Este Búho y millones de peruanos seguimos ‘resaqueados’ de euforia y alegría después de dar un paso fundamental para volver a disputar una Copa del Mundo, en Qatar. Pero no cantemos victoria antes de tiempo, aún falta un paso más.
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Lo que sí me indigna es que salgan personajes que se ‘suben al coche’ y busquen aprovechar este triunfo en un deporte de masas como es el fútbol para ‘llevar agua para sus molinos’ con oscuras intenciones, como pretende hacerlo el presidente Pedro Castillo, quien destacó que la “perseverancia, entrega y trabajo en equipo son características de todos los peruanos, cuando queremos lograr nuestros objetivos (sic). Anoche ganó la democracia, hoy ganó el Perú”.
El chotano reconoce en Gareca una cualidad que carece y que le reclaman la mayoría de sus compatriotas: trabajo en equipo y elección de los mejores jugadores, y no como el cajamarquino, que elige a oscuros amigotes, hasta con prontuario, sin tener los perfiles para ocupar esos cargos. ¿El resultado? Se está destruyendo la poca capacidad de gestión en las instituciones del Estado, como en el caso de Petroperú, por ejemplo.
Se equivoca si cree que los triunfos de la selección de Gareca le van a hacer subir puntos en las encuestas, donde la mayoría del país lo desaprueba. ‘Anoche ganó la democracia’, escribió refiriéndose a una votación donde se salvó de la vacancia porque es evidente que se han comprado votos de ‘Los Niños’ a cambio de obras. ¿A ese contubernio lo llama democracia?
Los únicos héroes de esta jornada son el ‘Tigre’, que como dice el periodista argentino Martín ‘Colorao’ Liberman, puede hasta postularse para presidente y ganar. Y los jugadores también, destacando Cuevita, Carrillo, Lapadula, Gallese, Tapia, Yotún, Advíncula, entre otros, que son los engreídos del pueblo. Si llegamos al Mundial, pasarán a la historia y los niños de hoy los recordarán para siempre. Ingreso al túnel del tiempo.
Mis recuerdos más nítidos los tengo del Mundial de España 82. Con la TV a color en las vidrieras, como cantaba Charly García. En ese entonces ‘cachueleaba’ en una imprenta donde mi amigo era el gerente, y me puso de conserje. Gracias a que paraba en la calle llevando documentos, me veía todos los partidos en las grandes tiendas, a todo color. Aunque los partidos de Perú sí los veía con mi mancha de ‘lagartazos’ del Huracán Mirones o en la casa de mi abuela con mi tío abogado y fanático, Kike. Son recuerdos inolvidables, con la cancioncita de José Escajadillo ‘¡Perú, España 82!’ de fondo. Con los comerciales de Tim, donde salían Barbadillo y Uribe, ellos encarnaban el ‘toque del sabor’ de Ajinomoto en los comerciales.
El Búho: Que el mandatario se lave la boca al hablar de una gesta deportiva
Hoy estamos a un partido más que, si lo ganamos, volveremos a vivir esa experiencia inolvidable de sentir la euforia de estar en un Mundial. En esta nube no aparecen Castillo y sus impresentables ministros. Estoy seguro de que el cajamarquino consideró la posibilidad de asistir al estadio, pero voces sensatas le aconsejaron no hacerlo. Hubiera recibido la peor rechifla de su vida y se hubiera escuchado hasta Miraflores. Hay un antecedente histórico donde muestra que por más éxitos deportivos que pueda tener un país, si su presidente es impopular, tarde o temprano va a caer. Ingreso al túnel del tiempo: marzo de 1977. La selección de fútbol eliminó a Chile en el Estadio Nacional con goles de Hugo Sotil y Juan Carlos Oblitas.
Este Búho adolescente estuvo allí. Fue la noche en que el dictador Francisco Morales Bermúdez, eufórico de emoción y whisky, le quitó la camiseta al capitán Julio Meléndez y se la puso sudadita. ¿Ustedes creen que esos tres triunfos históricos deportivos acallaron las protestas de los obreros, estudiantes universitarios, secundarios, las huelgas del Sutep, mineros, metalúrgicos, estatales que protestaban por mejoras salariares, democracia y libertad de prensa? Nada que ver. Todo eso desembocó meses después en el contundente paro nacional del 19 de julio de 1977, donde se paralizó todo el país y Morales Bermúdez, desesperado, tuvo que convocar a una Asamblea Constituyente, para entregar en 1980 el poder a los civiles.
Por eso, Castillo no debe creer que se pueda aprovechar de esta gesta deportiva. La noche del lunes, donde compraron votos a congresistas sinvergüenzas, fue un puñal para la democracia. La del martes fue una noche maravillosa donde el deporte unió a un país. Que el mandatario se lave la boca al hablar de una gesta deportiva y la ponga en el mismo saco de sus jugarretas políticas. Apago el televisor.