Este Búho no deja de asombrarse con las series de televisión vía cable, como las de HBO, o mediante ‘streaming’, como las de Netflix. Esta última nos sorprendió con la serie política ‘House of cards’. HBO dio la hora con las memorables ‘Los Soprano’ y ‘Juego de tronos’. Ahora la primera impresiona al mundo con una serie que se emitió en julio de este año y ya se convirtió en un fenómeno mundial: ‘Stranger Things’ (‘Cosas extrañas’).
No sabía de su existencia hasta que, de casualidad, la vi entre la gran oferta de series de TV de Netflix. Devoré los dos primeros capítulos de corrido y me quedé con la boca abierta. La historia, de ‘Stranger Things’ definitivamente, rinde homenaje al cine de la niñez de la década de los 80. Por algo está ambientada en un pueblecito de Indiana (USA) en 1983, con toda la ‘tecnología rudimentaria’ de esa época.
Los cuatro niños héroes de ‘Stranger Things’ no tienen celular y se comunican felices con ‘walkie-talkie’. Por el antiguo estéreo se escuchan canciones emblemáticas de la década, como ‘Should I stay or should I go’, de The Clash. Para mí, los creadores de la serie, los hermanos Matt y Ross Duffer, hacen homenaje a ese entrañable cine fantástico protagonizado por niños, como ‘ET’, de Spielberg; la inolvidable ‘Cuenta conmigo’ (‘Stand by me’) de Rob Reiner; ‘Los Gonnies’ o; la más reciente, ‘Super 8’ de J.J. Abrams.
Pero ‘Stranger Things’ también tiene de cine adolescente de John Hughes ‘La chica de rosa’, por los romances en la preparatoria, o terroríficas de David Cronenberg, como ‘Scanners’ (‘Mentes destructoras’). En literatura, puede ser un merecido homenaje al prolífico escritor Stephen King.
El argumento central de ‘Stranger Things’ es el siguiente. En un pueblecito tranquilo, donde los pocos habitantes se conocen entre sí, hay una misteriosa planta propiedad del gobierno, fuertemente cercada. Ni bien se inicia la serie, un científico es perseguido por una extraña criatura que lo devora. En otra escena, cuatro niños juegan a ‘Capturados y dragones’ hasta las 8 de la noche.
Los tres se van a su casa en los Ferrari de la niñez de los 80: la bicicleta. ‘Will’, el menor del grupo, es perseguido por una extraña criatura, presumiblemente la ‘cosa’ salida del misterioso laboratorio. Lo cerca en su casa y el niño desaparece. Su madre, una increíble Winona Ryder en el papel de una mujer abandonada por su marido, divorciada, nerviosa y fumadora compulsiva, lleva toda la carga emocional de la serie porque busca desesperadamente a su hijo y termina convencida de que no está muerto, que él puede comunicarse con ella por intermedio de la electricidad.
Paralelamente, un grupo de científicos encabezados por el doctor Brenner (siniestro Matthew Modine) llega a la planta a verificar los daños y comprueba que también a huido una niña. Esa niña es ‘Once’ (Eleven) que anda descalza y rapada. Los sicarios del gobierno están dispuestos hasta a matar con tal de encontrarla. Pero ella se juntará con los tres entrañables amiguitos de ‘Will’, el niño desaparecido, y juntos emprenden su búsqueda enfrentando a una serie de peligros.
La niña tiene poderes de telequinesis y es un arma letal. Resulta cálida esa ambientación de la Norteamérica en ‘Stranger Things’ de películas como ‘Gremlins’, ‘El joven manos de tijera’, de casas junto a bosques, ríos, nieve, lluvia y misterio. Allí familias típicas, chicas de preparatoria enamoradas del galán del colegio, madres jefes de familia y papás que leen el diario y ven televisión, nos remontan a nuestra inocente niñez.
‘Stranger Things’ toma de muchas películas de terror emblemáticas de los 80, como ‘Poltergeist’, con ‘Will’ perdido en otra dimensión, que se pone en contacto con su madre. Los creadores pensaron en brindarnos sola una temporada y luego una especial como final. Pero tanto fue el reclamo de los fanáticos en las redes que se avecina una segunda temporada.
Mientras tanto, no permitan que construyan plantas del gobierno en los alrededores de su barrio. ‘Stranger Things’ es una serie para verla con toda la familia, como en los años maravillosos. Apago el televisor.