Este Búho se sorprende gratamente al conocer que la película ‘Utopía’ (2018) es una de las más vistas por el público en Netflix. Dirigida por Gino Tassara y Jorge Vilela, aborda la tragedia en la discoteca más exclusiva de Lima, a ritmo de un trepidante thriller. Todo el Perú recuerda que el fatídico 20 de julio del año 2002 se realizó en ese local del centro comercial Jockey Plaza la fiesta ‘Zoo’, para la que habían traído en jaulas a animales del zoológico. Un tigre, un león, chimpancés y, en la barra, un barman preparaba los tragos lanzando llamaradas de fuego. Pero, precisamente, producto de esas irresponsables maniobras pirotécnicas, se produjo un incendio que envolvió en fuego y humo todo el local. El triste resultado: 29 jóvenes muertos.
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En la ficción de la película nacional, Julián (Renzo Schuller) es un reportero de televisión que siente que a los 43 años ‘ya se le pasó el tren’, pues está relegado a cumplir comisiones de ‘locales’, intrascendentes para él, que aspira cumplir su sueño: realizar un gran reportaje de investigación. Esta situación le causa problemas con su pareja Elizabeth (Rossana Fernández Maldonado), quien ya no soporta que la deje plantada en situaciones importantes por cumplir con su trabajo de ‘reportero de calle’. La situación se pondrá tensa cuando ella decide abandonarlo y, junto a la frustración y sufrimiento por la ruptura, su ojo de periodista de investigación le hace topar con una noticia.
Al cumplirse 16 años de la horrenda tragedia, un puñado de abnegados padres de las víctimas denunciaban que los dueños de la discoteca, que estaban fugados en el extranjero, habían puesto un hábeas corpus en un juzgado de Cajamarca, que un juez ‘aceitado’ había aceptado, por lo que quedaban anulados los requerimientos de la justicia de los dos empresarios inescrupulosos. El filme nos muestra un antes y un después en la vida de los jóvenes de posición acomodada y su entorno familiar. Y también cómo, desde un primer momento, los propietarios Alan Azizollahoff y Édgar Paz Ravines eludieron a la justicia -según los familiares- gracias a la primera dama de entonces, Eliane Karp, quien ayudó a escapar a su amigo ‘Azi’. Paz, se supo después, se refugió en Miami y luego en México. Gino Tassara, uno de los directores del filme, realizó para América Televisión una investigación de cinco años junto a Karla Velezmoro sobre esta desgracia, pues la triste historia no culminó cuando condenaron a diez años de prisión efectiva a Percy North, el gerente -cumplió siete-, y al barman Roberto Ferreyros a cuatro.
LLEGÓ EL CASTIGO PARA LOS RESPONSABLES
Los familiares, encabezados por Luis Delgado Aparicio Porta, el ‘Doctor Saravá’, excongresista fujimorista hasta que falleció, batallaron durante años para encontrar justicia. Como en un relato kafkiano, ¡esta llegó once años después! El Poder Judicial ‘castigó’ a los verdaderos responsables de la tragedia, los dueños Azizollahoff y Paz Ravines, con una ridícula sentencia de cuatro años, mientras en su momento a Percy North, que solo era el gerente, lo condenaron a diez.
Según la revista ‘Caretas’, en un informe sobre las actividades de Azizollahoff del año 2004, este manejaba un patrimonio de ¡50 millones de dólares! en negocios no solo en Perú, sino en el extranjero. ‘Utopía’ era ‘la discoteca’ de moda. Aquella a la que solo podían ingresar jóvenes que tenían la suerte de recibir una invitación. Su pista de baile, por ejemplo, era un piso que denominaban ‘antiestrés’, de caucho industrial que absorbía el agua o los tragos que podían caer y así nadie se resbalaba. Esa madrugada había más de mil clientes. En medio de los gritos aterradores, el caos y la desesperación por el humo, circuló el rumor de que los felinos habían escapado de sus jaulas. Varios corrieron a refugiarse al baño y ahí murieron asfixiados. La película termina con los familiares en el cementerio llevando flores a sus hijos junto a Julián, el único periodista que llegó hasta el fondo del asunto. Estrenada en el 2018, muchos padres fallecidos no pudieron ver cómo la justicia se rectificaba y ordenó la extradición de los dos propietarios prófugos. En el 2020 se entregó Édgar Paz, quien llegó desde México a un penal. Solo falta para cerrar esta historia que se capture y extradite a Azizollahoff, a quien sus millones parecen hacerlo inubicable. Pero así lo ubiquen en su madriguera, nadie les devolverá sus hijos a esos sufridos padres que desde hace veinte años claman justicia. Apago el televisor.
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