Este Búho continúa cumpliendo el aislamiento social obligatorio no solo para evitar contagiarme, sino también para no exponer a mi familia y a la comunidad que me rodea, porque este virus es silencioso, traicionero y mortal. Pero a pesar de que trato de llevar la cuarentena cultivándome con la lectura y la búsqueda de información, uno a veces se deprime. Cómo no hacerlo, si ves a tu niñito, acostumbrado a correr por el parque, correteando a las mariposas, pero hoy sigue sin salir a la calle casi tres meses.
Sin embargo, hay noticias, dentro de lo terrible de esta crisis, que te inyectan optimismo y hace que te sientas orgulloso de los logros de tus compatriotas. Me refiero al caso de la peruana Rosa Ávalos, una joven natural de Chilca, que vendía higos de la chacra de su abuelita, pero que estudió ingeniería aeroespacial en la Universidad de Virginia (Estados Unidos). Pero lo más trascendental: fue parte del equipo de la NASA que participó en el último histórico lanzamiento al espacio de una nave impulsada por un cohete con dos astronautas a bordo, después de diez años y en plena pandemia. Y como dato adicional es el primer lanzamiento financiado por la empresa privada.
Este columnista estaba muy chiquito, pero tiene muy buena memoria y recuerda la época en que se vivió la ‘fiebre espacial’ en el mundo y en el Perú, cuando el 11 de julio de 1969, la nave de la NASA norteamericana, ‘Apolo 11’, llegó hasta la Luna. Por primera vez, un ser humano, el astronauta norteamericano Neil Armstrong, pisó la superficie lunar y caminó sobre ella.
Chibolito, frente al tremendo televisor en blanco y negro marca ‘Andrea’, vi con toda mi familia esa hazaña, porque fue la primera vez que se pudo ver un acontecimiento internacional ‘vía satélite’. Los norteamericanos hicieron el milagro. Con tal de que todo el mundo fuera testigo que habían vencido a la entonces URSS (hoy Rusia) comunista, conectaron a todas las televisoras del mundo para que se transmitieran este inolvidable acontecimiento y de paso, hacer ver la supremacía estadounidense sobre los soviéticos. Gracias a ello, los peruanos pudimos, en agosto, ver la transmisión en vivo del histórico partido de nuestra selección de fútbol contra Argentina, el 2-2 en la ‘Bombonera’ con goles de ‘Cachito’ Ramírez, que nos llevó al Mundial México 70.
Los norteamericanos mandaron a Armstrong a una gira promocional por todo el mundo, incluido el Perú. Recuerdo que a los niños de transición de mi colegio religioso, como muchos otros de Lima, nos llevaron para recibirlo con banderitas peruanas al aeropuerto Jorge Chávez. Tampoco puedo olvidar que ese año, en noviembre, en la famosa y desaparecida Feria Internacional del Pacífico, en la avenida La Marina, llegó como su principal atracción ¡¡la piedra lunar!!, que recogió Armstrong en su caminata por nuestro principal satélite.
Este columnista, con sus padres, hizo una kilométrica cola para ver ¡¡esa piedra!! Cuando volví a mi barrio y al colegio, parecía que me había convertido en el gran astronauta estadounidense. Todos me preguntaban sobre la piedra, hasta los profesores. Si en ese momento alguien le preguntaba a un niño, como la recordada canción de Miguel Mateos: ‘nene, ¿qué vas a hacer cuando seas grande?’, todos iban a responder: ¡¡astronauta!! Recuerden que en esa época, las mejores series de TV tenían que ver con el espacio: ‘Los supersónicos’, ‘ Perdidos en el espacio’, ‘Mi marciano favorito’. Hoy, una chilqueña, que vendía higos, cumplió el sueño de muchos, trabajar en la NASA y contribuir a la conquista del espacio. Apago el televisor.