(Imagen referencial) . Foto: shutterstock
(Imagen referencial) . Foto: shutterstock

el avance incontrolable de las mafias de miserables extorsionadores y sicarios que nos atacan todos los días. Son como una plaga, lacras que no dejan vivir en paz a la gente de bien de este país. Estos miserables asaltan con impunidad a pequeños comerciantes y bodegueros que trabajan incansablemente y de forma honesta para darles lo mejor a sus familias. Así no hay país que pueda progresar.

Para colmo de males, tenemos una presidenta impresentable, como Dina Boluarte, que no es capaz de convocar de urgencia a una reunión de Estado para elaborar un plan de emergencia. En mis más de treinta años de periodismo no había visto ataques de pistoleros a buses y combis llenos de pasajeros. La dura realidad te llega a explotar en el cerebro.

Por eso me refugio en mis series y películas de streaming y, cada vez que puedo, agarro mi mochila de aventurero y salgo de la ciudad. Nuestro país hay que recorrerlo y lo hago desde que estaba en la universidad, cuando solo tenía unos soles en el bolsillo.

He viajado muchas veces a Iquitos, ‘La isla bonita’. ‘¿Cómo estás, ñañito?’, te dicen con una sonrisa. Uno se va de un lugar a otro en motocarro o canoa. La lluvia a veces parece presagiar el fin de los tiempos y a uno se le trepa el miedo por los pecados cometidos.

Fue en 2014 que realicé uno de los viajes más alucinantes de mi vida, quizá el más importante. Fue una travesía a bordo del ‘Henry V’ que no olvidaré nunca. Aún ahora, mientras escribo estas líneas, recuerdo esa brisa fresca golpeando mi rostro al navegar por el río Ucayali y, cinco días después, por el río Amazonas para desembarcar en el puerto de Iquitos, una mañana de lluvia torrencial.

‘La isla de los monos’

Allí me esperaba el buen Jair, un jovencito chispeante, inteligente y noble. Digno ciudadano loretano. Además de llevarme por los rincones poco conocidos de su ciudad, me invitó a pasar unos días en un refugio, en donde junto a su ‘papá’ Gilberto Guerra mantenían y protegían a decenas de monos rescatados de la caza ilegal.

‘La isla de los monos’, ubicada a media hora en lancha desde Iquitos, era y es un orfanato de monitos huérfanos, heridos o abandonados. Muchos llegaban con las colas rotas o amputadas, pequeños recién nacidos arranchados de sus madres, viejitos que luego de ser mascotas se convertían en cargas demandantes para sus dueños. Otros eran recuperados por los policías mientras se les vendía en el mercado negro.

Allí, con la paciencia propia de quien ve a los animales como a hijos, ambos ángeles los alimentaban, los curaban, los rehabilitaban y liberaban. Como todos, con la pandemia tuvieron que hacer un alto a sus actividades.

Esto significó un duro golpe, pues además de sostener a la familia humana debieron sostener a la familia ‘peluda’. Después de las calamitosas cuarentenas reabrieron sus puertas. Van sacando a flote nuevamente esa iniciativa tan generosa y solidaria. Puedo dar fe de que pasar unos días en ‘La isla de los monos’ es una experiencia incomparable.

Es la selva en todo su esplendor. Dormir arrullado por esas diminutas vidas salvajes que no se pueden ver y bajo un cielo completamente estrellado es un servicio que no te brinda ni el más lujoso hotel. Nunca había comido un arroz chaufa con cecina y platanito frito tan delicioso como allí. Es el lugar perfecto para desconectarse de la apabullante y agotadora rutina limeña.

Aquel año, frente al río Amazonas, mientras asomaban los delfines rosados y los manatíes, le pregunté a don Gilberto Guerra por qué lo hacía, por qué se había embarcado en la titánica lucha por rescatar monitos, incluso exponiendo su propia vida ante las mafias.

Recuerdo que me respondió: ‘No gano nada materialmente, pero en lo espiritual sí. Somos felices cuando salvamos vidas. Cuando los veo jugar felices y libres. Si no somos nosotros, ¿quiénes?’. Y caí en la cuenta de que, además de ser alegres y hospitalarios, los loretanos son personas nobles, solidarias y de un corazón enorme. Apago el televisor.

MÁS INFORMACIÓN:


tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC