Este Búho escribía ayer sobre los inicios de Sendero Luminoso. Conté cómo Abimael Guzmán Reynoso había vivido una infancia trágica por ser hijo no reconocido de un reputado abogado arequipeño y su madre, una guapa chalaca, lo llevaba a las provincias donde trabajaban sus parejas, la mayoría extranjeros. Como el pequeño Abimael no la dejaba vivir una vida de ‘soltera’, terminó dejando al pequeñín con sus abuelos, que lo metieron a estudiar al colegio nacional Dos de Mayo, donde se burlaban de sus chapas en las mejillas y su acento de niño de la sierra, pues había vivido mucho tiempo en Puno. Alertado su padre de que su hijo había abandonado el colegio y estaba casi como un criado en la casa de uno de sus tíos, se lo llevó a Arequipa, donde su esposa, una bondadosa dama chilena, lo crio como a un hijo. Recibido con honores en la Facultad de Filosofía, Abimael había encabezado una rebelión contra el líder de Partido Comunista ‘Bandera Roja’, Saturnino Paredes Macedo. También reseñé que se dedicó a la docencia en la Universidad San Cristóbal de Huamanga, donde llegaron a enseñar destacados intelectuales de Lima. Curiosamente, Guzmán, con el apoyo de los estudiantes radicales de su partido, se había encaramado en la jefatura de personal de la universidad y se dedicaba a botar a los excelentes profesores porque no eran de su partido o ‘por revisionistas’ o ‘procubanos’. Por las noches galanteaba a una muchacha de dieciocho años -la historia del romance, matrimonio y vida de Augusta La Torre está escrita en un libro imprescindible para conocer a Sendero Luiminoso y la preponderancia que poseían la féminas en el partido: ‘La mujeres de Sendero Luminoso’ de Robin Kirk, publicado en 1993 por el Instituto de Estudios Peruanos. Allí se señala que Augusta era la quinta hija de Carlos La Torre Córdova, funcionario del Banco de la Nación y secreto militante del Partido Comunista, y Delia Carrasco, profesora de un colegio de monjas. Augusta estudiaba en la Normal de Huamanga para ser profesora.
Era muy guapa, de piel blanquísima y según Kirk, ‘comentaban que se parecía a la actriz italiana Claudia Cardinale, pero con la nariz larga’. Abimael, un treintón dirigente del Partido Comunista que dominaba la universidad, visitaba por las noches al banquero, pues le había enseñado materialismo y don Carlos admiraba la seguridad y la cultura de Guzmán. Augusta le preparaba un macerado de uvas y peras fuertísimo que alocaba a ‘Gonzalo’, tanto como las piernas esbeltas de la muchachita. Ya incubaba su debilidad por el licor y la juerga, como lo demostró el video de ‘Zorba, el griego’. Abimael le comió el cerebro a la joven hablándole de la revolución. La muchacha, después de casarse a los 18 años, abandonó los estudios y se dedicó en cuerpo y alma a trabajar por la ‘revolución’ que dirigiría su marido. Lo que marcó a Augusta -según Kirk- fue el viaje a la China comunista, realizado en 1965. Allí aprendieron tácticas de ‘guerra popular prolongada’ con un veterano de la ‘Gran marcha de Mao Tse-Tung’. De regreso, la vieron adoctrinando a campesinos en Cayara, en 1978. Un año después fue vista por última vez en público en Chinchero. En ese lugar habló de la ideología del partido, de la revolución y, según testigos, fue vitoreada. De allí pasó a la clandestinidad, pues Sendero se aprestaba a iniciar la lucha armada en mayo de 1980.
De acuerdo a Kirk, con sus amigos íntimos era la misma mujer tierna, pero con los opositores se convertía en ‘una fiera y no tenía misericordia’. En 1982, ya en plenas actividades terroristas, Augusta intentó sin éxito ‘ejecutar’ a dos familiares cercanos suyos, dos hacendados, que se negaron a entregarles escopetas a los senderistas. Dos años después, sus seis hermanos y sus padres se asilaron en Suecia. Su familia no regresó al país cuando en 1991 la policía encontró en una casa de Monterrico el video del velorio de Augusta, cuya muerte habría ocurrido en 1988 y las causas hasta hoy son un misterio. En ese video, un compungido Abimael da a entender que se habría suicidado. ‘Ella, en su lamentable confusión, en su enfermedad, prefirió aniquilarse antes que golpear al partido’, enfatizó. Pero Óscar Ramírez Durán, el camarada ‘Feliciano’, en su libro ‘El megajuicio de Sendero’, sostiene que Augusta, la ‘camarada Norah’, fue asesinada en un maquiavélico complot entre la número tres de Sendero, Elena Iparraguirre, que era amante de Abimael, y el propio ‘Gonzalo’. Apago el televisor.