Este Búho rinde homenaje a los militares valientes que dieron su vida por la democracia hace menos de una semana en la selva de Junín. Esos esforzados hombres que dejaron viudas, hijos huérfanos y padres ancianos son verdaderos héroes a los que el Perú debe mucho y que, sin embargo, el Estado no se cansa de maltratar. Muchas veces son jovencitos de 18 años a los que mandan al monte a pelear con enemigos invisibles y arteros, acostumbrados a atacar por la espalda. Ahora que estos mártires ya no están, lo mínimo que debe hacerse es cumplir con otorgar a sus familias todos los beneficios que les corresponden por ley. Basta ya de ver a viudas llorosas rogando durante meses e incluso años que se cumplan sus derechos, como si estuvieran mendigando.
Estos combatientes, que ofrendan sus vidas para que todos los peruanos vivamos sin el flagelo del terrorismo, merecen el reconocimiento del país. Dicho esto, las elecciones del domingo último han marcado un nuevo mapa político en el Perú, que los políticos deben ser capaces de leer y entender para tomar acciones urgentes. De lo contrario, es muy probable que, en las próximas elecciones, aparezca algún radical con un discurso incendiario que llegue a sentarse en Palacio, destruya todo lo conseguido hasta hoy y nos lleve al abismo. En el sur, con la excepción de Arequipa, la izquierda ganó de forma holgada con el Frente Amplio de Verónika Mendoza. Mal haría el nuevo gobierno en considerar a estos electores como resentidos o terroristas. No lo son.
Se trata de peruanos que han sido olvidados, marginados y ninguneados durante décadas. Gente a la que no dejaron participar de la bonanza del desarrollo económico de los últimos años que tanto nos llenó de orgullo. Fueron tratados como ciudadanos de segunda clase. Esos electores, con su voto, lo que han expresado es su desesperación por ser escuchados y que sus necesidades sean atendidas. Keiko Fujimori o Pedro Pablo Kuczynski, uno de los dos, el próximo 28 de Julio asumirá la presidencia del Perú por los próximos cinco años, y una de las cosas que debe hacer el ganador, desde el primer día, es trabajar por atender los reclamos de estas regiones. Igual en el norte.
No deja de llamar la atención la alta votación de Gregorio Santos, en Cajamarca. En realidad, no debería sorprender el apoyo del que goza, pues en el 2014, estando ya tras las rejas, logró ser reelegido como gobernador. Su discurso radical antiminero tiene enorme aceptación, sobre todo en las partes altas y no urbanas de Cajamarca. Esos peruanos no rechazan el progreso, lo que pasa es simple: su experiencia con las grandes empresas mineras que operaron en esa tierra fue nefasta. Contaminaron sus tierras, sus ríos, sus hijos enfermaron por esta razón y, como si fuera poco, les tocó nada o muy poco de ese boom minero. El próximo gobierno debe trabajar duro para dar garantías a los cajamarquinos de que la explotación de proyectos tan importantes y necesarios como Conga no irán contra el medio ambiente y llevarán beneficios a su zona.
El nuevo gobierno deberá escuchar a los que están en contra, a los que se oponen. En ese sentido, PPK pasó a la segunda vuelta gracias a los votos de Lima. Pero para ganar la segunda vuelta deberá convencer al sur donde, con la excepción de Arequipa, es percibido casi como un gerente extranjero de alguna transnacional. Desde ya, tiene que dialogar con ese sur postergado. Lo mismo Keiko, quien debe saber entender el respaldo del pueblo en la elección y no convertir al Perú en su chacra. Y las promesas deberán cumplirlas porque de lo contrario arderá la pradera. Apago el televisor.
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