Este Búho, para analizar la creciente montaña de acusaciones por viles corruptelas del gobierno encabezado por Pedro Castillo —de las dimensiones del monte Everest—, tiene que releer una ‘joya’ que tengo entre mis libros de cabecera: ‘Las mil y una noches’, especialmente ‘Alí Babá y los cuarenta ladrones’.
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La realidad nos dice que son cada vez más sus compinches en pingües negocios sucios quienes lo están delatando, convirtiéndose en colaboradores eficaces. Karelim López, Bruno Pacheco, Zamir Villaverde y el novio de la ‘cuñadita’ Yenifer Peredes, Hugo Espino. Todos lo sindican como el ‘jefe’ de una organización en la que ellos obtuvieron millonarios negociados con plata del Estado.
Según un colaborador eficaz, clave para que por fin la fiscal de la Nación Patricia Benavides decida acusarlo constitucionalmente ante el Congreso, Castillo en su desesperación, le ordenó al ‘jefe’ de su ‘gabinete en la sombra’, Beder Camacho, que haga las gestiones al más alto nivel internacional para presuntamente coordinar el asilo político para los prófugos Bruno Pacheco, y sus sobrinos Gian Marco Castillo y Fray Vásquez.
El testimonio del colaborador quedó plenamente corroborado cuando el último domingo los programas dominicales difundieron imágenes de Beder Camacho, captadas por agentes del equipo especial de la Policía Nacional, en agosto de este año, ingresando a la casa del embajador de Venezuela y a la embajada de México.
Según el confidente de la Fiscalía, Camacho logró una comunicación directa entre Castillo y Nicolás Maduro, y el dictador aceptó otorgarles el asilo, pero la ‘jugada’ se frustró porque un desesperado chotano quería que los prófugos Bruno y Fray vayan inmediatamente a pernoctar en la casa del embajador, algo que no le cuadró al embajador llanero.
El intento del presidente desvirtúa y enloda la figura del ‘asilo político’, que se otorga a perseguidos políticos por sus ideas, por su lucha de ideales libertarios, democráticos. Esa maniobra también es un flagrante delito por considerarse obstrucción a la justicia.
La historia del Perú nos enseña lo que significa un verdadero asilo político. El fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, pasó cinco años (1949-1954) asilado políticamente en la residencia de la embajada de Colombia, con francotiradores del dictador Manuel Odría dispuestos a disparar si sacaba la cabeza para saludar a sus ‘compañeros’, que pasaban en autos agitando pañuelitos blancos.
A Haya querían matarlo, estaba perseguido por sus ideas, por tratar de transformar un país cuya economía estaba hipotecada a las grandes empresas transnacionales y en la sierra se vivía un injusto régimen de semiesclavitud con el vil ‘yanaconaje’.
Contra esas estructuras del Perú oligárquico luchaba con justicia el aprismo de ese entonces. Haya de la Torre nunca tuvo casa propia. Vivía en Villa Mercedes, en Santa Clara, una vivienda prestada, rodeada de chacras y afuera sin alumbrado público.
Siempre fue considerado honrado, ni sus enemigos osaban insinuar que era un ladrón y corrupto, al final, murió sin ninguna propiedad ni abultadas cuentas bancarias. Totalmente distinto con el caso de los pedidos de ‘asilo’ para Bruno Pacheco, quien había amenazado a Castillo con contarlo todo si no le entregaban 130 mil dólares.
Hoy el testimonio del ex secretario de la Presidencia de Palacio será pieza clave contra el profesor. Bruno era ‘la almohada’ del presidente. Sabía todo lo que hacía, lo que planeaba y ejecutaba.
Pero no es el único testimonio que puede derrumbar al jefe de Estado. Beder Camacho, el hombre que habría ejecutado un abanico de actos ilícitos por orden de Pedro, también se habría convertido en colaborador eficaz. Directamente amenazó al mandatario y a su entorno incondicional.
“Si me pasa algo, ya ustedes sabrán de dónde viene esa amenaza o de dónde salió ese atentado [¿A quién responsabiliza?] Hago responsables a los miembros de la organización que están investigando sobre estas amenazas que he recibido”. A buen entendedor pocas palabras.
El Congreso ya no debe esperar más. Pero hay que tener acorralados a ‘Los Niños’, no solo hay ‘infantes’ de Acción Popular, sino de otras bancadas. De Sigrid Bazán, la Fiscalía sospecha que habría vendido su voto por una cuota de poder en el Ministerio de la Mujer. Apago el televisor.
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