Este Búho se consternó con la noticia de la trágica muerte del tremendo reportero televisivo Luis ‘Oso’ Miranda, en las peligrosas y frías aguas del mar del Callao frente a El Frontón. Durante los años que trabajó como cronista o reportero en ‘Cuarto poder’ nos contó hermosas historias recogidas en lugares donde clavaba el ojo y, sobre todo, su corazón, para ver una realidad desde el lado humano.
Fue así que recorrió el mundo en aviones, barcos, autopistas, empinadas cumbres, trochas en selvas ardientes o balsas en ríos caudalosos. Tuvo seguramente viajes mucho más peligrosos que el del fatídico lunes, esos donde literalmente el periodista curtido ‘arriesga el pellejo’, para llegar a un destino inexpugnable donde salió airoso para suerte de sus lectores y televidentes en seis lustros de destacada carrera.
Pero el destino es circular. Al ‘Oso’ le tocó irse de este mundo en la provincia que lo vio nacer: el Callao. En un medio donde abundan muchos egos inflados, muchas envidias y argollas de tantos mediocres, como cantaba Miki González, su personalidad chalaca, campechana, sentido del humor, aunados a su talento, lo hizo ganarse el respeto y el cariño de quienes compartimos en algún momento casa editorial con él.
Cómo El Búho conoció a Luis Miranda
Conocí al ‘Oso’ a finales de los noventa, gracias a mi pata, el editor Óscar Malca. Miranda era su cronista estrella en un conocido suplemento dominical en un equipo con Mario Ghibellini, y debutaba una practicante de nombre Andrea Llosa. Poco tiempo después Malca sería nombrado editor de la revista ‘Somos’ y su primer jale sería Miranda, donde cimentaría su leyenda como notable cronista.
En aquella época este columnista se enfrascaba en partidos de tenis en el Campo de Marte con un ‘Oso’ a quien se le había dado por darle duro a la raqueta. De allí terminábamos en un barcito tomando chelas y conversando de libros, autores. Luego daría el salto del periodismo escrito al televisivo, con gran éxito.
No todos los buenos cronistas de prensa ingresan con buen pie a la televisión, pero el ‘Oso’ logró encontrar un lenguaje televisivo al que adicionaba también las imágenes de su vena poética y croniquera. Llevó sus historias desde Rusia a Estados Unidos. De Europa a pueblos de la costa o sierra del Perú. Allí donde llegaba encontraba una historia, y la transformaba en una gran historia.
Desde que emigró a la prensa televisiva ya no lo volví a ver en persona. Pero lo seguí en sus reportajes hasta su etapa más intensa y rica en ‘Cuarto poder’. Felizmente logró editar un libro de crónicas que hoy se ha convertido en un libro de culto: ‘El pintor de Lavoes’.
Inquieto, dejó de jugar con las palabras para dedicarse de lleno a la fotografía. Estaba con una cámara a la hora de su infausto deceso. ‘Con la fotografía se puede combatir la discriminación, porque cada persona tiene una belleza particular. En la fotografía te das cuenta de que hay una belleza increíble en los rostros de cualquier parte del Perú y de cualquier edad. Es como esculpir con luz. Mi primer libro de fotografías fue sobre los rostros mochicas en Mórrope y últimamente hice el libro de Q’eswachaka sobre el puente inca, también con ese espíritu’. Definitivamente era un artista el gran ‘Oso’. Solo nos llevaste la delantera. Apago el televisor.