Este Búho ha escrito ríos de tinta sobre Norman Mailer (Nueva Jersey 1923-Nueva York 2007). El extraordinario escritor, periodista, director de cine, boxeador, vicioso; el judío de Nueva Jersey que deslumbrara al mundo de las letras con obras maestras como ‘Los desnudos y los muertos’, sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial, de la que formó parte como soldado, y ganador dos premios Pulitzer.
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Pero en esta oportunidad quiero escribir sobre un libro fruto de sus inquietudes como notable periodista, porque Norman junto a Truman Capote, Tom Wolfe y Gay Talese revolucionaron el periodismo fundiéndolo con la exquisita literatura para dar forma al ‘Nuevo Periodismo’, que ya en Latinoamérica habían experimentado Gabriel García Marquez con ‘Relato de un náufrago’ (1970) y Robert Walsh con ‘Operación Masacre’ (1959).
Pero he vuelto a leer un libro clásico de Mailer: ‘El combate’ (1975). Un acontecimiento deportivo a nivel mundial indujo a Norman a girar su inquieta mirada hacia una pelea de boxeo: Ali vs Foreman. De aquel enfrentamiento emergería este libro hipnótico. El novelista viajó como enviado especial a Kinshasa, Zaire (actualmente República Democrática del Congo), en pleno corazón de África, para escribir una crónica sobre lo que sería el acontecimiento deportivo del siglo. El choque entre el campeón mundial de peso pesado George Foreman y el retador Muhammad Ali en octubre de 1974, en el estadio ‘20 de Mayo’.
George era un boxeador de una agresividad y un instinto homicida sin parangón. Inclusive en sus últimos combates despachaba a sus rivales antes del segundo round. Hasta ese remoto país no solo llegó Norman, sino otros grandes de la pluma como el creador del ‘periodismo gonzo’ Hunter S. Thompson, enviado por la revista Rolling Stone para cubrir el combate y de quien nuestro novelista narra una sabrosa anécdota. Como no podía ser de otra manera, aquí no solo encontramos el detalle de los ocho rounds de la pelea que ganó Alí.
Hay muchísimo más de antes y después del choque. Nos describe a pintorescos personajes llegados hasta la jungla, como el propio Mailer, quien como abanderado del ‘Nuevo Periodismo’ escribe en primera persona sus vivencias y desarreglos. Cuando llega a su suite del hotel en el sétimo piso y va a su balcón ¡increíblemente sin barandas! y se ‘cuela’, cual ratero, a la habitación contigua, desafiando lo que podía encontrar allí. ‘Es que venía de una fiesta y estaba algo picado, no borracho’, se justifica.
Ni Ali ni Foreman son los héroes, sino nuestro escritor. Es un juez que disecciona a los principales personajes en este inmenso circo enclavado en un país paupérrimo, como el siniestro -no por ello tremendamente exitoso- Don King, quien logró convencer a un dictador de pacotilla, el sátrapa Mobutu Sese Seko, para que ponga la bolsa de ¡10 millones de dólares! de ambos pugilistas.
El Búho sobre ‘El combate’: Es un libro imperdible
La pelea se tuvo que atrasar un mes debido a un corte en la ceja de Foreman, quien trituraba a sus sparrings a tal punto de que uno de ellos, al tratar de eludir otro golpe asesino, le dio un cabezazo al campeón. Mailer -ya en Kinshasa- no regresó a su país, sino se dedicó a reportear a esa variopinta troupe que seguía a los dos boxeadores. Se centró en uno en especial: Don King, exconcvicto, al cual describe el día que lo conoció: ‘Era un negro cuyo peinado estilo africano parecía como electrificado por un ascensor que descendiera perpetuamente: el cabello subía y las palabras bajaban’. Otro de los que no pasaba desapercibido para los ojos escudriñadores del norteamericano era el dictador Mobutu. Asegura que su presencia se sentía de manera inquietante en el país y en cada rincón de la ciudad.
Como en el estadio ‘20 de Mayo’ donde se realizaría el combate y al recorrerlo no duda en afirmar: ‘Es una fortaleza ideal para torturar a disidentes’. África misma le suscita reflexiones. Norman se contagia de la forma cómo los africanos conciben al ser humano: como una mezcla de fuerzas o energías ‘procedentes de todas las cosas vivas y muertas’. Ali intentaba recuperar su trono tras varios años de suspensión por negarse a realizar su servicio militar. Está relajado y es la estrella del pueblo y los periodistas.
Al otro lado, cuando visita los entrenamientos de Foreman, deduce que ‘es una auténtica máquina de machacar rivales’. Y al analizar la forma cómo lanza puñetazos a las bolsa de arena, llega a la conclusión: ‘No hay objeto animado o inanimado que pueda resistir semejante castigo’. Solo los últimos capítulos del libro se centran en la pelea en sí y son una joyita. El novelista y aficionado al boxeo simpatiza con Muhammad Ali y sus bravuconadas, desprecio y cachita a Foreman. Concluye que dentro del ring se enfrentan dos filosofías: Ali ‘es el arte’ de quien toma su carrera como un mesianismo de la causa negra oprimida por el sistema. Mientras que Foreman es un tipo callado que se deja llevar por su ‘instinto animal’, ese mismo que lo impulsó a golpear a Joe Frazier en la nuca cuando este caía grogui al suelo.
Al final reconoce que fue un combate memorable y que la estrategia de los púgiles desembocó en el resultado. Mailer reconoció también que por primera vez un combate de boxeo le recordó a una partida de ajedrez. Un libro imperdible. Apago el televisor.
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