Este Búho piensa que el presidente Pedro Castillo, si algún mérito tiene, es el de haber logrado volver a unir a los peruanos en un solo deseo: que renuncie. Eso es lo que gritaba la calle en la multitudinaria marcha del martes: ¡Fuera, Castillo, fuera! No solo se hizo el ‘harakiri’, curiosamente un 5 de abril, fecha del ‘autogolpe’ fujimorista, de infausta recordación, al decretar un ‘toque de queda’ ‘entre gallos y medianoche’ para Lima y Callao, sino que terminó retrocediendo y anulando la absurda medida.
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Mientras el ‘pueblo’, que tanto menciona, reclamaba por las implacables alzas, Castillo y Cerrón maquinaban cómo evitar la vacancia y ganar a ‘los niños’ de Acción Popular. Ni el triunfo de Perú ante Paraguay pudo servirle de ‘carambola’ y aplacar el descontento popular. A los transportistas los ofendió llamándolos ‘pagados’, lo que originó el ‘Huancayazo’.
Pero su sinfonía de ineptitud se vio traducida cuando rehuyó en su compromiso de viajar a Huancayo a reunirse con transportistas, agricultores y ganaderos. Brilló por su ausencia y demostró una total falta de respeto a la población y, también, miedo, indigno en un mandatario.
Lo del martes es ya por todos conocido y repudiado. Un ‘toque de queda’ de un día, suspendido a las horas, que perjudicó a miles de trabajadores informales, transportistas y comerciantes de Lima y Callao. La protesta fue una jornada de civismo. Pero también, hay que decirlo, hubo elementos que no tenían pinta de estudiantes ni de trabajadores, más bien tenían porte militar. Sus desplazamientos tenían objetivos claros: los locales del Poder Judicial y la Fiscalía, justo las instituciones que están investigando a los ‘angelitos’ del régimen por corrupción.
El Búho: La renuncia sería una salida digna ante tanta incapacidad, mediocridad y desgobierno
Hay que recordar que Vladimir Cerrón colocó en la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) al cuestionado José Luis Fernández La Torre, chotano, que arrastraba denuncias por agresión, abuso de autoridad y otras faltas. Si bien ya no está en el cargo, Cerrón sigue mandando en esa dirección ‘clave’. Crear un clima de violencia delincuencial cada vez que la población salga a protestar. El mismo método que utilizó Vladimiro Montesinos para tumbarse la ‘Marcha de los Cuatro Suyos’ y culminó con el incendio, por parte de elementos de inteligencia, del local del Banco de la Nación, donde fallecieron humildes vigilantes.
Por el lado político, al premier Aníbal Torres se le agotó su crédito político, si es que alguna vez lo tuvo. Ha tenido que reconocer en una radio colombiana que el gobierno del presidente Castillo ‘puede caer, porque en el Perú todo es posible’. Lo dice también porque como primer ministro ya no tiene convocatoria después de los fracasos de las negociaciones en Huancayo. Torres se incineró políticamente defendiendo al indefendible Castillo.
El mandatario, que es ajeno a fidelidades, ya le está buscando un reemplazo, pero Torres asegura que está ‘firme’ en esa arena movediza que es el Consejo de Ministros. El problema del presidente Castillo es que ningún político decente quiere aceptar el cargo de premier, porque saben que el problema es el chotano y la solución pasa porque Castillo se vaya.
No hay otra alternativa. Ha demostrado en estos ocho meses que es una persona que no está capacitada para dirigir los destinos del país. En lugar de reactivar la economía y potenciar los programas de salud y educación pública, se coludió en corruptelas con oscuros ‘empresarios’ como Zamir Villaverde, sus sobrinos angurrientos, un amigote como Bruno Pacheco ahora prófugo y una lobista como Karelim López.
En vez de gobernar, terminó siendo un ‘fabricante de mentiras’, como la canción de Charly García. Ya encendió la chispa y las protestas continuarán. La renuncia sería una salida digna ante tanta incapacidad, mediocridad y desgobierno. Apago el televisor.