El Chato Matta llegó al restaurante por un plato grande de chanchito en caja china, papitas doradas, ajicito molido y una agüita de cebada para bajar la grasita. “María me timbró el gran Pancholón, el abogado mujeriego y partidor. Se escuchaba una bullaza. ‘Una cerveza voy a tomar,/una cerveza quiero tomar y así olvidarme/de aquella trampa, de aquella trampa mortal… Otra cerveza voy a pedir, otra cerveza para brindar y no quedarme/sin esperanzas tal vez… Porque vos se nota que no me querés…’. ‘Chato, tú eres mi hermano, baja urgente al local de Felipe que estoy con mi fiel psicóloga, voy a abrir una botellita de whisky. Llegué y encontré a Pancholón eufórico. ‘Chato, tú eres varón y no malagradecido como el doctor Chotillo. Ya te conté que odio todas esas cosas modernas como el Facebook, Twitter, Instagram, selfies y otras idioteces. Yo soy de los clásicos, cuando me gusta una mujer, voy de avance face to face y nada de redes sociales. Pero estoy dolido, odio a la gente desleal. Tú sabes que Chotillo siempre fue mi ‘calichín’, le di color y lo introduje en el mundo de las trampas, las sacaditas de lengua y el ‘dame que te doy’. Sin mí, no sería nadie. A los 30 años le abrí los ojos al mundo de la canallada porque era sano y después quiso competir y superar a este pechito. ¡Jamás! Tendría que volver a nacer. De viejo no te puedes volver caminante. Él siempre ha sido hincha, nada más. ¡¡Pero mira cómo me paga!! Sacó su Tablet, entró al Facebook de la psicóloga y me enseñó lo que había escrito el prestigioso cirujano, abierto para que todos lo vean.

‘Pancho, dirás que soy chueco, soplete, doble cara y mil insultos más. Quizá tengas razón, yo fui tu alumno y fiel discípulo. Por ti salí de virgen a los 30 años. Me presentaste a los calzoncitos sucios más ardientes y espectaculares de San Martín, el Callao, Los Olivos y Breña. Claro que tampoco era gratis, pues siempre me pedías peaje para el ‘telo’, el roncito X0, el chicharroncito de pollo y hasta la gasolina de tu camioneta. No voy a negar que aprendí mucho. Pero Pancho, ya han pasado muchos años y sigues en lo mismo, la mala vida. Ahora yo soy feliz con mi Mery de toda la vida, que es una mujer de su casa, que me quiere y no me rebusca los pantalones o me pepea como tus amigas. Tú no eres feliz. Ya estás viejo, Pancho, ¡andas de cama en cama con chibolas que pueden ser tus hijas! Si ‘La posada’ hablara, uffff… Ya estás en el ocaso. Hablé con Mery y le conté todas las perradas que hicimos juntos. Ella me dice que a ti te falta amor sincero. Esas mujeres que paran a tu lado solo buscan pasarla bien, subir a una camioneta del año, trago gratis, su sanguchón, su gaseosa y un sencillo. Encima estás mal de la próstata, vas a acabar mal. Iba a poner tu foto, pero no lo hago para que no digas que soy largador’. Pucha, fue como una bomba. Pancho se tomó un trago de whisky, abrazó a su fiel psicóloga y me dijo: ‘Chato, mira cómo te pagan los cuervos. Miles de veces lloró en mi hombro y ahora me quiere tirar en cancha, pero esto no se quedará así…’”. Pucha, ese Pancholón y Chotillo son tal para cual. Cuídense.

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