Este Búho abre sus ojazos y escucha con atención la lectura de sentencia contra Alejandro Toledo. La condena es por veinte años y seis meses de prisión por colusión y lavado de activos. Según los jueces, recibió más de 30 millones de dólares de la constructora Odebrecht a cambio de adjudicar la construcción de un tramo de la carretera que conectó Brasil con Perú.
Toledo es el segundo presidente peruano condenado por corrupción, luego de que el recientemente fallecido Alberto Fujimori recibiera tres sentencias por ese delito y otras por crímenes. Veo al ‘Cholo de Cabana’, a sus 78 años, sentado en la sala frente a los jueces y confirmo que el poder es efímero y la deshonra es grande.
Las revelaciones que dieron los ejecutivos de la siniestra constructora brasileña Odebrecht, entre ellos Jorge Barata, sirvieron para desnudar la baja estofa de la mayoría de nuestra ‘clase política’, la cual se vendía por dinero sucio.
Al poco tiempo de asumir la presidencia de la República, el mandato de Toledo se volvió impopular y repudiado. No estuvo libre de escándalos protagonizados por él mismo, como el ‘affaire’ con ‘Lady B’, una curvilínea agente de la Policía Nacional que prestaba seguridad en Palacio de Gobierno.
También tenemos sus excesos con el alcohol. ¡Quién no recuerda el ‘avión parrandero’ y sus trasnochadas con el guitarrista ‘Galleta’! También sus impresentables familiares, a los que en programas de televisión calificaban de ‘violadores y ladrones’. Pese a ello, terminó su régimen y cedió el poder a Alan García, en el 2006.
Pero antes, fue protagonista de un escándalo mayúsculo: su falso secuestro. En 1998, Eliane denunció que su ‘Cholo sano y sagrado’ había sido secuestrado y culpó a la mafia ‘fujimontesinista’ de ese entonces. El tiempo pasó y la verdad salió a la luz. Toledo jamás fue plagiado. Se había metido una ‘encerrona’ con cinco mujeres en los hoteles Queen y Melody. Había trago y hasta drogas, y a las mujeres que lo acompañaron les dio su tarjeta de crédito, la que ‘reventaron’ en una conocida farmacia de San Isidro.
Sin duda, todo un personaje. Años más tarde, cuando salió a la luz el escándalo mundial del caso Lava Jato en Brasil y Marcelo Odebrecht destapó los millonarios pagos de coimas en varios países, se supo que Toledo, como presidente, había recibido millones de dólares por la Interoceánica Sur. Tras las investigaciones, al ‘Cholo’ y a Eliane el Poder Judicial les dictó prisión preventiva, pero estos ya habían fugado a Estados Unidos.
Las investigaciones continuaron y se supo que nuestro exmandatario primero había pedido un pago ilícito de 35 millones de dólares, pero los brasileños bajaron un poco sus astronómicas pretensiones. Es más, cuenta Barata que cuando se demoraban en depositarle sus verdes, Toledo lo llamaba y le increpaba: ‘¡Págame, carajo!’. Increíble, pero cierto. Hasta su amigo y socio, el fallecido Josef Maiman, le dio la espalda.
Aseguró que el dinero de Odebrecht se usó para crear la empresa ‘offshore’ Ecoteva y que a través de ella se pretendía darle legalidad al dinero cochino que recibió de los brasileños. Toledo nos vendió una imagen de un provinciano que salió de abajo y los peruanos le creímos. Pero su vida está llena de mentiras y una de ellas lo pinta de cuerpo entero. Juró y rejuró que el dinero de Ecoteva era de su suegra Eva Fernenbug y que la plata la había recibido por ser una víctima del holocausto nazi. Un mitómano con todas sus letras. Apago el televisor.
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