Este Búho acaba de terminar de leer ‘Ribeyro, una vida’ (Revuelta Editores, 2021), la biografía de nuestro gran narrador Julio Ramón Ribeyro (Santa Beatriz 1929-Lima 1994), escrita por Jorge Coaguila, quien fuera calificado por el mismo Julio Ramón como su ‘crítico y biógrafo oficial’.
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Nadie podía advertir que ese muchachito, estudiante de periodismo en San Marcos que entrevistara por primera vez al cuentista en 1991, se enfrascaría en un trabajo que se convirtió en una epopeya titánica, digna de un cuento ribeyriano. Después de leer casi de un tirón las cerca de 600 páginas, dejé el libro en el sofá y salí a tomar aire a mi balcón.
Sentí la sensación de salir de un cine después de ver una gran película. El libro de Coaguila es como un gran filme donde no solamente hay un protagonista, Ribeyro, que es el astro principal, sino que está rodeado de decenas de satélites no menos importantes. El éxito del biógrafo es que logra tener acceso a todas las fuentes.
Los primeros seis capítulos desde su nacimento en 1929 hasta el término de su secundaria, por ejemplo, tienen como fuentes a sus dos hermanos mayores: Mercedes y Juan Antonio, quienes le proporcionaron no solo información valiosa sobre el travieso Julio Ramón, quien jugaba en la selección de su salón en el colegio Champagnat de Miraflores, sino también desde su partida de nacimiento hasta fotos del cuentista infante, datos gráficos valiosísimos.
El Búho: por primera vez se revelan los grandes amores de Julio Ramón Ribeyro antes de que se casara
Siempre va a resultar un enigma cómo un narrador legendario por ser huidizo al escrudiño de los periodistas, pudo aquel año de 1991 hasta su muerte en 1994 concederle a Coaguila entrevistas y contactarlo con su hermano Juan Antonio. ¿Habrá intuido Julio Ramón que ese joven sanmarquino era enviado por el azar para ser el encargado de escribir su biografía? ¿Acaso vislumbró que ese muchacho de un barrio del Callao, practicante del diario oficial El Peruano, iba a dedicar devotamente ¡treinta años de su vida! a estudiarlo y escudriñar su vida en los ámbitos familiar, profesional, amical, político y sentimental hasta lo prohibido? Pues todo eso tiene y más ‘Una vida’.
Fueron seis lustros el tiempo que le consumió a ‘Coaguita’, como llamaban cariñosamente sus amigos de la escuela sammarquina de periodismo al autor de esta titánica empresa.
Y digo titánica porque tuvo que sortear todos los obstáculos y viajar a Europa para recorrer los pasos del cuentista: París, Barcelona, Suiza, Alemania, el continente donde el autor de ‘La palabra del mudo’ vivió años difíciles. Llegó en barco con 30 dólares en el bolsillo en 1952 a Madrid y luego fue a París. Fueron años duros los que vivió el joven narrador, con becas irrisorias.
Otra de las novedades del estudio de Coaguila es que por primera vez se revelan hasta en fotografías los grandes amores del narrador antes de que se casara a los 37 años con la peruana Alida Cordero, de 24. Aparece su primer amor, la catalana Yolanda, la fugaz Marie Jeane, otro amor: la belga ‘Mimi’, pero el más importante, el de la guapa limeña Cati Herrera, de quien escribió: ‘Después de pasar un fin de semana con ella, ¿podre decir alguna vez que estos han sido los días más hermosos de mi vida?’.
Las indagaciones de Jorge lo llevan a las cartas que Julio le envía a su hermano Juan: ‘Cati se ha casado en Estados Unidos con un médico italoamericano’. Otra frustración para él, como la de los personajes que pululan en sus cuentos. Fotos y recuerdos. Alida Cordero, quien se mantuvo al margen de la notoriedad de su marido, solo ha concedido una entrevista.
La poco conocida faceta de diplomático peruano ante la Unesco es también exhaustivamente estudiada. Es que su vida cambió cuando su amigo, el general Juan Velasco Alvarado, da un golpe de Estado y derroca al arquitecto Fernando de Belaunde Terry en 1968. Dos años después le dan un cargo diplomático y el cuentista tiene un trabajo estable que le permite escribir con más tranquilidad. Años antes nos permite recorrer la bohemia parisina de los años maravillosos con su amigo Alfredo Bryce, con el director teatral Hernando Cortez, el pintor Alfredo Ruiz Rosas.
Este Búho se emociona porque en el libro cobran vida personajes que están en el parnaso de las letras y que fueron amigos o colegas de Julio Ramón, como los poetas Antonio ‘Toño’ Cisneros, Blanca Varela, Washington Delgado, Rodolfo Hinostroza, Pablo Guevara, Manuel Acosta Ojeda, o el narrador Gregorio Martínez. También escritores vivos como Alfredo Bryce, Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán, Hugo Neira o Beto Ortiz, entre otros. Pero me quedé corto. El próximo domingo continúo con ‘Una vida’. Apago el televisor.
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