Este Búho se estremece y a la vez indigna al escuchar el audio que los malditos secuestradores de la joven empresaria Jackeline Salazar Flores le enviaron a su familia, a la que le exigen dos millones de dólares para dejarla en libertad. “Papi, por favor, consigue el dinero, ya no quiero que me hagan más daño. Por favor, me van a pasar electricidad, me van a cortar el dedo. Por favor, solo consigue el dinero, nada más. Solo enfócate en eso. No sigas nada más de lo que te diga nadie. Solo haz eso para que me liberen, por favor”.
Luego continúa con su desgarrador pedido: “Habla con mis tíos, ellos (los plagiarios) saben todas las propiedades que tienen mis tíos. Por favor, diles a los policías que ya no se metan. Dile a Ericksson (posiblemente su pareja policía) que no se meta. No hagas caso, nada. Solo consigue el dinero. Habla con mis tíos, por favor. Por favor, porque sino me van a seguir, me van a seguir torturando”.
Se comenta que los sádicos plagiarios ya habrían enviado un dedo cercenado al padre de la joven instándolo a pagar el dinero del rescate, sino seguirán desmembrando el cuerpo de su hija. Hace una semana, Jackie era una emprendedora feliz, muy activa en sus redes, colocando fotos de sus viajes al extranjero. Es instructora de gimnasio.
El padre de la joven, un jubilado, aseguraba que le es imposible conseguir esa cantidad. Para la Policía, los plagiarios tendrían información que familiares de Salazar Flores serían unos prósperos empresarios de grifos y es por ello que ella los menciona en el audio.
La ‘industria’ de los secuestros volvió con fuerza
¿En qué momento se jodió el Perú para que la tristemente ‘industria’ de los secuestros haya vuelto con fuerza? En el país, los secuestros florecieron en las terribles épocas de 1980 y a inicios de los noventa. Bandas comandadas por delincuentes comunes como ‘Cojo Mame’ y los hermanos Sánchez Bedón desataron el terror. Luego los terroristas del MRTA comenzaron a secuestrar a exportadores y dueños de medios de comunicación, como Héctor Delgado Parker, de Panamericana.
Los secuestros duraban meses y las víctimas eran sepultadas en huecos bajo casas sin luz ni baño. Las llamaron eufemísticamente ‘cárceles del pueblo’. Muchos infortunados empresarios murieron en esas mazmorras de desnutrición y otros, como Delgado Parker, salieron con la salud destruida y fallecieron en pocos meses.
El secuestro dentro de la modalidad de delito es la más cruel de todas, pues no solo afecta a la víctima —que sufre encierros infames, torturas físicas y psicológicas—, sino que involucra directamente a los familiares, a quienes se les va un poco de su vida en las horas en que su pariente permanece cautivo. Lamentablemente, la llegada de las miserables hordas de bandas criminales provenientes de la tierra del dictador Nicolás Maduro, como sus socios del ‘Tren de Aragua’ y sus siniestras ramificaciones, junto con bandas nacionales que no quieren dejarles libre ‘el mercado’, han vuelto a reactivar este tipo de crímenes.
El gobierno de Pedro Castillo se dedicó a corromper a la Policía Nacional y el de Dina Boluarte colocó ministros del Interior que eran un cero a la izquierda en vez de declararle la guerra a la delincuencia. Se pretende gastar millones en organizar otros Juegos Panamericanos y le dan cien millones al siniestro y sospechoso gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, para que arregle el estadio de Cumaná, pero la policía tiene camionetas y motos destartaladas y no hay ni computadoras en sus oficinas.
Aquí nos hicieron cholitos cuando se exigió que se imite el programa contra la delincuencia del presidente salvadoreño Nayib Bukele, y el expremier Alberto Otárola nos salió con el tango de que ‘teníamos el plan Boluarte’. Todo era una farsa.
Los estados de emergencia fracasaron y el pueblo rebautizó a ese seudo ‘plan’ como ‘el plan huevearte’. Mientras la presidenta se fija en Rolex, joyas y se estira el pellejo, la delincuencia arrasa el país.
Ahorita una pobre joven emprendedora es torturada por los malditos secuestradores. El ‘Monstruo’ asesino y secuestrador sigue libre y es el principal sospechoso. Pero el locuaz nuevo ministro del Interior, Juan José Santiváñez, se mantiene mudo ante este terrible drama y no escucha el clamor popular ¡¡liberen a Jackie!! y no se ve el trabajo de rescate con convicción.
Y así la familia pida que la Policía no intervenga, los sabuesos de la División Antisecuestros deben cumplir con su trabajo. Jackie debe ser liberada y esos miserables atrapados vivos o muertos. Apago el televisor.POR: EL BÚHO