Washington, Estados Unidos. Desde pequeño tuvo que ingeniárselas para conseguir un lugar donde dormir: en la casa de sus amigos, en la sala de espera de los hospitales, en departamentos abandonados. Y cuando no encontraba dónde, se refugiaba bajo aquel puente y se cubría con trozos de cartón. Su voz reflejó esa vida dura, cargada de tristeza, de depresión y soledad. Aquella vez lo escuché por la radio, y me quedé con la sensación de querer abrazarlo y preguntarle: ‘Hey, muchacho, ¿estás bien?’ Estoy seguro que me hubiera dicho que no. Que estaba jodidamente triste.

Nunca se supo adaptar a la fama, esa que consiguió cuando lanzaron al mercado uno de los CD más espectaculares que haya oído: ‘Nevermind’ (1991) y del cual se desprende ‘Smells like teen spirit’, considerada una de las mejores canciones de la historia, y que Kurt Cobain llegó a odiar porque tenía que cantarla en cada concierto que ofrecía. En aquella producción ya se podía percibir claramente el contenido lúgubre, sombrío y deprimente de sus canciones. En ellas, volcaba sus emociones, su vida entera. La música era su guarida, su último refugio. Sobre todo, después de que sus papás se separaron, cuando él apenas tenía 8 años. Esa edad en que los niños no entienden de divorcios. Él nunca lo entendió y fue determinante para su vida y para su personalidad. Se hundió en la depresión y, a los pocos años, comenzó a fumar sus primeros ‘porros’ de marihuana. Su carrera musical crecería al mismo ritmo que su adicción.

Si la separación de sus padres desvió su vida hacia caminos oscuros, su relación con Courtney Love lo llevaría a la muerte. Ella fue una cantante, bailarina exótica y groupie que durante toda su juventud se encargó de perseguir y acosar rockeros. Kurt Cobain se enamoró de ella perdidamente, aunque la relación fue enfermiza y destructiva. Unidos por las drogas, la gran diferencia entre Courtney y Kurt era la ambición. El cantante jamás tuvo interés por el dinero, solía comprar su ropa en tiendas de segunda mano. Mientras que ella despilfarraba la fortuna de su pareja en vicios ya conocidos y en comprar autos de lujo. Muy pronto se casaron y tuvieron una hermosa hija: Frances Bean Cobain, quien en su adultez reveló que no le gustaba la música de su padre. Durante su embarazo, Courtney hizo una escalofriante revelación que indignó al mundo: “Consumí heroína mientras gestaba”.

Muchos de su entorno, hasta su propio padre, dicen que era así: fría, calculadora, ambiciosa y perversa. Por eso no extraña que hasta hoy se especule que estuvo involucrada en la muerte de Kurt Cobain, quien se suicidó de un balazo en la cabeza el 5 de abril de 1994 en su casa de Seattle. Las especulaciones tienen bases fundadas, pues la escopeta que usó para matarse era tan larga que sus brazos no habrían llegado. Otro motivo fue el hecho de que no encontraron huellas dactilares en el arma, lo que significa que alguien se encargó de borrarlas.

Lo curioso fue que a pocas semanas de la muerte de su esposo, Courtney lanzó su grupo musical. Algunos amigos de la pareja comentaron que Kurt Cobain estaba pensando en divorciarse de ella, por lo que le cedería la mitad de su fortuna, pero con su muerte esta se quedó con todo. Como sea, la justicia norteamericana determinó que fue un suicidio. Reacio a ceder entrevistas y a aparecer en medios de comunicación, el cantante se animó a grabar un acústico con la cadena musical MTV, del cual se arrepentiría años después. Ya para entonces era una estrella del rock. A sus cortos 27 años Kurt Cobain ya había revolucionado la escena musical. Apago el televisor.

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