Este Búho piensa que los peruanos debemos tomar muy seriamente la célebre frase del político francés Camille Sée: ‘Dicen que la historia siempre se repite. Pero lo cierto es que nunca se aprovecha’. Lo digo porque hoy, ante la reaparición de elementos de Sendero Luminoso, convictos y confesos, como ‘líderes’ de una protesta en la región sur donde pretenderían repetir los actos vandálicos producidos en diciembre, Verónika Mendoza y la izquierda ‘caviar’ se dedicaron a sabotear y petardear la ‘Marcha por la paz’ de ayer, llegando a insultar a la Policía, mientras se hacen los ciegos, callan en mil idiomas y no denuncian esa peligrosa infiltración terrorista.
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No aprovechan la historia. Están repitiendo el mismo error que cometió la izquierda en 1980, cuando irrumpió Sendero, la organización maoísta que lideraba Abimael Guzmán, quien le declaró la guerra al Estado peruano mediante el terrorismo, los asesinatos masivos o selectivos, coches bomba y atentados contra entidades públicas, que causaron la muerte de más de setenta mil peruanos.
La izquierda, en esa época, se negaba a llamar ‘terroristas’ a esos asesinos y los calificaba como ‘compañeros que luchan equivocadamente’. Lo mismo están haciendo actualmente, escondiendo la cabeza como el avestruz ante los contundentes informes de la Policía sobre la infiltración subversiva detrás de la escalada de violencia.
Los jóvenes que pueden sentirse atraídos por los engañosos ‘cantos de sirena’ del violentismo, que los alienta a cometer actos vandálicos, a enfrentarse a la fuerza pública con consignas que pretenden desestabilizar la democracia y crear el caos y el desgobierno, no habían nacido en esa década fatídica, no han conocido el infierno que desataron en el país los senderistas desde el mismo día en que el presidente Fernando Belaunde ganó las elecciones democráticas en 1980, cuando le hicieron la declaratoria de guerra pues ellos despreciaban la voluntad popular, las ‘pelotudeces democráticas’.
EL PAÍS VIVIÓ AÑOS DE TERROR
El país vivió años de terror. Teníamos que convivir con los asesinatos por la espalda de policías en plena calle, emboscadas a políticos, militares, de dirigentes populares como María Elena Moyano y Pascuala Rosado. O colocando coches bomba como el de Tarata, en Miraflores, el derribamiento de torres con sus consecuentes apagones hasta en Año Nuevo y las terribles matanzas de decenas de campesinos, como las de Lucanamarca o Soras.
A este columnista nadie se lo contó, lo vivió en carne propia. Como periodista, junto a otros colegas, nos tocó cubrir una década de horror. Creo que no se necesita ser historiador para saber cuando estuviste en un hecho trascendental. En 1992, el ‘Camarada Gonzalo’ fue capturado en una casa de la urbanización La Calera, junto a su diabólica conviviente, Elena Iparraguirre, la ‘Camarada Miriam’.
Un video conseguido por la Policía, durante un allanamiento a otro escondite de Guzmán, les mostró que el Comité Central de Sendero se emborrachaba con fino whisky y bailaba ‘Zorba el griego’. Los ‘terrucos’ tenían su lado frívolo. Esa época también sufrimos los periodistas.
Los policías estaban entrenados para lidiar con muertos todos los días. En la currícula de los periodistas no había un curso de medicina forense. La aprendimos viendo muertos todo el tiempo. Éramos jovencitos, salíamos de nuestros hogares y terminábamos viendo cadáveres despedazados, niños sin piernas, ambulantes y anticucheras destrozados por un coche bomba.
Mientras en San Marcos, en las noches, las hordas senderistas causaban apagones, marchaban encapuchados, con antorchas y entonaban su siniestro himno maoísta: ‘Salvo el poder, todo es ilusión, conquistar los cielos con la fuerza del fusil’. Eso jamás lo vamos a olvidar.
Hoy está permitida la legítima protesta pacífica. Claro que sí, pero no hay que ser pitoniso para saber que los infiltrados van a querer desvirtuarla para promover la violencia en las calles, tomas ilegales de carreteras, aeropuertos y atacar la propiedad privada, para exigir puntos de una agenda inaceptable: liberación del golpista Pedro Castillo, asamblea constituyente, disolución del Congreso y renuncia de la ‘dictadora’ Dina Boluarte.
Lo hacen para prolongar los enfrentamientos y atacar a las fuerzas del orden buscando provocar al máximo, sin importarles que haya víctimas, aunque en las afiebradas mentes de los radicales quisieran que aumente el número de víctimas para acelerar la crisis y la anarquía.
Por eso el Gobierno debe exigir a la fuerza pública que ponga orden tal como lo establece la ley, pero cuidando de que no cometa excesos. Y sobre todo, el Ejecutivo debe implementar en un corto plazo un plan económico de urgencia destinado para la Macro Región Sur, donde se ubican poblaciones olvidadas con los mayores índices de extrema pobreza del país. Apago el televisor.