Este Búho ve a un presidente Pedro Castillo temeroso. Con un falsa sonrisa. Las protestas le están reventando en la cara. Precisamente a él, un sindicalista al que le decían ‘tírate’ en la huelga magisterial y se lanzaba a la pista. En esa misma avenida Abancay ayer retumbó: ‘¡Fuera, Castillo, fuera!…’.
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Días antes prometió ir a Huancayo a reunirse con los dirigentes de los transportistas y agricultores, en una ciudad convulsionada por legítimas protestas que habían devenido en vandalismo y destrucción, pero el reclamo era unánime: ‘¡Que venga Castillo!’ Todos lo esperaban y nunca llegó. Fue como echarle más gasolina a un incendio. Las protestas violentas, los inhumanos bloqueos de carreteras se extendieron por la mayoría de departamentos del país.
En el recuento de los daños, un insensible ministro de Defensa, José Luis Gavidia, dijo con total desparpajo: ‘Si solo son cuatro muertos, no ha habido nada más’. Esa comedia de equivocaciones la protagonizaron Pedro Castillo, Aníbal Torres y algunos ministros leales, porque se notaron ausencias como la de Dina Boluarte, quien sospechosamente se había ‘hecho humo’ en esas horas desesperadas del castillismo, donde Pedro se está quedando solo.
El toque de queda, anunciado cerca de la medianoche, es otro disparo a los pies. Y todavía su ministro de Justicia dijo otra frase para la historia: ‘No creo que se queden sin comer porque es un día’. Pero después de una reunión con la presidenta del Congreso y la Junta de Portavoces dejó sin efecto esta absurda medida, como debía de ser. Dos fueron las razones que llevaron a Castillo a encerrar a la población.
La primera, su terror a que sea el pueblo quien al final lo obligue a renunciar. La protesta popular derriba presidentes, sino que lo diga el argentino Oscar de la Rúa que tuvo que huir en helicóptero. O un ejemplo más cercano a nosotros: la renuncia de Manuel Merino, ocasionada por protestas que fueron reprimidas con bestialidad dejando dos estudiantes fallecidos.
Y la segunda razón, un ‘run run’ de que elementos de malvivir peruanos y venezolanos se iban a aprovechar de las legítimas manifestaciones ciudadanas para saquear los principales centros comerciales de la capital. Los más veteranos asesores de Castillo le recordaron los luctuosos sucesos del 5 de febrero de 1975, donde se produjo una huelga policial en pleno gobierno militar.
Lima quedó desguarnecida y una protesta callejera con tintes políticos -se incendiaron varios diarios estatizados por el gobierno- terminó con saqueos a los principales negocios de centro de Lima que estaban desprotegidos. En la tarde salieron las tanquetas y tanques de los militares y se produjo una violenta represión que causó más de cien muertos entre los saqueadores.
El Búho: El chotano, en solo ocho meses, está cavando su propia tumba
Los reclamos ciudadanos de ayer fueron multitudinarios. Desde distintos puntos de la capital, San Borja, San Miguel, Miraflores, Surco, marcharon hasta la plaza San Martín. Mención aparte merecen los vecinos de La Molina, quienes al detectar que el actual alcalde del distrito, Álvaro Paz de la Barra, quiso integrarse a la marcha fue rechazado por la multitud. El burgomaestre desapareció rápidamente.
Este episodio estaría demostrando que el único objetivo de la movilzación es el rechazo a Castillo, obligarlo a renunciar y que no permitirían que algunos políticos ‘lleven agua para sus molinos’. Los cacerolazos remecieron Lima. El chotano, en solo ocho meses, está cavando su propia tumba. Ayer se le veía balbuceante ante la prensa, culpando a ‘lo que pasa en Ucrania’ por la crisis en que está metido su gobierno. Pero no, hay más.
La violencia de ayer es solo una reacción brutal a un gobierno sumido no solo en la incapacidad, sino en la vil corrupción, inclusive entre él y sus familiares más cercanos. La ‘calle’ que llevó a la renuncia de Merino de Lama y se mantenía en calma con Castillo, explotó. Ya Verónika Mendoza y Sigrid Bazán, cómplices de este gobierno, se van desmarcando. Hasta los tuiteritos políticamente correctos y ‘cojudignos’ están sorprendidos. Si no se calma el incendio, la situación del cajamarquino será insostenible. Apago el televisor.