
Este Búho no tiene ninguna expectativa ni esperanza en el mensaje de Dina Boluarte por 28 de julio. El año pasado leyó por más de cinco horas y la mayoría de promesas las ha incumplido. El plan de seguridad ciudadana es un tremendo fracaso, las extorsiones se han triplicado, dijo que iba a cuidar nuestros bosques y la minería ilegal sigue imparable con el beneplácito de ministros y congresistas. Están destruyendo la Amazonía impunemente.
Como lo dijo una vez el historiador Pablo Macera, el Perú es un burdel. Los parlamentarios dan dinero y puestos de trabajo a sus familiares y amigos. La cereza del pastel es el nuevo presidente del Congreso, de Somos Perú, José Jerí, acusado de violación sexual. ¡Nunca antes había pasado algo así en el Perú!
Los congresos nunca han sido populares, pero antes había gente preparada, con estudios. Ver en esa mesa a un ignorante de marca mayor como Waldemar Cerrón, que la vez pasada premió a Dayanita, junto al ‘Niño’ Ilich López es una burla al país.
Y confirma la alianza siniestra entre el fujimorismo, con Rospigliosi a la cabeza, y los cerronistas. Regalan autos de alta gama a los generales, mientras los choferes de buses son asesinados sin piedad. ¡¡Y el gobierno no hace nada!! Me agarro la cabeza para encontrar algo que describa la tremenda trasformación, no solo del país sino del mundo.
Antes, en los días de Fiestas Patrias, uno se encontraba con los vecinos en el mercado o con el taxista y se les daba el ¡Feliz 28! con abrazo incluido. Hoy esa palabra ha desaparecido. Se colocan banderas en las casas, solo porque la municipalidad te pone multa si no lo haces. Se ha perdido el respeto, la autoridad. Hasta en los hogares y colegios.
Hoy, un padre le da todo a sus hijos, cosas inimaginables en tiempos pasados, como computadoras, entradas para conciertos de sus ídolos juveniles, movilidad, gustitos, ropita, de todo. Pero si hoy se porta mal o es un rebelde sin causa, llaman a los padres y los psicólogos lo auscultan a uno como si fuera el ‘Monstruo de Armendáriz’.
Según ellos, uno no comprende al ‘diablito’, perdón, al ‘angelito’. Los malos somos nosotros. Por eso, en miles de hogares la dictadura la ejercen los hijos y los padres les tienen miedo. ¡Se pueden volver suicidas... anoréxicos... rockeros subterráneos! No a los correazos de ayer y no a los chantajes infantiles de hoy. Término medio. Diálogo, sí, pero también una mano, aunque no dura, sí firme.
Recuerden que el padre es padre y el hijo es hijo. No son amigos ni compadres. La política está degradada. Me hace acordar al sinvergüenza y ladrón de Pedro Castillo que recibía bolsas de plata a escondidas -según el testimonio del caso de Sada Goray- y salía a decir en plazas públicas que no tenía las uñas largas.
Llegó a palacio y con Dina es más de lo mismo. Los peruanos estamos hartos de esta clase política, de esos congresistas que defienden a organizaciones criminales. Estamos llenos de gente con los valores invertidos. La corrupción asquea. Si a mí me preguntan qué cosa le puedes agradecer a tu padre y qué te enseñó, yo no dudo en afirmar que me enseñó con el ejemplo y me inculcó el valor de la honradez. Y eso trato de transmitirles a mis hijos.
‘¿En qué momento se jodió el Perú?’, se preguntaba ‘Zavalita’, entrañable personaje de la célebre novela de Mario Vargas Llosa ‘Conversación en La Catedral’. Ambientada en los años cincuenta del siglo pasado, continúa siendo tan actual y sigue cacheteándonos generación tras generación. Apago el televisor.
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