La Feria del Hogar
La Feria del Hogar

Este Búho se llena de nostalgia en este mes de julio. Vuelan por mi mente gratos recuerdos de mi niñez. Años después, ya de adolescente, disfruté mucho de la Feria del Hogar. Ese lugar era, para mí, entrañable. Hace buen tiempo que no pasaba por la avenida La Marina y ahora hay un inmenso supermercado Tottus y atrás grandes edificios con decenas de departamentos. Ingreso al túnel del tiempo. Recuerdo que el comercial era ‘Te llama la llama’. Había algo que cautivaba a los pequeños. El trencito, los juegos mecánicos y el pabellón de comidas. Allí estaba el que me gustaba más: Nicolini con sus tallarines con tuco. Era alucinante. Ofertas para la compra de cosas para el hogar, y el plus juegos mecánicos, diversión, patio de comidas y lo mejor, ‘El Gran Estelar’, donde con solo la compra de la entrada podías ver a los artistas de moda.

Los vi a todos. Miami Sound Machine con la gran Gloria Estefan. Celia Cruz, ¡¡azúcarrr!!, Rubén Blades y Los Seis del Solar. Pero lo máximo, Héctor Lavoe, que llegó las veces que se presentó puntualito. ‘El cantante de los cantantes’ repletó el recinto. Nunca olvidaré que me crucé con el gran poeta Rodolfo Hinostroza, que estaba recontra alegrón con su chata de ron. También vi a Charly García, un 28 de Julio, y dijo: ‘Me han dicho que salga con la bandera del Perú. Nooo, para qué. Feliz Independencia, locos, que les dure’, y se mandó una versión infernal de ‘Demoliendo hoteles’ con un chibolo pelucón llamado Fito Páez en los teclados.

Vi a Virus, del inolvidable Federico Moura. Virus era una banda de culto, el show estaba basado en los temas de sus discos ‘Recrudece’ (1982) y ‘Locura’ (1985), pero metía canciones antiguas y los asistentes solo querían ‘Pronta entrega’ y ‘Luna de miel’. Como no las tocaba, le tiraron piedras. Federico paró de cantar y se enfrentó a los salvajes: ‘En mi país hemos sufrido muertes y desapariciones por la violencia. Y ustedes solo quieren Luna de miel. Ohhh, un hit radial’. Y comenzó a tocar ‘Triste realidad’, un tema que lo hicieron en plena dictadura. Era tan caleta que los milicos no observaron su letra ‘subversiva’. ‘No quiero ver mi ciudad, con esas ondas determinadas/negros, grises y azules, dominan calles, no valen nada/yo quiero ver mi ciudad, que levante la cabeza…’.

Vi a la Orquesta Mondragón con un show espectacular. Con Javier Gurruchaga cantando ‘Hola mi amor, yo soy el lobo…’, letras de la canción ‘Caperucita feroz’, y en eso salía un mujerona llamada Lola. Y estaba en primera fila porque me daban mi tarjeta permanente de la sala de prensa. Recuerdo a los Swayne, tremendos tipazos, como los que ya no hay. Y así pasaron los años. Iba a patinar a la discoteca, veía los primeros videoclips en pantalla gigante. No podría olvidar el concierto de Fleetwood Mac, ‘Rumours’. Eran los años maravillosos. Hasta que vinieron ‘Servando y Florentino’ y todo se acabó. Con muertos incluidos. Entró en el ostracismo. Atrás quedaron mis conversaciones con el inmenso Gösta Lettersten, quien creó el ‘monstruo’. Años que no volverán, pero felizmente quedan en la mente por los siglos de los siglos. Apago el televisor.

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