Este Búho observó ayer al presidente Castillo enfrentarse a la prensa. ‘A ustedes les pagan para preguntar’, vociferaba. No me sorprende. Es el mismo estilo de Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua. Es el mismo guion de los gobiernos corruptos y mafiosos que detestan a la prensa libre.
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Lo lógico es que un periodista le pregunte si recibió coimas de Juan Silva y de Bruno Pacheco. Si se cobraron 20 mil dólares por los ascensos de coroneles a generales en la Policía. ¿Qué quiere que le pregunten? Una vez más se comprueba que es un presidente acorralado. Las denuncias de corrupción le revientan en la cara. A él y a su familia. Y va a salir más gente a declarar.
¿Acaso el periodismo tiene la culpa de que sus amigos y socios hasta hace poco tiempo ahora lo denuncien? La prensa no tiene la culpa de que su socio Bruno Pacheco haya declarado a la Fiscalía que le entregó un sobre con 30 mil soles para colocar a un allegado a Fermín Silva de la Clínica de la Luz en Petro Perú.
El único culpable es el propio presidente que, en su desesperación, buscó bombardear a la valiente fiscal de la Nación, Patricia Benavides, vía el siniestro Beder Camacho, filtrando a un semanario información falsa sobre su tesis.
‘EL PRESIDENTE DEL PUEBLO’
En ese tire y afloje ganó la ley y el cajamarquino se vio obligado a acudir a la fiscalía, pero tanto era su terror que convocó a una ‘portátil’ y más de 500 policías para que lo acompañen y lo blinden hasta el Ministerio Público. ¡Y así dice que es el presidente del pueblo! Este columnista se puso a pensar en lo alejado que está el mandatario de la realidad del país.
A la hora en que los efectivos del orden estaban ‘custodiándolo’, en la mayoría de distritos de la ciudad abundan los asaltos al paso, el reglaje, la extorsión, robos de celulares, asaltos a negocios y comercios, y lo que más reclama el pueblo ¡son policías!
No puede ser posible que mientras la mayoría de la nación exige al gobierno, como primer punto, el combate a la inseguridad ciudadana, el presidente no solo ignore ese clamor popular y más bien los ponga a su servicio personal, como escoltas de un investigado por un rosario de delitos.
¡Qué vergüenza deben sentir esos policías! Castillo se está quedando solo. Hasta su premier le tiró la toalla, alguien que se rebajó hasta la ignominia al alabar a Hitler con tal de tapar la ineptitud presidencial y tratar de limpiar inútilmente la pus de la corrupción que brotaba por los poros de su gobierno decadente.
Ahora el chotano se quedó con un puñado de sobones como los ministros de Justicia, Cultura o el izquierdista Roberto Sánchez, conocido como ‘Felpudini’, quienes aspiran el fajín dejado por Torres, un profesor de Derecho que se convirtió en el cómico ‘Tres Patines’ por obra y gracia de la desastrosa gestión del chotano.
Hoy, mientras el Perú se convierte en el país con el mayor índice de contagios por ‘la viruela del mono’, el gobierno no tiene ninguna estrategia. A Castillo no le interesa la salud de la población y más estaba preocupado en conseguir que el Congreso le dé la autorización para viajar a Colombia, a la asunción del mando de Gustavo Petro.
El país con tantas carencias no puede soportar más a un mandatario incapaz, mediocre y rodeado de corrupción. Ese pedido de viaje a muchos congresistas les parecía más bien una vía de escape. Por eso, con justa razón, el pleno del Congreso le negó el permiso.
Con los graves problemas del país deberá mandar a su vicepresidenta para quedarse a aclarar sus gravísimos problemas legales. Ahora lanza su último manotazo de ahogado. Hace un llamado a los partidos políticos y a la ‘sociedad civil’ a hacer un gobierno de ‘ancha base’.
Lo dice de la boca para afuera porque sabe que ningún político decente podría aceptar ‘limpiarle la cara’ a su régimen podrido en lo moral y en la ineptitud y grisura de capacidad de gestión. El cajamarquino se derrumba como un Castillo de naipes. Apago el televisor.