Pico TV: Alicia Maguiña Foto: GEC Archivo Histórico)
Pico TV: Alicia Maguiña Foto: GEC Archivo Histórico)

Este Búho comprobó que a estas alturas del partido, como diríamos, resulta innecesario que se ponga como una disyuntiva si se celebra el Día de la Canción Criolla o Halloween. Como si fuera una guerra y quien opta por uno u otro festejo comete para el otro una afrenta, o es decadente. Se me viene a la mente lo que respondió genialmente el escritor argentino Jorge Luis Borges cuando le preguntaron con quién estaba, con Argentina o Inglaterra, en la guerra de las Malvinas.

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El autor de ‘El Aleph’ respondió: ‘Es como si me preguntaran con quién estoy, con Roma o Cartago’. Dando a entender lo desfasado del conflicto colonial. La música criolla es relegada por algunas estaciones radiales para ‘la hora del bitute’ o los programas de fin de semana de la televisión estatal. Solo un día al año resucitan a Lucha Reyes, Jesús Vásquez, Óscar Avilés o el Zambo Cavero y les dan una programación importante.

En cambio, Halloween ha dejado de ser una ‘alienación imperialista’. Gamarra nunca se equivoca. En estas fechas la celebración de Halloween por los niños de inicial y primaria en todo el país genera una demanda millonaria de confección de disfraces y otros objetos alucinantes. Una rama que genera miles de puestos de trabajo en cadena. Eso es algo que no se puede soslayar.

Además, esa celebración del Día de las Brujas llega con el apoyo de la gran industria del cine. Hay ultras que amenazan: ¡hay que prohibir Halloween!, como en los tiempos del general Velasco. Pero eso es ridículo.

Este Búho celebra que nuestro premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, haya publicado su última novela, ‘Le dedico mi silencio’ (2023), sobre su amor por la música criolla. Y realza la figura de la gran Cecilia Barraza.

Alicia Maguiña para ponerle más sentimiento a sus canciones

Por eso quiero hacerle un homenaje a una mujer que no solo amó la música criolla, sino que fundió su corazón en un romance eterno con los ritmos costeños y andinos de nuestro país, la gran Alicia Maguiña Málaga, quien tiene mucho en común con otra grande, Chabuca Granda. Mientras Chabuca nació en una hacienda en Puquio, los padres de Alicia la llevaron al año de nacida a Ica, donde se crio entre haciendas, en una vida bucólica.

La propia Alicia Maguiña Málaga contó alguna vez: “Me enamoré de la música criolla por las interpretaciones de Jesús Vásquez, era mi diosa”.

Ya antes de ese episodio, había ganado un concurso radial de criollismo, al que se presentó de incógnito, sin el consentimiento de sus padres. Solo sus dos amigas de colegio, la futura Miss Universo Gladys Zender y Martha Mifflin, actual difusora musical, la apoyaron. Por supuesto que ganó y sus padres la castigaron, pero no pudieron con el destino.

Nuestro columnista escribe sobre Alicia Maguiña Málaga.
Nuestro columnista escribe sobre Alicia Maguiña Málaga.

En esos años estaba atormentada entre dos amores. Ya tenía un compromiso matrimonial con Eduardo Bryce Echenique, hijo del dueño de un banco y hermano del futuro escritor Alfredo Bryce, y por otro lado estaba su amor por la música. Se había matriculado en la academia de guitarra del maestro Óscar Avilés, en la calle Boza, en Lima.

Fue en esas correrías por las vías del antiguo centro, donde todavía a las seis de la tarde salían los vendedores de sanguito y otros dulces, confesó, que le vino la inspiración de una de sus canciones más emblemáticas y la que ha dado la vuelta al mundo: ‘Viva el Perú y sereno’. “Esa canción la compuse por aquella Lima de pregoneros que todavía vendían chicha, flores, dulces... y también me nutrí de mis lecturas de las ‘Tradiciones peruanas’ de Ricardo Palma” (’Caricias del recuerdo del ayer, que el viento me regala al rezongar/ veo la saya y manto por doquier/ de un abanico escucho el murmurar (...) A las seis es la lechera y a las siete la tisanera, catay/ a las ocho el bizcocho, chumay/ a las nueve el sanguito, compay (...). ¡Ave María purísima! ¡Viva el Perú y sereno!’).

A los veintiún años, cuando protagonizó el ‘matrimonio del año’ con Eduardo Bryce, fue portada de la revista ‘Caretas’. Alicia Maguiña ya había grabado tres de sus más célebres temas: ‘Inocente amor’, ‘Viva el Perú y sereno’ e ‘Indio’. ‘La luz se hizo sombra y nació el indio/ la puna se hizo hombre y nació el indio/ Prisionero en tu suelo, indio cautivo/ sin luz en la mirada/ indio sombrío...’.

Pero la última estrofa no es conformista, al contrario, es la apuesta de reivindicación al indio de la compositora: ‘Serás otra vez montaña y habrá fulgor en tus ojos/ tu risa oiré y feliz serás y feliz seré’. Sus temas han sido cantados por grandes de la música como Olga Guillot, Los Panchos, Daniel Santos y Nati Mistral, pero nadie como Alicia Maguiña para ponerle más sentimiento a sus canciones. Después de divorciarse, se casó con el notable guitarrista Carlos Hayre, con quien conformó una inigualable dupla con idénticos intereses musicales y humanos, mandando al tacho los ridículos convencionalismos de la época. Pero esa es otra historia. Apago el televisor.

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