Este Búho, en estos días de pandemia, se dedica a leer o releer. El último libro que volví a disfrutar fue la novela póstuma del gran Manuel Scorza (Huancavelica 1928-Madrid 1983). Murió en un terrible accidente de aviación cuando el Boeing 747 de Avianca, que había despegado del aeropuerto madrileño de Barajas con destino a Bogota, chocó con una colina cercana a los pocos minutos de ascender y se calcinó porque llevaba el tanque de gasolina lleno.
Viajaba a la capital colombiana invitado por el presidente Belisario Betancourt, junto con otros intelectuales, al ‘Primer Encuentro de la Cultura Hispanoamericana’. Con él fallecieron también el crítico literario uruguayo Angel Rama, su esposa, la crítica de arte Marta Traba, y el escritor mexicano Jorge Ibarguengoitia.
Admiré su obra desde adolescente, cuando cayeron en mis manos sus poemas. Era un romántico decadente cuando de jovencito escribió los poemarios ‘Las imprecaciones’ y ‘Los adioses’. Ahí se leía: ‘Íbamos a vivir toda la vida juntos/ íbamos a morir toda la muerte juntos/ adiós/ no sé si sabes lo que quiere decir adiós/ adiós quiere decir ya no mirarse nunca/ vivir entre otras gentes/ reírse de otras cosas/ morirse de otras penas/ adiós es separarse, ¿entiendes? separarse/ olvidando, como traje inútil, la juventud...’.
Muy joven fue deportado a México por razones políticas y cuando regresa a Lima, a inicios de los 60, se embarca en una tarea editorial legendaria. Convence al millonario Manuel Mujica Gallo, dueño del diario ‘Expreso’, para editar libros de autores peruanos a muy bajo costo, en tiradas masivas. Así salieron los famosos ‘Populibros’. Dicen que ganó mucho dinero, pero cuando viajó a París, según su amigo, el escritor Rodrigo Núñez Carvallo, estaba quebrado y no tenía plata.
En París escribiría la obra que lo catapultó a la fama: ‘Redoble por rancas’(1970), que daría inicio a su monumental ‘Guerra silenciosa’, la de los comuneros de Cerro de Pasco, y continuaría con ‘Historia de Garabombo el invisible’ (1972), ‘El jinete insomne’ (1977), ‘Cantar de Agapito Robles’ (1977) y ‘La tumba del relámpago’ (1979).
Todas las leí con devoción en mi época sanmarquina. Pero a inicios de los ochenta anunció que su próxima novela ya no iba a tratar temas relacionados con el Ande, sino más bien iba a ser una historia de ‘amor y revolución’, ‘La danza inmóvil’(1983), que debía ser el inicio de un nuevo ciclo narrativo denominado ‘El fuego y la ceniza’.
Incluso, anunció que luego de esta novela le seguiría otra: ‘El verdadero descubrimiento de Europa’. Según su amigo, el escritor Hugo Neyra, el novelista le reveló que ‘iba a ser una novela festiva, en la que narraría el descubrimiento de Europa por un ‘antihéroe’, que emprendería la aventura colombina, desde las tierras altas de Huancayo, un anti Colón’.
Lamentablemente, su trágica muerte truncó sus ambiciosos proyectos y solo se publicó ‘La danza inmóvil’ a las pocas semanas del fatal accidente. La novela me sorprendió gratamente. Hay dos historias paralelas. La dramática y violenta del guerrillero Nicolás, en la selva amazónica del Perú, y la de su amigo Santiago, en un París de los años setenta, plagado de aspirantes a escritores, exiliados y editores burócratas sudamericanos.
En la ciudad luz, Nicolás decide volver al Perú para hacer la revolución, pero en la selva irá directo a la muerte, mientras se arrepiente y extraña a su amor Francesca. También en París, Santiago renuncia a regresar al Perú por el amor de la hermosa Marie Claire, mientras trata de vender su novela al editor de una poderosa editorial. Este resulta ser el repelente ‘Vaca Sagrada’, un excompañero de su universidad en Lima, a quien humilló por culpa de una chica y ahora se venga despreciando su novela.
Es el libro más literario y personal de Scorza. Hilarante, corrosivo, dramático, sentimental. Un libro que inauguró un universo nuevo en la narrativa del huancavelicano que, lamentablemente, fue el único por culpa de la fatalidad. Apago el televisor.
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