Violencia de nunca acabar en el país Foto: GEC
Violencia de nunca acabar en el país Foto: GEC

Este Búho abre sus ojazos y percibe que la población siente indignación y rabia contra este gobierno y los congresistas que se dan la gran vida, mientras los peruanos de a pie, que trabajan durísimo para llevar un pan a la mesa, son asesinados de manera brutal por los malditos extorsionadores. y ponen bombas en bodeguitas y restaurantes de barrio.

Pero eso a Dina Boluarte no le preocupa y más bien se alista para hacer otro viajecito al extranjero, esta vez a Estados Unidos. Lo mismo pasa con los ‘otorongos’ del Parlamento, que se dedican a dar leyes a favor de los criminales, a condecorar a personajes como Dayanita, a crear decenas de universidades de cartón que no tienen presupuesto y, en general, a hacer populismo barato regalando la plata, cuando no es función de ellos disponer del dinero del Estado.

Por eso, jóvenes indignados con estas autoridades ineptas han convocado a marchas, para protestar contra la llamada reforma de pensiones y contra el gobierno. Gremios de transportistas, tan golpeados por las organizaciones criminales, han anunciado que se plegarán a las manifestaciones.

Dina, sus ministros y los congresistas deben tener mucho cuidado y no confiarse. Creen que pueden seguir haciendo, como hasta ahora, lo que les da la gana, burlándose de los peruanos porque andan más preocupados por la inseguridad ciudadana y por buscar monedas para alimentar a sus hijos. Pero noto que la gente pierde la paciencia. Todo tiene un límite y el de muchos parece que ya fue superado.

Estoy convencido de que, dentro del amplio espectro de la sanguinaria criminalidad en el país, los extorsionadores son los enemigos públicos número uno. Desde hace un tiempo han desatado un baño de sangre en todo Lima y varias regiones del país, que se viene agravando por culpa del gobierno incompetente de Dina. Miserables sicarios en moto asesinan sin piedad a humildes choferes y las coordinaciones salen de penales como el de Ancón.

Las autoridades ni siquiera pueden bloquear las señales de internet y de los celulares en las cárceles. Los extorsionadores son tan miserables que hasta ponen bombas en colegios en horario escolar y balean a buses llenos de pasajeros.

Desde hace semanas detonan dinamita en estos vehículos con ocupantes. Esto es terrorismo. ¿Qué hace este Congreso lleno de ‘mochasueldos’ para impulsar leyes más duras contra estas alimañas?

El gobierno debe conformar un equipo especial de inteligencia para enfrentar a las organizaciones criminales, como el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) en la época de Sendero Luminoso, que así fue derrotado. La Policía no puede seguir recogiendo los cadáveres que riegan los homicidas. Deben ponerse no uno, sino dos pasos adelante. Es indudable que los criminales venezolanos actúan con elevados grados de insania que antes no se veían en el país, y eso se está propagando.

Los delincuentes extranjeros más violentos deben ser castigados de las formas más duras. No pueden actuar con impunidad como en su tierra. Deben tener miedo de venir acá a perpetrar sus fechorías. Hay que hacer que teman a la justicia peruana al punto de elegir otros países. Pero eso se logra con mano verdaderamente dura.

También es hora ya de poner en su sitio a esos tremendos fiscales y jueces que en cuestión de horas liberan a sanguinarios hampones capturados por policías que arriesgan su vida para hacerlo. La Policía, Fiscalía y Poder Judicial deben actuar bajo una misma idea en esta terrible situación de emergencia: Lo primero, segundo y tercero en importancia es la seguridad de los ciudadanos honrados.

Así que no pueden soltar tan fácilmente a criminales peligrosos que en las calles volverán a matar. Como el dinero de la delincuencia tuerce conciencias con mucha facilidad, debe haber mayor control y a las autoridades corruptas deben encerrarlas treinta años en una cárcel. Si no hay castigos ejemplares, se ríen y siguen haciendo de las suyas. Apago el televisor.

MÁS INFORMACIÓN:

tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC