Este Búho asiste a un nuevo paro de ciudadanos que están cansados de ver cómo malditos criminales matan sin piedad a choferes, dueños de restaurantes y hasta mototaxistas víctimas de la extorsión. Este ‘monstruo’ ya está desbordado en el Perú. Hace unos años estaba focalizado en el norte del país, especialmente en La Libertad, y no se hizo nada para detenerlo y cortarlo de raíz.
¡Sí se puede vencer la ola delincuencial!, pero lo importante es la decisión política del gobierno, algo que este Ejecutivo incapaz y mediocre está muy lejos de poder liderar. Encima, tenemos un Congreso que protege con sus leyes a organizaciones criminales. Reitero que esto le puede explotar en la cara a Dina Boluarte y hasta propiciar su caída.
La gente ya está harta. Este Búho se permite revisar ejemplos de cómo algunos países arrastrados por la ola de violencia criminal ejecutaron planes que permitieron reducirla drásticamente y, en algunos casos, hasta desaparecerla del mapa. Pero esta opción chocó con los organismos de derechos humanos. Saquen sus conclusiones:
- SINGAPUR, LUCHA radical CONTRA LA VIOLENCIA: Las autoridades migratorias les dan la bienvenida a los turistas con estas palabras: ‘Si se portan bien sentirán que están en la tranquila Suiza, pero si delinquen sufrirán peor que Papillon en la Isla del Diablo’. Singapur era uno de los países más peligrosos del mundo. Las cárceles hacinaban a 500 mil presos (asesinos, narcotraficantes, violadores de turistas y otros). En el 2013 solo quedaban en las cárceles mil presos. ¿Qué había pasado? A los criminales convictos y confesos se les fusiló tras juicios sumarios. Toda autoridad pública, ya sea políticos, militares y policías, acusada de corrupción, claro que con pruebas incriminatorias, también terminaron en el paredón. Los empresarios estafadores y ladrones huyeron del país y los atrapados fueron fusilados. Los drogadictos que dormían en la calle huyeron a Malasia, pues eran condenados a trabajos forzados o los fusilaban. Singapur es, como vemos, un caso extremo.
- EL PAPA EN LA MIRA: Nunca hubo una movilización militar policial como la que se produjo en Río de Janeiro (Brasil) por la visita del papa Juan Pablo II. Quince mil militares coparon la ciudad y las favelas. La criminalidad descendió a ‘cero’. Tanta fue la conmoción que causó la visita del sumo pontífice en el país con la mayor cantidad de católicos del mundo, que hasta el escritor Antonio Ruiz Pérez de Almeida escribió una novela titulada ‘O papa na mira’, donde justamente a Karol Wojtyla, de 77 años, lo sacaron del papamóvil. El chofer y los guardaespaldas fueron asesinados a tiros y los narcos secuestraron al pontífice. Narcos acababan de secuestrarlo en su primera vista a Brasil. Esta ficción no dejó dormir a los cuerpos de seguridad carioca. Cuando iba a llegar por segunda vez había una guerra sangrienta de bandas en las favelas, justo en el lado que daba a la residencia del arzobispo de Río de Janeiro, donde pernoctaría el sumo pontífice. Ante esto, policías y militares tomaron literalmente las favelas más peligrosas y acribillaron a conocidos narcotraficantes de los que tenían su foto o identikit. Mientras el papa llegaba para proclamar la paz y la unión de los brasileños, militares y policías desataron una carnicería para que su santidad pudiera dormir tranquilo.
- EL SHERIFF DE NUEVA YORK: En 1994 Nueva York era ‘la ciudad más peligrosa del mundo’. El alcalde Rudolph Giuliani estaba asqueado por las terribles estadísticas: diariamente se reportaban ocho asesinatos, seis violaciones y otros 40 delitos. Encargó al comisionado de Policía de Nueva York, Bill Bratton, elaborar un plan para acabar con esa escalofriante estadística. Su plan de medidas simples se basó en la prevención de crímenes, se multiplicó la presencia policial en las calles, se restableció el vínculo entre la Policía y la comunidad, y se puso énfasis en intervenir a los sospechosos por más simples que pudieran ser los delitos: infracciones de tránsito, tomar licor en la vía pública. “No saben que ahí se puede encontrar a un asesino, un delincuente, un violador”, decía Bratton. Su plan dio resultado. Tras dejar el cargo, Bratton se convirtió en un especialista y viajó por el mundo explicando su trabajo. Apago el televisor.
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