Este Búho reconoce que la eliminación de Perú del Mundial de Qatar la sintió como un mazazo a la cabeza y al corazón, como a los más de 30 millones de peruanos. Pero como periodista no podía darme el lujo de derrumbarme o lagrimear y, ni bien acabó el partido, dejé a un lado la tristeza, la frustración, y con cabeza fría escribí mi columna, donde sostenía que más allá del resultado había que resaltar el trabajo del ‘Tigre’ Gareca, que nos llevó a esta última instancia.
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Valorar el hecho que con muy poco material humano levantó a esta selección y logró el objetivo de llevarnos al Mundial de Rusia después de ¡36 años! Y también nos colocó en una final de la Copa América después de más de cuatro décadas. Gracias al ‘Tigre’, la selección se convirtió en un símbolo de unión de todo un país. El argentino se convirtió en un líder positivo. Todo lo contrario de Pedro Castillo, un tipo que desde la presidencia, en vez de convertirse en el líder que necesitaba el Perú para sacarlo adelante con la reactivación económica, generando empleo y luchando contra la inseguridad ciudadana, según investigación fiscal, se dedicó a enriquecerse ilícitamente a través de sus esbirros.
A un mes de cumplir un año de gobierno, demostró ser una nulidad, un inepto, un incapaz, cualquier cosa, menos el presidente que necesita el Perú. La mayoría del país le exige la renuncia. No aprende de la historia. El ‘chuponeador’ presidente Richard Nixon salió en televisión renunciando a la presidencia gritando ¡no soy un ladrón! El mandatario ruso dipsómano Boris Yeltin le entregó la presidencia a Putin ebrio de vodka y dijo ¡Masdrovia! (¡salud!). Al menos ambos tuvieron el coraje de renunciar.
El Búho: La mayoría del país exige que Castillo se vaya
Pero Castillo, ante los escandalosos casos de corrupción que lo salpican directamente, se escondió de la prensa más de cien días, y cuando finalmente lo hizo, fue ante un entrevistador blandito y penoso con un cinismo increíble. Me parece que la única vez que se sinceró fue con el incisivo periodista de la CNN, Fernando del Rincón, quien lo acorraló y lo hizo desnudar su pobreza: “Es que recién estoy aprendiendo”, dijo frescamente. Y no aprendió lo bueno, sino lo malo: rodearse de los más impresentables premieres y ministros, algunos hasta delincuentes y acusados de asesinato. Desde el inicio el chotano pretendió gobernar en las sombras de esa callejuela mal iluminada de la casa de Sarratea, en Breña, pretendiendo clausurar Palacio de Gobierno, para evitar justamente que las visitas sospechosas, esas que podían delatar a sujetos ligados a corruptelas, puedan ser consignadas.
Y justamente eso sucedió. Uno de esos ‘amigotes’, el prófugo Juan Silva, puede terminar hundiéndolo y llevarlo a una vacancia, como pasó con el ‘Lagarto’ Vizcarra. Es que han aparecido nuevos elementos que vinculan a Castillo con la mafia que digitaba los contratos del ministro de Transportes con empresas coimeras. Juan Silva, según el acta fiscal, recibió de Zamir Villaverde los tristemente ‘cien grandes’ (cien mil soles). Esa plata era parte de un pago ilícito por la adjudicación de un contrato de Provías.
Al día siguiente, 4 de noviembre, Silva visitó al presidente en Palacio de Gobierno. Y luego siguieron más reuniones el mismo mes. Para la Fiscalía estas ‘coincidencias’ llevan a sospechas. Mucho dependerá lo que haga Silva, hoy escondido en alguna madriguera. Si cae y se acoge a una colaboración eficaz y ‘echa’ al presidente, podría significar el fin del gobierno de Castillo. Mientras la calle le pide a Gareca que se quede, la mayoría del país exige que Castillo se vaya. Está hundido hasta el cuello y, como escribí al final del partido del lunes, el pueblo se quedó sin la ‘droga’ de la ilusión mundialista. Irá al mercado y comprobará que han subido los precios y Castillo y su gobierno pagarán los platos rotos. Así es el fútbol. Apago el televisor.
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