Este Búho siguió con atención el debate sobre la propuesta del Ejecutivo para reformar la Constitución. Vi a un indescifrable primer ministro Aníbal Torres defendiendo a capa y espada una iniciativa de lejos descabellada. Maquillaba su discurso asegurando que una nueva Carta Magna sería la solución a las constantes crisis políticas.
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Pero los peruanos no somos ingenuos, detrás de aquella maniobra política para ir hacia una nueva Constitución está el cerebro afiebrado de un comunista recalcitrante como Vladimir Cerrón. “Si no cambiamos la Constitución, el Perú va a seguir enfrascado en la pobreza, en la corrupción y en todos los males que lo han aquejado hasta ahora”.
Esta declaración que el ‘Doctor Anemia’ brindó hace unos días a la BBC es un calco de las promesas que el dictador venezolano Hugo Chávez hacía en 1999 para impulsar una nueva Constitución que terminó por atornillarlo al poder hasta el día de su muerte y llevar a su país a la peor de sus crisis.
“El único camino pacífico para salir de esta tragedia social, económica y política que nos trajeron cuarenta años de falsa democracia, no hay otro camino que el camino de la Asamblea Constituyente, una nueva Constitución, reestructurar el Estado, la República”, decía en una entrevista, que está colgada en YouTube. Chávez, quien en esos años contaba con una popularidad envidiable para cualquier mandatario, logró la reforma constitucional con una aprobación del 72 % de los votantes.
Los cambios, sin embargo, no fueron a favor de los ciudadanos que confiaron en su palabra, sino a beneficio de sus turbios intereses. Primero, determinó la unicameralidad del Congreso, reorganizó las instituciones estatales, alargó el periodo presidencial de cinco a seis años, les dio facultad de voto a los militares y empezaron las nacionalizaciones de las empresas.
El Búho: Quienes se beneficiaron no fueron los pobres, sino la clase política corrompida
Desde entonces comenzaría una crisis económica, política y social sin precedentes que dura hasta estos días. Sino que lo digan los más de cinco millones que han huido de Venezuela por el hambre y la delincuencia. En nuestro país se encuentra un grueso considerable de migrantes llaneros.
Estos días pude conversar con diversos ciudadanos sobre aquellas reformas que impulsó y logró concretar el excomandante. La conclusión de sus testimonios es clara: quienes se beneficiaron no fueron los pobres, sino la clase política corrompida, que hoy lidera el sátrapa Nicolás Maduro.
“Siempre los beneficiados eran su grupo político. De lo contrario, el pueblo siempre quedó por fuera. Nos afectó en todos los sentidos, económico, social. Ellos (los chavistas) se quedaron con la mayor parte de la riqueza de nuestro país. El venezolano de a pie se quedó por fuera”, explicó Ana Luisa Terán (44).
“Ofrecían que todo iba a estar mejor, que era una solución para estar mejor económicamente. Nos engañaron. Vivíamos, en esa época, bien. Hasta que llegó esa gente y todo se acabó. Empezó a escasear todo, empezó a subir el dólar. Desaparecieron las casas de cambio. Empezó a faltar el trabajo, la comida en la casa”, señaló Rosa Vargas (38).
“Nos ofrecieron, como se dice en Venezuela, villas y castillos. Que iba a ser mejor, que no nos iba a faltar nada. Pero fue todo lo contrario. Desde ahí para acá fue cuando empezaron a migrar los venezolanos. Recuerdo a Chávez como otro Fidel Castro. Decía que venían cosas mejores, que los sueldos se iban a mejorar, que a los pensionados les iban a subir su sueldo. Todo cambió, pero para mal”, recordó Gladys de Peña (72).
Estos testimonios son importantes para entender las intenciones de una corriente ideológica absurda y obsoleta, que no ha funcionado en ninguna parte del planeta y ha llevado a países prósperos a la ruina. Su única intención es ensanchar sus arcas y perpetuarse, y para eso necesitan acomodar las leyes a su favor. El primer paso es llamar a una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución, la que ‘venden’ como una receta mágica para acabar con la desigualdad, la crisis y la corrupción. Pero solo juegan con la ilusión de los más necesitados. Apago el televisor.