Mis lectores saben que las películas sobre mafia están entre mis preferidas, pero acabo de ver un filme ítalo-norteamericano llamado ‘Falcone’ (1999), que se encuentra en YouTube, dirigido por el italiano Ricky Tognazzi, donde los héroes o antihéroes no son los mafiosos que uno puede encontrar en ‘El padrino’ o ‘Buenos muchachos’. Por el contrario, aquí el héroe es un fiscal que enfrentó una batalla desigual contra la mafia, en la que varios de los más peligrosos y asesinos ‘capos’ terminaron condenados a prisión perpetua y decenas sufrieron con justicia largas condenas.
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Sin embargo, el magistrado pagó con su vida su osadía. Su nombre: Giovanni Falcone. En el filme es encarnado notablemente por el actor norteamericano Chaz Palminteri. La trama transcurre desde el año 1979, cuando el magistrado, de 40 años, ha regresado como juez a Palermo, capital de Sicilia y de la mafia. Falcone está decidido a atacar a una organización criminal que se maneja impunemente mientras en la ciudad se repite la frase: ‘La mafia no existe, es creación de los diarios del norte’. Y sabe por dónde atacarla. Su plan se lo explica a su jefe, el juez instructor Rocco Chinnici, quien acaba de asumir el cargo después que a su antecesor, Cesare Terranova, lo mataron a tiros como en el viejo oeste, con un rifle Winchester.
‘El cadáver de un hombre -sostiene- se puede desaparecer con ácido y sin cuerpo no hay delito. Con el dinero sucede todo lo contrario, siempre deja huella’. En la película, asistimos al asesinato de Chinnici, quien en 1983 apoyaba los planes de Falcone, por lo que también es acribillado a manos de los sicarios de Salvatore ‘Toto’ Riina, de la facción más salvaje de la camorra, ‘Los corleoneses’. Estos, aparte de sostener un enfrentamiento contra el Estado, llevaban en paralelo una guerra contra los ‘capos’ de Palermo, quienes los subestimaron.
Corren ríos de sangre. Vemos a Falcone trabajar de sol a sol apoyado solo por su mejor amigo y colega, el magistrado Paolo Borsellino. Juntos serán el ‘dúo dinámico’ en la lucha antimafiosa y compartirán un trágico final. Giovanni empieza por primera vez a investigar el circuito del dinero y las transacciones bancarias. Descubre que las grandes inversiones inmobiliarias de los mafiosos en Palermo provienen del tráfico de la heroína entre Sicilia y Estados Unidos. Aquellas investigaciones culminaron con el famoso ‘Maxiproceso’ contra la mafia en 1986, donde logró sentar en el banquillo de los acusados a 400 mafiosos, muchos de ellos ‘capos de capos’, y se les dictaron condenas que sumaban más de 2 mil 500 años.
Todo eso lo vemos en el filme de Tognazzi espléndidamente recreado. Sobre todo observamos cómo logró convencer al mafioso Tommaso Buscetta, recién extraditado de Brasil, para que testifique contra la ‘Cosa Nostra’. Buscetta es llamado ‘el capo de dos mundos’ porque traficaba con droga de Sicilia a Europa y a Estados Unidos. F. Murray Abraham, el siniestro Omar, lugarteniente de Frank López (Robert Loggia) en ‘Caracortada’ (1983), de Brian De Palma, interpreta sorprendentemente a Buscetta. Se reúnen solos en una prisión romana. El juez no confía en nadie. El capo relata y el juez escribe más de 329 folios de confesiones. El legendario Tommaso se convirtió en el primer gran arrepentido de la mafia siciliana. Quería venganza, pues ‘Toto’ Riina, al no poder matarlo a él, manda asesinar a sus dos hijos y los desaparece en ácido. También a su yerno, su hermano y su cuñado.
‘Yo no soy un traidor, el traidor es Riina que mata niños y mujeres, y traiciona los códigos de los hombres de honor’, reclama. Da nombres, cuenta divisiones, asesinatos no resueltos y como estrella del ‘Maxiproceso’ se da el lujo de confrontar cara a cara al capo Giuseppe ‘Pippo’ Caló, socio de Riina, a quien acusa a haber matado a sus dos hijos, ‘a quienes tuviste en tu regazo de niños’. Todos esos dramáticos episodios de la vida real los vemos recreados en el largometraje. En la despedida entre ambos, el capo de 56 años le hace al juez una advertencia: ‘No creo que el Estado italiano tenga verdadera intención de combatir a la mafia. Le advierto, doctor Falcone, que después de este interrogatorio usted se convertirá en una celebridad. Pero buscarán destruirlo física y profesionalmente. No lo olvide, la cuenta que ha abierto con la Cosa Nostra no se cerrará nunca’.
La película se adentra en el interior de la personalidad del juez. Su obligada soledad, porque la sociedad lo sabe un personaje condenado, un blanco fijo. La incomprensión del poder que está lejano, en Roma, el sabotaje de sus colegas envidiosos o comprados por la mafia. Cuando parece que ha triunfado y ha logrado encarcelar a sus enemigos, se casa con una guapa y valiente magistrada como él, y se hacen premonitorias las palabras de Tommaso Buscetta. La película finaliza con el terrible atentado dinamitero ejecutado la tarde del 23 de mayo de 1992. Aquel día, el juez Giovanni Falcone quiso conducir tras llegar al aeropuerto de Palermo. Su esposa, Francesca Morvillo, iba a su lado.
Ninguno llevaba el cinturón de seguridad y con la explosión salieron despedidos. Murieron también tres guardaespaldas. Desde el lugar donde saltó por los aires el Fiat blanco puede verse la pequeña colina desde la que el sicario Giovanni Brusca, por orden del mafioso Salvatore ‘Toto’ Riina, activó el detonador de los más de 400 kilos de dinamita oculta bajo la carretera. La respuesta del Estado por la muerte del magistrado le dio una estocada mortal a la Cosa Nostra. En el colofón, una voz en off sostiene que quien ordenó su muerte, Salvatore ‘Toto’ Riina, fue capturado en 1993 y murió en la cárcel de Parma. Apago el televisor.