Este Búho estuvo atento a las declaraciones de la lobista Karelim López ante la comisión del Congreso y me pareció estar oyendo a una Matilde Pinchi Pinchi, la que fuera brazo derecho del corrupto Vladimiro Montesinos. En el año 2000, con sus testimonios y con la entrega de un ‘vladivideo’ -donde se ve que el ‘Doc’ compraba con quince mil dólares al congresista Beto Kouri-, se tiró abajo al régimen de Fujimori.
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Ayer, ante la Comisión de Fiscalización del Congreso, Karelim no se guardó nada, relatando los entretelones de cómo funcionaba una presunta mafia encabezada por el mismísimo presidente de la República, sus sobrinos y el exministro de Transportes, Juan Silva. “Me ratifico en decir que él es el cabecilla y que es aquel que da las órdenes porque sus sobrinos no llevaban empresarios a que se vean con él por gratitud”. Según la lobista, “eran los parientes quienes coordinaban con los ministros todo ese tipo de cosas.
Ellos eran los que tenían el poder encomendados por el presidente, para poder solicitar apoyo y encubrimientos. Coordinaban con los ministros”. Ante unos sorprendidos congresistas, López sindicó al premier Aníbal Torres, por ese tiempo ministro de Justicia, como el que propuso que Bruno Pacheco, ante el escándalo por los veinte mil dólares encontrados en su baño, abandonara el país, consiguiéndole algún puesto diplomático.
El Búho sobre Karelim López: Su testimonio dejó la investidura presidencial por los suelo
Karelim sostuvo que, en una reunión donde ella participó, “estaba el entonces ministro de Defensa, Walter Ayala, y Aníbal Torres dijo que era mejor que Pacheco salga del país para que no hable. Seguramente por querer silenciar al pobre Bruno se ganó los bonos para ser premier”. Hizo hincapié en la importancia en la organización de los sobrinos de Castillo Terrones: “Esa reunión la convocó Rudbel Oblitas, que es sobrino del presidente y está encargado de todo lo que tiene que ver con la CIA, la DEA, y de todo lo que tiene que ver con la Inteligencia. Él invitó al ministro Ayala, el de Defensa, para conseguir un puesto a Bruno”.
Su testimonio dejó la investidura presidencial por los suelos. Presentó al presidente como un angurriento. López se envalentonó cuando un congresista le preguntó cuánto había cobrado de ‘comisión’ en los presuntos negocios con el Estado, a lo que ella retrucó: “Yo no he cobrado nada, más bien yo he gastado en realizarle la fiesta del presidente por su cumpleaños. Tengo los vouchers donde consta que le puse el chancho al palo, los mariachis y hasta ahora no me pagan”.
Cuando el congresista de Perú Libre, Pasión Dávila, le interrogó sobre presuntos problemas psiquiátricos, Karelim respondió: “Mi problema psiquiátrico tiene que ver con el presidente de la República. El señor no tenía las agallas de decir la verdad, de quién daba las órdenes, de a quiénes se favorecían con las grandes comisiones”. Mientras ella declaraba, Pedro Castillo se fue a Ayacucho, donde presidió un seudo Consejo de Ministros Descentralizado que no es tal, sino más bien es una proselitista manera del ‘profesor’ de propagandizar su criticado intento de instaurar una Asamblea Constituyente.
Así busca apagar los incendios en las regiones del ande que le dieron su respaldo y hoy le dan la espalda y quieren que se vaya. Mientras en Lima, tras los discursos violentistas de Vladimir Cerrón, se descubrió un siniestro plan de militantes de Perú Libre para ‘tomar por asalto el Congreso’, y opacar la caída de Castillo y el efecto de las demoledoras declaraciones de Karelim López, que definitivamente van a acelerar aún más la caída del chotano.
El hombre parece un ‘dead man walking’ (un muerto caminando) y no quiere irse por las buenas, sino creando asonadas y tomas de locales. O con los agitadores de Cerrón violentando las legítimas protestas por las alzas, por el mal manejo de la crisis de un hombre que nunca debió llegar a Palacio y que a su ineptitud se le añade su apego a la corrupción. Así estamos. Apago el televisor.
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