La procesión recorrerá varias calles del Centro de Lima. (El Comercio)
La procesión recorrerá varias calles del Centro de Lima. (El Comercio)

Este Búho no puede dejar de indignarse. Justamente en vísperas del día de Santa Rosa de Lima, que es patrona de América y también de la Policía Nacional del Perú, veo con horror y furia contenida, cómo turbas de revoltosos manifestantes que impulsan un paro indefinido violentista en Islay contra el proyecto Tía María, no solo se enfrentan, agreden y hieren a efectivos que cumplen con su deber de velar por el orden público, la propiedad privada, pública y el libre tránsito en las carreteras, sino que atacaron cobardemente con piedras y bombas Molotov la comisaría de Matarani.

¿Qué está pasando en el país? ¿Por qué dejan que los policías ‘bailen con la más fea’ solos? El presidente Vizcarra llegó a intentar resolver el conflicto y terminó ‘por las patas de los caballos’. Son solo reflexiones en este día feriado por la Santa Patrona. Antes, estas fechas eran diferentes. Permítanme ingresar al túnel del tiempo.

VISITA AL POZO DE LOS DESEOS: Recuerdo que de niño nos esmerábamos para escribirle cartitas a la venerada santa para lanzarlas con devoción al ‘Pozo de los Deseos’, uno enrejado y muy hondo, donde se apilaban miles de cartas de niños, jóvenes y adultos, ubicado en su santuario del Centro de Lima. El padre Rafael, del colegio ‘Santísima Trinidad’, nos decía: ‘Utilicen el diccionario, Santa Rosa no leerá cartas con errores ortográficos’. Los niños escribíamos las cartitas con el diccionario marrón ‘Rancés’ al costado. El cura un día me pilló escribiendo una cartita: ¿Qué le estás pidiendo a la santa, criatura del Señor? -‘Una pista de carreras con carritos a control remoto, padre’, respondí. ‘¿Qué has dicho, bellaco egoísta? ¡Pide para que no haya niños hambrientos y pueblos alejados de la palabra del Señor’, replicó. Si teníamos suerte, nuestros padres nos llevaban hasta el santuario, al final de la avenida Tacna, sino, ellos solos iban a arrojar las misivas luego de formar gigantescas colas.

A LA POLICÍA SE LA RESPETA: En este día, mi sincero homenaje a la valerosa Policía Nacional del Perú. Es la institución que defiende al ciudadano en cualquier circunstancia y sé que, como en todo organismo, hay ‘manzanas podridas’ que avergüenzan a la mayoría de agentes que han sabido poner el pecho para defender el país y a los ciudadanos del flagelo de la delincuencia común y, antes, de la insania terrorista. Mi homenaje a los valientes efectivos, honrados y comprometidos con su misión, entre ellos mi tío, el comandante en retiro don Alfonso Espinoza, el popular ‘Limeñón’, de la Benemérita Guardia Civil del Perú, quien como comisario de Maranga comandó la gran captura de la época, la del temible asaltante ‘Loco Vicharra’, prófugo de los ‘Doce del Patíbulo’, fugados de Lurigancho en los ochenta. Hoy está retirado sin homenajes, medallas, pero con la satisfacción del deber cumplido. El honor es su divisa. Permanezco en el túnel del tiempo para recordar una entrañable serie policial nacional del ayer.

‘GAMBOA’: La serie nacional ‘Gamboa’ fue concebida en la época de oro de Panamericana Televisión. Su director fue Lucho Llosa y el protagonista no era un policía de uniforme, sino un teniente de la entonces Policía de Investigaciones del Perú (PIP), que se batía ante la creciente ola delincuencial que azotaba Lima, después que los militares dejaron el gobierno. Se hizo famosa, sobre todo por el personaje principal, encarnado por Eduardo Cesti, un actor que provenía de las canteras de teatro y que Llosa logró, contra la opinión de ‘Papaúpa’, imponerlo en el papel del ‘Teniente Gamboa’. Cesti se inspiraba en detectives tipo ‘Columbo’ (Peter Falk), siempre acompañado de su fiel ayudante, el ‘galán’ Jorge García Bustamante, como el ‘Alférez Maldonado’. ‘Gamboa’ marcó época. Actuaban bellas mujeres, como la villana Lourdes Berninzon, y como una policía femenina, la primera de la tele nacional, la ojiverde Diana Quijano, que hoy triunfa en los Estados Unidos. Y también, por supuesto, la recordada chiquilla Marilda Castro, en un capítulo alucinante: ‘El rapto de la novia’, cuyo guion lo escribió Mario Vargas Llosa, tío de Lucho Llosa. Eran otras épocas, pero la delincuencia y la inseguridad ciudadana están incontrolables y nos encomendamos a Santa Rosita y a lo mejor de la policía para hacerle frente. Apago el televisor.

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