Este Búho ha visto más de tres veces la obra maestra del director Martin Scorsese, ‘The Irishman’ (El irlandés), en la plataforma de Netflix, porque por mi trabajo no pude verla en el circuito comercial. Quiero entrar de lleno a la película, pero no voy cometer ningún ‘spoiler’ chismosón. Solo puedo decir que el hecho de que esta película también se encuentre en Netflix no es culpa de la multinacional, sencillamente ningún estudio pudo costear el multimillonario presupuesto de este testamento de las películas de mafiosos.
Creo que después de ‘El irlandés’ no habrá un filme más sobrecogedor y redondo sobre las tristemente célebres organizaciones de la ‘Cosa Nostra’. Netflix pagó capricho, una millonada de dólares que ningún estudio de Hollywood quiso pagar porque sostenían que el director estaba contratando a actores que, si bien tuvieron sus años de gloria y sus estatuillas del Oscar, ‘ya no eran taquilleros’.
Eso hirió en lo hondo a un genio como Martin Scorsese, que supo hacer una obra maestra como ‘Taxi driver’ (1976) con un iniciado Robert De Niro y una niña de doce años llamada Jodie Foster. Por eso, esta columna se las dedico a algunos de mis lectores jóvenes que están molestos con el director porque piensan que el cine es el cine y a la TV no deben llegar las obras maestras. Pero esa es una discusión que no voy a abordar ahora, pues lo más importante es ‘El irlandés’.
En esta película quien se lleva todos los honores es Joe Pesci. El tremendo actor, cuyo nombre era sinónimo de ‘mafia’ después de su extraordinario papel en ‘Buenos muchachos’ (1990), como el sicópata asesino que es masacrado por sus secuaces en la escena más violenta, creo, en la historia del cine, al principio no aceptó el papel.
Martin Scorsese confesó que Pesci rechazó ‘más de cincuenta veces’ el rol del mafioso Russell Bufalino. Robert De Niro lo fue a buscar en su retiro y le planteó las cosas claras: ‘Joe, quién sabe que después de esta ya nunca habrá otra oportunidad’. Pesci le retrucó: ‘Robert, ya estamos viejos, yo más que tú, es imposible’. Allí entró la llamada de Scorsese: ‘Joe, la película va a ser la más cara en la historia de los filmes de mafiosos y ¿sabes dónde se irá el más grande presupuesto? ¡¡En los maquillajes jajaja!!
Y es verdad, esta es una historia que comienza con tres hombres maduros: el líder mafioso Russell Bufalino (Pesci), el camionero irlandés que se vuelve sicario de la mafia (De Niro) y el mítico líder sindical, hijo de holandeses, un humilde camionero llamado James Hoffa (Al Pacino). Este llegó a constituir el más grande sindicato de los Estados Unidos, ‘la hermandad de los camioneros’, que tenía más de un millón de afiliados y que si paralizaba, también paralizaba a todo Estados Unidos.
Tanto poder tenía ese sindicato que Bobby Kennedy, hermano menor del presidente John F. Kennedy, fiscal de la nación y quien persiguió a Jimmy Hoffa, acusándolo de acumular poder al asociarse con las temibles mafias italianas, reconoció que ‘después del presidente, Jimmy Hoffa es el hombre más poderoso del país’. La película tiene uno de sus puntos centrales en la desaparición de la faz de la tierra de Jimmy Hoffa, el legendario sindicalista encarnado por Pacino.
He escuchado críticas a la actuación del veterano actor, pero creo que son injustas. Al Pacino ha visto centenares de horas de grabaciones de Hoffa, es histriónico hasta el paroxismo, así lo interpreta el ganador del Oscar. Pero, para terminar, me quedo con la actuación de Joe Pesci. Bufalino se roba la película. Sus gestos, su manera de manipular a las personas, a su sicario favorito. Todo me apunta a que Joe Pesci debería recibir un Oscar al mejor actor secundario. Me quedo corto. Seguiré escribiendo sobre esta extraordinaria película.
Apago el televisor.