Este Búho no pudo encontrar otro libro más acorde con estos tiempos de cuarentena que ‘El Decamerón’ del escritor Giovanni Boccaccio (Florencia 1313-1375). Una obra que dio punto de partida a la modernidad literaria en el inicio del gran Renacimiento.
Para el imaginario popular, la obra es famosa porque tiene que ver con su argumento: las historias carnales, eróticas, pecaminosas y anticlericales que relataban un grupo mixto de jóvenes (siete mujeres y tres hombres de la clase alta florentina que se autorrecluyeron por diez días en una villa de las afueras) con la finalidad de huir de la temible ‘peste negra’ que asolaba la ciudad. Con el correr del tiempo fueron las historias de esos muchachos las que inspiraron hasta producciones cinematográficas de contenido picaresco, como el filme de Pier Paolo Pasolini, de similar título, y hasta ‘La Serie Rosa’.
Pero la terrible ‘peste bubónica’ o ‘peste negra’ no había sido mostrada al gran publico en el cine o series de TV. Y es que la peste retratada por Boccaccio, que asoló a su natal Florencia y toda Europa, dejando la estratosférica cifra de ¡¡50 millones de muertos!!, según estudios recientes, tiene muchas similitudes con el coronavirus de hoy. En el inicio de su obra, el autor trata de explicar el origen de la plaga: ‘Llegó del oriente por la ruta de la seda’. La ruta provenía, efectivamente, del Asia. China, específicamente. El Covid-19 llegó de Asia, China, concretamente. Primera coincidencia. Al principio se pensó que fueron barcos de mercaderes genoveses los que introdujeron la peste en Europa, pero rigurosas investigaciones historiográficas apuntan a un hecho concreto.
La peste la llevaron los invasores mongoles convertidos al Islám desde Asia Central, quienes llegaron hasta el puerto de Caffa, un enclave italiano en el Mar Negro de Crimea. Miles de mongoles lo sitiaron por semanas lanzando con sus catapultas bolas de fuego y piedras sobre la amurallada ciudad. Cuando pensaban que no podían resistir más, los italianos ya no recibieron más bombardeos y sus vigías observaron maravillados que los invasores uno a uno se iban desmoronando al suelo por millares. Los había atacado la peste.
En un primer momento se pensó que fue la rata negra la culpable de trasladar la epidemia mortal a Europa. Pero en 1894 los científicos Alexandre Yersin y Kitasato Shibasaburo descubrieron que fue una pulga (yersina pestis) la que transmitía el virus mortal. La pulga llegó con las monturas de piel de animales sin pulir de los mongoles y eso infectó a las miles de ratas que merodeaban el campamento del ejército sitiador del puerto de Caffa. Allí se inició el terrible exterminio. Decía la leyenda que los pocos mongoles sobrevivientes, con sus catapultas lanzaron los cuerpos infectados de sus muertos dentro de la ciudad para infectar a los italianos.
Sin embargo, lo cierto es que las ratas, como buenas polizontas, abordaron los centenares de barcos que zarpaban para regresar a la península itálica. En cada puerto bajaban los roedores y sus pulgas. Cuando morían las ratas, las pulgas saltaban a los humanos. Segunda coincidencia con el coronavirus, que también sostienen los cientificos, animales -en este caso murciélagos y cerdos- tuvieron que ver en el origen de la pandemia en Wuhan, China.
Boccaccio igualmente explicaba sobre el contagio y los síntomas: ‘Se transmite entre los humanos al hablar, al tratar con los enfermos, al tocar sus ropas u objetos personales’. Pero el autor también describía los estragos que causaba la enfermedad, pues publicó su obra en 1353, seis años después que la peste diezmara a su ciudad.
Se manifestaba en las ingles y en las axilas, donde salían unas ‘bulbas’ (de ahí el nombre de peste bubónica). Luego les brotaban unas horribles manchas negras en el cuerpo y cuando explotaban las ‘bulbas’ despedían un olor nauseabundo. Según Giovanni: ‘Eran pocos los que se curaban, sino que todos antes del tercer día de la aparición de las señales antes dichas, quién antes quién después, morían’. Como cantaba Federico Moura del grupo Virus: ‘El destino es circular’. Apago el televisor.