Este Búho devoró de un tirón el libro ‘Doña Francisca Pizarro: Una ilustre mestiza 1534-1598′, escrito por la ilustre etnohistoriadora María Rostworowski (1915-2016). Desde el inicio la autora nos presenta la eclosión que significó la conquista española y la destrucción del Tahuantinsuyo.
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Eran las mujeres las que sufrían los peores destinos, sobre todo las de clase noble y, según los cronistas, como Pedro Pizarro, ‘llevaban el pelo largo y suelto sobre los hombros y eran hermosas’. Pero a raíz de la conquista, muchas mujeres nobles ‘se vieron convertidas en mancebas concubinas o prostitutas’.
En algunos casos se casaban con españoles, pero por lo general de rango inferior al suyo. La escasez de mujeres españolas en los primeros tiempos hizo indispensable para los varones europeos la presencia de las mujeres andinas. De estas uniones furtivas o estables nacieron los primeros mestizos del país.
A no dudarlo, la más destacada e insigne de aquellas mestizas de primera generación fue doña Francisca Pizarro, hija del famoso conquistador y de doña Inés Huaylas Yupanqui, hija del inca Huayna Cápac. La hija de Pizarro desde muy niña vivió los tumultuosos años de la conquista, como el asedio de Lima por Manco II que milagrosamente salvaron a los españoles un ejército de mil soldados indígenas.
Otras fuentes sostienen que fueron cinco mil los indígenas enviados por la curaca Contarhuancho de Canta, madre de la hija de Pizarro. Ni por ese apoyo que salvó la vida del conquistador Pizarro y de los españoles de Lima, él cejó en su empeño de separarse de su concubina y la ‘casó’ con un español ambicioso, Francisco Ampuero. Pero le otorgaron la crianza de sus dos hijos pequeños, Francisca y Gonzalo, a su medio hermano Martín de Alcántara y su esposa Inés Muñoz, y los mantuvo alejados de su madre porque deseaba una educacion ‘española’ y ‘cristiana’, y vivió una vida palaciega y de gran confort.
Sin embargo, su vida daría un vuelco cuando el 26 de junio de 1541 un grupo de veinte conspiradores ingresó sigilosamente a la casa de Pizarro y lo emboscó asestándole 20 heridas de espada, matándolo en el acto. Inés Muñoz perdió a su cuñado y a su esposo en esa asonada, pero armándose de valor -Raúl Porras la cataloga como una de las mujeres más valientes de la época- se preocupó de sacar los cuerpos de su marido y Pizarro que estaban enterrados clandestinamente y los llevó a sepultarlos en una iglesia sin la ayuda de un español.
El Búho: La hija de Francisco Pizarro se casó a los veinte años con su tío Hernando Pizarro
Pero sobre todo protegió a sus sobrinos Francisca y Gonzalo. Primero en un convento mientras los sublevados buscaban a los niños para matarlos, y luego en Tumbes. Una vez en el norte, vendió sus joyas con las que compró caballos para viajar a Quito donde se daría el encuentro con el pacificador Vaca de Castro.
Así empiezan las aventuras de la hija de Pizarro, todo lo que tuvo que pasar para mantenerse viva y su vida azarosa en Europa. El mismísimo rey de España se preocupó por el destino de la pequeña y por Ordenanza Real se ordenó el traslado inmediato por lo peligroso del viaje y, pese a ser tan joven, redactó su testamento. Los riesgos del viaje eran tremendos, por los infaltables piratas que acechaban los galeones españoles, y las tempestades en el Atlántico y los huracanes en el Caribe eran frecuentes.
Francisca, desde muy niña, vivió una vida de novela, intensa, feliz y trágica que nunca imaginó. Una vida entre dos mundos, pero por la fuerza intentaron anular sus raíces andinas que venían de la sangre de su madre, una princesa inca. Es admirable cómo la historiadora puede construir la vida de un personaje juntando los papeles de las distintas actividades de su historia, documentos de testamento, a los que logró tener acceso.
Es una historiadora que no fantasea, sino maneja sus investigaciones con rigurosidad y siempre se remite a las fuentes históricas. Como en este libro, donde al final, en la sección anexos, presenta el testamento de Francisca Pizarro y sus documentos sobre gastos efectuados por los hijos de Pizarro durante su viaje a España en 1551. La hija del conquistador, conocida como la ‘primera mestiza’ del Perú, se casó a los veinte años con su tío Hernando Pizarro y, a la muerte de este en 1580, contrajo segundas nupcias con el aristócrata Pedro Arias Portocarrero. Apago el televisor.