Arturo Pérez-Reverte (Agencias)
Arturo Pérez-Reverte (Agencias)

Este Búho aprovecha las frías noches para cobijarse y leer clásicos de la literatura. Uno de mis libros de cabecera que siempre releo es ‘Territorio comanche’, del inmenso escritor y periodista español Pocos reporteros como él han visto la guerra tan cerca. En su libro no solo hallamos muertos, mutilados y ciudades bombardeadas, sino borracheras mientras los techos se caen, almuerzos mientras las granadas explotan (‘tres bombas más y nos largamos’, bromeaban en la mesa), amores fugaces, confesiones de colegas y sus tragedias familiares.

“Esto ocurría con frecuencia en el oficio. Uno estaba, por ejemplo, corriendo delante de un tanque libio en Yamena, y mientras tanto la legítima estaba en los juzgados de Barcelona pidiendo el divorcio”. En muchas entrevistas Pérez–Reverte contó que se inició en esta rama del periodismo por casualidad, muy jovencito.

“A los 20 años el mundo se ve diferente. Uno es cruel. Yo era joven y cruel. Yo me fui de mi casa muy pronto. Quería vivir cosas, quería moverme, quería viajar y conocer chicas guapas, amigos generosos, y emborracharme en bares y fumaderos de opio. Un día agarré una mochila y llegué a un país donde había una guerra”. Y así empezó su carrera periodística.

Muy pronto fue contratado por periódicos y después por la televisión española. Aún hoy se pueden ver sus memorables despachos en YouTube. ‘Territorio comanche’ se ambienta en el conflicto de Los Balcanes. Márquez, veterano camarógrafo de la cadena Torrespaña, está obsesionado con grabar la detonación de un puente. Nunca lo ha hecho y esa tarde está dispuesto a hacerlo, así le cueste su pellejo.

Barlés (alter ego de Pérez–Reverte), es su reportero. Mientras esperan que el ejército croata reviente el puente ante el avance de los serbios, mientras las balas zumban en sus orejas y un joven soldado muerto yace a pocos metros, Barlés va recordando sus jornadas en los distintos conflictos armados que ha presenciado, en Medio Oriente, África, Asia y Latinoamérica.

“La guerra es eso: kilos y kilos y toneladas de fragmentos de metal volando por todas partes. Balas, esquirlas, proyectiles con trayectorias tensas, curvas, lineales y caprichosas, trozos de acero y de hierro zigzagueando, rebotando aquí y allá, cruzándose en el aire, horadando la piel, arrancando trozos de carne, quebrando huesos, salpicando de sangre el suelo, las paredes”, relata.

Un periodista va a la guerra a informar

El periodista español reveló que las guerras muchas veces lo ponían frente a dilemas morales: si trabajar primero y ayudar después, o viceversa. “Un periodista no va a la guerra a ayudar. Para eso va Médicos Sin Fronteras o las enfermeras o los voluntarios. Un periodista va a la guerra a informar”... Es autor del best seller ‘La reina del sur’, que luego fue llevado a la televisión y protagonizado por Kate del Castillo. También ‘El Club Dumas’, adaptada al cine con el nombre de ‘La novena puerta’, bajo la dirección de Roman Polanski y con la actuación de Johnny Depp.

‘El capitán Alatriste’, ‘El tango de la guardia vieja’, ‘Falcó’, entre otros. “La guerra es una serie de preguntas sin respuestas. ¿Por qué un niño de 12 años, con la vida por delante, muere quemado por el napalm? ¿Por qué una bellísima niña es violada por un batallón serbio y después la degüellan y la ves muerta en los maizales? ¿Y por qué un canalla, un sinvergüenza, un corrupto, vive 80 años y muere en la cama, respetado, y le hacen monumentos en su pueblo y pasa a la historia como un prócer de la patria? ¿Quién nos gasta esas bromas tan macabras? Es una pregunta que siempre me he hecho. Con el periodismo nunca me pude responder, con la literatura sí. Para esas preguntas que me quitaban el sueño, que me ponían furioso cuando era reportero, la literatura fue como un analgésico, hay cosas que entiendo más y que me duelen menos”, declaró.

Pérez–Reverte sigue escribiendo y publicando. ‘Territorio comanche’ también fue llevado al cine con gran éxito en 1997, coproducida por cuatro países, España, Argentina, Francia y Alemania. Casi en las páginas finales del libro, el escritor reflexiona con total acierto: “La memoria de un reportero siempre es la memoria de un largo álbum de viejas fotos, de imágenes que a veces se funden unas con otras, de recuerdos propios y ajenos”. Y esas viejas imágenes y recuerdos están muy bien plasmados en las páginas del libro. Apago el televisor.

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