(Piko Tamashiro / @gec)
(Piko Tamashiro / @gec)

A este Búho le encanta la . De todas maneras me daré una vuelta por Jesús María para buscar algunas ‘joyitas’ y novedades. Como los jóvenes siempre me escriben preguntándome sobre libros o películas, me permito recomendarles algunas obras que todo peruano debe leer antes de partir al más allá. Precisamente, hace algún tiempo El Comercio publicó una intersante encuesta. Se trata de la lista de ‘Los diez libros de cuentos más influyentes de los últimos 70 años’.

Sesenta escritores nacionales votaron en esta encuesta que escogió a los siguientes ‘Top Ten’: 1.- ‘La palabra del mudo’ (1953-1993) Julio Ramón Ribeyro. 2.- ‘Los inocentes’ (1961) Oswaldo Reynoso. 3.- ‘Huerto cerrado’ (1961) Alfredo Bryce Echenique. 4.- ‘Caballos de medianoche’ (1984) Guillermo Niño de Guzman. 5.- ‘Otras tardes’ (1983) Luis Loayza. 6.- ‘Malos modales’ (1994) Fernando Ampuero. 7.- ‘Los jefes’ (1959) Mario Vargas Llosa. 8.- ‘La horda primitiva’ (2008) Pilar Dughi. 9.- ‘Ave de la noche’ (1996) Pilar Dughi. 10.-’Monólogo de las tinieblas’ (1974) Antonio Gálvez Ronceros.

Algunos votos fueron para obras de cuentistas de la talla de Enrique Congrains, Carlos Eduardo Zavaleta, Cronwell Jara, Edgardo Rivera Martínez, José Adolph y otros notables narradores, pero así son las selecciones, nunca dejarán contento a todo el mundo. Aquí les presento algunas reseñas de los escogidos. A buscarlos en la Feria del Libro de Lima que ya abrió sus puertas.

’LA PALABRA DEL MUDO’ (Julio Ramón Ribeyro). Nadie podría ocupar el primer lugar si no es Julio Ramón, nuestro extraordinario cuentista. Una obra monumental donde a pesar del paso del tiempo sus volúmenes se siguieron llenando de personajes opacos, hermanados con el mismo infausto destino absurdo, alucinante, ridículo o desesperanzado de seres que pululan en una ciudad que les va quitando todo. Como bien señalara el ‘hombre flaco’: ‘... en la mayoría de mis cuentos se expresan los que en la vida están privados de la palabra (...) yo les he restituido ese hálito negado’.

’LOS INOCENTES’ (Oswaldo Reynoso). El escritor le obsequió su libro al gran poeta Martín Adán, una madrugada en el bar Palermo. A las semanas se lo volvió a encontrar y el vate le anunció: ‘Su libro me dio miedo por usted. Usted va a sufrir mucho en el Perú’. No se equivocó el maestro. Reynoso hace trizas los convencionalismos del género, innova incorporando no solo el lenguaje callejero, descarnado, sucio de las barriadas y barrios pobres de la urbe como La Victoria, sino aborda temas ‘tabú’ de la época, como la sexualidad juvenil. La conservadora sociedad limeña, sus críticos periodísticos y la iglesia lo ‘crucificaron’. El inmenso José María Arguedas lo defendió afirmando que ‘había creado un nuevo estilo’.

’HUERTO CERRADO’ (Alfredo Bryce Echenique). Dos años antes de publicar la novela que lo catapultó a la fama: ‘Un mundo para Julius’ (1970), Alfredo salió del anonimato despuntando como un gran cuentista con esta su ópera prima. Aquí ya se bosquejaba el universo ‘bryceano’: el muchacho de clase alta, idealista, tierno, algo solitario, con una figura paterna que lo aprisiona. De aquel libro me quedo con el notable cuento ‘Con Jimmy en Paracas’ y ‘El hombre, el cinema y el tranvía’.

’LOS JEFES’ (Mario Vargas Llosa). El Nobel arequipeño contó varias décadas después que el relato que da el título al libro lo sacó de un hecho real de su paso por un colegio nacional: ‘... fue el resultado de una rebelión de estudiantes demasiado necios, ja, ja, ja…’. Sin embargo la ‘joya’ de este libro siempre será el imperecedero ‘Día domingo’, su más entrañable narración de juventud. Locación: Miraflores.

Miguel está enamorado de Flora, pero teme que Rubén, el ‘ganador’, el galán del barrio, le robe su amor. En esa zona clasemediera no destaca el pelotero, sino el nadador, y Rubén es el campeón. Ambos integran la mancha ‘Los pajarracos’, que se emborrachaban en los bares de la frontera entre Miraflores y Surquillo. Un día Rubén reta a Miguel, después de bajarse varias cajas de cerveza, a nadar suicidamente de noche en una Costa Verde bravísima porque no tenía rompeolas. Miguel acepta porque su rival le promete que si pierde no se declarará a Flora. Trama juvenil de sorprendente y aleccionador final. Apago el televisor.

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