Este Búho ha escrito ríos de tinta sobre dos series de culto, la versión original inglesa de la BBC y la adaptación norteamericana del mismo título: . Como siempre, los sobrios ingleses solo emitieron dos temporadas, que fueron como un disparo en la sien, en las que contaban la historia de Frank Underwood, quien complota con su esposa desde su puesto de congresista del Partido Laborista, y termina, a través de intrigas, engaños y asesinatos, encaramado como Premier inglés.

En el inicio de la serie, se aprecia el río Támesis, el Palacio de Buckingham, la Cámara de los Lores, y se ve cómo una tremenda y gorda rataza se pasea en primer plano. Los norteamericanos de Netflix, siempre ampulosos, contrataron al notable director David Fincher (‘Pecados capitales’, ‘Zodiaco’) para dirigir la versión ‘gringa’ de la serie y, por si fuera poco, dos estrellas de Hollywood encarnaron a los personajes principales: Kevin Spacey como Frank Underwood y Robin White como su bella e intrigante esposa Claire. Esta serie ya va por su cuarta y sorprendente temporada.

Por otro lado, en el año 2012, una productora y guionista afroamericana, Shonda Rhimes, se animó a presentar una serie que también mete sus narices en la Casa Blanca. Solo que Rhimes no era una productora cualquiera, había sido la creadora de ‘Anatomía de Grey’, que le valió recibir el ‘Globo de Oro’ a la mejor serie dramática. Pese a los pergaminos de la autora, comparada con ‘House of Cards’, *‘Scandal’ *era una serie B, con actores sin lustre, desconocidos y solo la protagonista tenía cierto ‘caché’, Kerry Washington, quien interpretó el papel de la sufrida esposa de Ray Charles en el biopic ‘Ray’, la misma película con la que Jamie Foxx ganó un Oscar. Sin embargo, en ‘Scandal’, Kerry no haría de ‘sufridita’, sino todo lo contrario. Dio vida a la protagonista Olivia Pope, una bella morocha que trabajó en el Área de Comunicaciones de la Casa Blanca y que conocía al dedillo los terribles escándalos que involucran a políticos, congresistas e, incluso, hasta a los propios miembros de la familia presidencial.

Entonces se dio cuenta de que se necesitaba más que empleados de confianza para ayudar a resolver esos delicados problemas. Fue así que formó una empresa, Olivia Poe & Asociados, para dedicarse a resolver todo tipo de escándalos que sucedan en Washington, desde ‘limpiar’ a un drogado piloto de avión que causó un accidente en el que murieron decenas de pasajeros, a un político violador o a una esposa que manda matar a su marido gobernador porque la engaña con hombres. De esta manera transcurren los días en la agencia de Pope. Comparada con ‘House of Cards’, más que presentar trapos sucios del verdadero poder, la serie muestra los desechos de papel higiénico del baño. Hasta que, finalizando esa temporada, el mismísimo presidente Fiztgerald Grant III le solicita una ‘ayudita’ a su antigua empleada. Le pide que le ayude a deshacerse de una becaria de la Casa Blanca, Amanda Turner (Liza Well), quien se está poniendo pesada y, para colmo, la primera dama, su esposa Millie, acaba de ser elegida congresista. ¿Bill Clinton, Monica Lewinski e Hillary Clinton escuché por ahí?

Después de eso ya nada será igual, y Shonda Rhimes le va a imprimir un rumbo tan frenético y desquiciante, con situaciones inverosímiles, pero que han mantenido, hasta su quinta temporada, enganchados a los televidentes, como si las ondas del televisor transmitieran una droga que se aloja en el cerebro, mismo ‘Videodrome’, de David Cronenberg. La bella Pope termina como amante del presidente, su ‘Fitz’, y tienen sexo en la Casa Blanca. El presidente pierde la cabeza por la morocha y pide el divorcio a su esposa. Una empleada envidiosa de Pope, porque la amante anda metida en la Sala Oval y es una ‘Montesinos’ en la sombra, manda videos a la prensa y denuncia públicamente el adulterio del presidente con la comunicadora. ‘Scandal’ es lo que su nombre señala, un escándalo. Ni siquiera la nominan en los ‘Globos de Oro’, pero allá anda muy oronda su creadora, inflada como un pavo real, porque la nombraron entre los cien personajes mas influyentes de Estados Unidos. Es la otra cara de una moneda (falsa) del retrato del poder en Norteamérica, tal como lo es ‘House of Cards’. Apago el televisor.

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