Este Búho quedó impresionado con el documental de Netflix estrenado a finales de noviembre, ‘El gran cirujano del engaño’. Creo que ni una obra de ficción podría superar la alucinante y macabra historia del tristemente célebre médico suizo Paolo Macchiarini, quien se convirtió en un famoso cirujano aclamado por la Academia de Medicina profesional de Europa por implantar los primeros órganos sintéticos.
Estudió Medicina en la Universidad de Pisa, pero en los noventa hizo posgrado en la Universidad de Alabama, se licenció en la Universidad de Franche-Comté, además de ser jefe del departamento de cirugía torácica y vascular del hospital de Hannover. Dominaba más de seis idiomas.
En 2011, durante su residencia en el hospital universitario Karolinska, Macchiarini fue aclamado por realizar una cirugía ‘histórica’ con el primer trasplante de un órgano de plástico, al proporcionar a un hombre una tráquea cultivada en laboratorio, con el injerto sostenido por las propias células madre del paciente.
Realizó un total de nueve trasplantes experimentales de este tipo entre 2011 y 2014: uno en Estados Unidos, tres en Suecia y cinco en Rusia. Pero más tarde se supo que siete de estas personas murieron tras las operaciones, y que algunas no habían estado lo suficientemente graves como para justificar esta cirugía. Pero eso se descubriría después.
En su afán de figuración, el médico filmaba a sus pacientes y a sus familiares desde el momento que establecían contacto con él hasta después de la operación y les daba de alta. Esos documentales lo hicieron célebre en el mundo de la medicina. Lo que nadie sabía es que esos implantes nunca se habían experimentado con animales.
De frente utilizó a humanos como ‘conejillos de Indias’. Las prótesis se pudrían dentro de los pacientes, pero el médico ocultaba esa tragedia y seguía operando. Los medios seguían sus ‘hazañas’ hasta en Rusia. El documental se vuelve indignante cuando se observa cómo agonizan algunos pacientes, como una joven rusa, mientras el médico se vuelve millonario y un ‘héroe de la medicina’ y no se arrepiente de nada. Macchiarini es ‘completito’. Es un monstruo de la mentira y el sadismo también en sus relaciones románticas.
En 1986 se casó con la italiana Emanuela Pecchia y tuvieron una hija a quien le puso un departamento en Roma. Ella también habla en la serie llamándolo ‘monstruo’. En febrero de 2013 se reunió con la productora de la NBC Benita Alexander, para aparecer en un documental titulado ‘A Leap of Faith’ (Un salto de fe), que se emitió en 2014.
Paolo la sedujo, iniciaron una relación y hasta se fueron de vacaciones a las Bahamas, Turquía, México, Grecia e Italia, donde incluso llevó a Alexander y a su hija a conocer a su madre en Lecca. Le dijo a la periodista que finalmente se había divorciado y le propuso matrimonio religioso.
Planearon una boda repleta de estrellas —afirmó que había operado a Bill y Hillary Clinton, al emperador Akihito de Japón, al presidente Obama y al ruso Vladimir Putin, por lo que todos ellos serían invitados— y le prometió que por su estrecha relación con el papa Francisco él oficiaría su ceremonia, prevista para junio de 2015.
Le aseguró que Andrea Bocelli cantaría en la iglesia y la Enoteca Pinchiorri de Florencia, con tres estrellas Michelin, se encargaría de la comida. Benita, ilusionada, dejó su trabajo en la NBC y se preparó para trasladarse con su hija —sacándola del colegio— a Europa.
Pero todo empezó a torcerse en mayo de 2014, cuando ya se habían enviado los lujosos partes de boda, pues un amigo mandó a Alexander un correo electrónico en el que le indicaba que el Papa iba a estar de gira por Sudamérica en los días del casamiento.
Según Vanity Fair: “Macchiarini intentó culpar de la confusión a la política vaticana y afirmó que estaba de camino a Roma para aclarar las cosas. Sostuvo que sus temores eran infundados, que actuaba de buena fe y que todo saldría según lo previsto. Dijo que el Papa acortaría su viaje y regresaría pronto”.
Alexander contrató a un investigador privado, que le informó de que casi todos los datos que Macchiarini le había contado sobre la boda eran falsos, desde los invitados hasta los artistas y el catering. El final es increíble, pero ya no puedo contar más. Vean ‘El gran cirujano del engaño’ para que observen hasta dónde puede llegar la miseria humana. Apago el televisor.
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