Este Búho estará pegado hoy viendo la ceremonia de los premios Oscar aunque, siendo sincero, desde hace varios años las galas han perdido el brillo de antaño. Inclusive, las películas ganadoras tampoco tienen la categoría de clásicas y del calificativo de ‘buenas’ no pasan, y uno las va a olvidar al año siguiente.
Esta vez suenan como favoritas ‘Oppenheimer’, de Christopher Nolan; ‘Los asesinos de la luna’, del maestro Martin Scorsese; ‘Anatomía de una caída’, de Justine Triet, y ‘Pobres criaturas’, del griego Yorgos Lanthimos.
Me parece que ninguna es como aquellos filmes ganadores memorables y extraordinarios que trascienden en el tiempo, como ‘Lo que el viento se llevó’ (1939), ‘Ben Hur’ (1959) o ‘El padrino’ (1972), por citar algunas.
Este columnista sigue las ceremonias de Hollywood porque desde que tuve uso de razón soy apasionado del cine. Tuve la suerte de vivir mi niñez en la Unidad Vecinal Mirones y allí teníamos cerquita al entrañable cine Mirones, donde veía las películas clásicas.
Los ‘westerns’ con John Wayne o los ‘spaguetti westerns’ con Clint Eastwood, a pesar de que eran películas clasificadas para ‘mayores’ por una absurda junta de censura. Los chibolos le dábamos una ‘propina’ al ‘tío’ boletero y entrábamos cuando las luces se apagaban. Así me hice adicto al cine.
Luego de adolescente me quedó chica la sala de mi barrio y comencé a explorar otras, donde sabía que había otros ‘tíos’ que dejaban ingresar a menores. La mayoría en el centro de Lima: el Rivoli del jirón Washington, el Omnia en Abancay, el Alfa en Rufino Torrico.
El gran Pepe Ludmir
Eran épocas en que dejé de leer los periódicos por atrás, buscando deportes, pues me iba a la página de cine para chequear qué película nueva estaban estrenando. Y por supuesto, cada año no me perdía la entrega del Oscar, que conducía el gran Pepe Ludmir por Panamericana y rompía el rating.
Don Pepe tenía una secuencia los sábados en el programa ómnibus del 5, antes de ‘Trampolín a la fama’, donde entrevistaba en Hollywood a las grandes estrellas: Raquel Welch, Charlton Heston, Steve McQueen, entre otras luminarias. Las ceremonias eran fastuosas. Conducidas por el genial comediante Bob Hope, y sucedían cosas increíbles y escandalosas que al día siguiente eran portadas en todos los periódicos del mundo.
Por ejemplo, en la ceremonia de 1973 anunciaron para el codiciado Oscar al mejor actor a Marlon Brando, por su genial actuación como Vito Corleone en ‘El padrino’. Pero subió al escenario una actriz india apache, Sacheen Littlefeather, quien a nombre del actor ‘rechazó’ el galardón ‘por la discriminación que sufren los indios norteamericanos a través del cine y la televisión por más de seis décadas’.
Esa imagen la vieron millones de espectadores. En la gala de 1974, todo transcurría con normalidad y el gran David Niven invitó a Elizabeth Taylor para anunciar a la mejor película. Antes de que apareciera en escena la bella actriz, de bambalinas salió corriendo un bigotón ¡completamente desnudo! La cámara lo enfocó siete segundos, los que demoró en cruzar el escenario y desaparecer.
El público gritó ¡ohhh! y el gran actor inglés Niven hizo un lapidario comentario: “Qué pena que tenga que generar risas quitándose la ropa para enseñar su desnudez y su ‘pequeñez’”. Salir desnudo en lugares públicos se puso de moda y lo llamaban hacer ‘streaking’.
Pero uno de los mayores escándalos, tan contundentes como el cachetadón del actor Will Smith al presentador Chris Rock en el 2022, lo protagonizaron Warren Beatty y la gritona Faye Dunaway, cuando ella anunció, al leer el sobre equivocado, que había ganado ‘La La Land’, cuando la triunfadora era ‘Luz de Luna’, el año 2017. Tremendos roches que hacen inolvidables algunas ceremonias. Apago el televisor.
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