Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una jalea de cachema con yuca y chifles, servido con un aliño de cebolla, culantrito, limón y aceite de oliva. Para tomar se pidió una chicha morada fría. “María, la violencia que se vive en el Callao es de terror. Algunos de los barrios más peligrosos, dominados por bandas de sicarios, extorsionadores o ‘marcas’, son territorios sin ley por cuyas calles los criminales caminan con armas de fuego a la vista de todos. El programa ‘Panorama’ emitió el domingo el informe de la captura de siete integrantes de ‘Los injertos de Cori’, delincuentes que en su mayoría no pasan de los veinte años. Fueron capturados en un departamento abandonado de un viejo solar del picante barrio de la cuadra 2 de Carrillo Albornoz, zona roja del Callao, donde se emborrachaban, drogaban y planeaban nuevos golpes. Pese a sus escasas edades, estos delincuentes son investigados por robo a mano armada a taxistas, secuestros al paso, extorsión, tráfico de drogas y sicariato.
El cabecilla, ‘Rudy’, el menor de todos, es un adolescente que apenas cumplió la mayoría de edad, chiquito y malnutrido, pero sin problemas para matar, confesaba al interrogador de la policía: ‘Tres fríos tengo, nada más, padre’. Aceptaba que había quitado la vida ‘nada más’ que a tres personas, como si no tuviera mucha importancia. Contó que a una de sus víctimas le disparó cuando ‘yo fui a comprar pan y se me achoran. ¿Qué chu… me miras?, le digo, y ya pues’. A un rival apodado ‘Cara de rata’ lo asesinó en venganza porque habría matado a un primo suyo. Su relato frío del crimen, como si estuviera contando un partido de fulbito, pone los pelos de punta. ‘Le apunto en el pecho, la cabeza y el ojo, jefe, eso es todo’. Lo mismo pasa al recordar cómo mató a otra persona en el barrio de ‘Sarita Colonia’, ‘trabajito’ por el que habría cobrado dos mil soles. ‘Llegué a Sarita, al destino.
Él ha estado afuera, parado. Lo he mirado, me he sentado y he esperado a que se siente, y le he metido de frente el tiro, nomás, jefe’. Estos muchachos son la nueva generación de asesinos que ya está tomando el lugar de los ‘antiguos’. La diferencia es que cada vez son más sanguinarios, como lo demuestra el tal ‘Rudy’ que, dicho sea de paso, con tantas autoridades corruptas en el primer puerto es muy probable que salga libre pronto, pese a la confesión de sus homicidios. La policía señala que los delincuentes en el Callao comienzan a integrar bandas a los 13 años o menos. Aprenden a manejar armas y muchos de sus robos y otros crímenes los cometen en el mismo barrio. Cuando tienen la mayoría de edad comienzan a dar sus golpes en otras zonas. Es triste decirlo, pero estos jovencitos que acaban de dejar la niñez parecen irrecuperables. Son generaciones perdidas, lacras. ¿Qué hacer con ellos?”. Pucha, qué triste. Me voy, cuídense.