Hace unos días, este Búho abrió sus ojazos y puso cara de sorpresa cuando mi hija, que ya entra a quinto año de secundaria, me dice: ‘Papá, quiero estudiar en San Marcos, matricúlame en la Pre’. Soy de los padres que no les gusta imponer cosas a sus hijos -como otros- nuestros deseos frustrados o preferencias personales. De niña la matriculé en academias de tenis, natación y vóley, pero jamás la presioné para que llegara a ser profesional en cualquiera de esas disciplinas. Internamente pude haberlo querido, pero nunca impuse nada. Si ella lo hubiera querido, la habría apoyado a morir, pero seguramente mi hijita estaba destinada a ser una destacada profesional universitaria y todavía sanmarquina, igual que su padre. Ojalá. No pude evitar ingresar al túnel del tiempo.
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