
Este Búho está convencido de que los peruanos estamos viviendo una terrible pesadilla como nunca antes se había visto por la maldita delincuencia que asesina sin piedad por cupos. Las mafias han ganado poder ante la falta de estrategia de nuestros gobernantes. Y nunca olviden que toda esta podredumbre se agravó con la llegada de ‘lacras’ de Venezuela, feroces criminales que el dictador Nicolás Maduro sacó de las cárceles para que ingresen al Perú ante la ‘invitación’ que les dio PPK.
Después llegó un incapaz y ladrón como Pedro Castillo a Palacio, un ignorante que no podía hilar tres frases coherentes y tenía como vicepresidenta a la frívola Dina Boluarte. Lo demás es historia conocida.
Pero este columnista es un aplicado cultor de las películas de gánsteres, desde que veía los capítulos de ‘Los Intocables’, recordada serie con Robert Stack como el agente del Tesoro Eliot Ness, en su implacable lucha contra la mafia de Chicago encabezada por Al Capone y el siniestro asesino Frank Nitti.
Luego vería obras maestras del género como las míticas ‘El padrino’ (1972), de Francis Ford Coppola, y su extraordinaria secuela. El maestro Martin Scorsese también nos regaló una joya como ‘Buenos muchachos’ (1990). Ambos influyeron en el director canadiense Alain Desrochers, quien es un alumno aplicado y codirige la serie canadiense ‘Bad blood’ (Mala sangre, 2017), que se ve en streaming.
Nuestros ojos estaban acostumbrados a ver en el cine y la tele historias de mafiosos ambientadas en ciudades norteamericanas como Nueva York, Chicago, Miami, Nueva Orleans o Los Ángeles.
Pero muy poco sabíamos sobre las mafias canadienses, concretamente la de Quebec, con su ciudad más poblada, Montreal, que en un tiempo se convirtió en un punto clave de la distribución de droga para Estados Unidos y Europa, con mafiosos como Vito Rizzuto.
La serie justamente se inicia recreando la historia del clan italiano Rizzuto, cuyos miembros hicieron fortuna con la corrupción que generó la construcción de inmensos escenarios para los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976. Extorsión, prostitución y drogas enriquecieron a los Rizzuto.
Sin embargo, en 1996 Vito Rizzuto (Anthony La Paglia), si bien es el capo más importante de la ciudad -y como Vito Corleone, tiene influencia en la Policía y el Ayuntamiento- debe compartir territorios con otros grupos criminales, como la mafia haitiana, los motociclistas que dominan el mercado de la heroína y los irlandeses. Visionario, Vito logra un acuerdo para conformar una sociedad criminal bajo su mandato.
Rizzuto aparentemente es un capo convencional: vive en una mansión con su esposa e hijo treintón y su anciano padre, pero tiene una atractiva y antigua amante cuarentona y una ‘trampita’ que es una hermosura veinteañera.
Además, su ‘brazo derecho’ no es canadiense, sino que ‘adoptó’ al irlandés Declan Gardiner (notable Kim Coates), un personaje clave en la serie. Si el ‘consiglieri’ irlandés de Vito Corleone, Tom Hagen (inolvidable Robert Duvall), no podía ver sangre ni portaba armas, Declan es todo lo contrario, un asesino implacable con fidelidad canina hacia su jefe.
Cuando los negocios de Vito están ‘viento en popa’ y planea legalizarlos para poder llegar a viejo, un triple asesinato ocurrido en Nueva York en su juventud, donde tuvo una participación accidental, hace que lo extraditen a Estados Unidos y lo condenen a diez años de prisión. Todo el sindicato del crimen de Montreal sufrirá una conmoción con el arresto del jefe y más de una pandilla querrá aprovecharse del desarraigo del reemplazante Declan -incluido el hijo del mafioso encarcelado- para quitarle autoridad y sacarlo del medio, lo que pondrá en peligro la supervivencia de la propia familia Rizzuto.
La serie se pone mejor cuando Declan entra en acción, con su sombría personalidad, su perfil de lobo estepario, enfrentándose acompañado solo de sus cojones y su astucia frente a sus enemigos. La serie te atrapa y dejará a los espectadores totalmente sorprendidos porque habrá giros inesperados que solo generan más adrenalina en el televidente. Estos ojazos no se cerraron en casi toda la madrugada. Apago el televisor.
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